Confieso, es posible que sean vainas de la edad, que ando confuso. En esta vorágine electorera en que nos hayamos envueltos desde hace unos cuantos años, perdí por completo el sentido de cuándo es el momento oportuno para la crítica. Es hasta probable que el Alzheimer esté tocando a nuestra puerta y contribuya a que uno no sepa cuál es el momento de criticar el accionar u opinar de nuestros dirigentes y compañeros de trinchera, reclamar por la política a la que estamos obligados y llamados a contribuir. Por eso, cuando decimos algo, ya se ha vuelto habitual que nos recriminen, sin dejar de ser afectuosos:
-“Tienes toda la razón, pero este no es el momento oportuno. Espera que salgamos de esto de ahora y luego dilo que vas a ayudar mucho”.
Ante ese “prudente consejo”, uno calla y espera con paciencia que salgamos del asunto que nos ocupa. Al cerrar esa etapa, coyuntura o circunstancia, retomamos la palabra para decir lo que nos preocupa y nos vuelven a decir lo mismo, porque parece que llueve y llueve y nunca escampa. Empatamos unas elecciones con otras y lo que es más, la que viene siempre es tan importante como la que ya pasó. De manera que también llegamos a creer que quienes nos invitan a callarnos o contener el ímpetu, sobreponen lo electoral a la crítica, como si ellas fuesen contradictorias.
Acabando de salir del grave y trascendente asunto de la muerte del presidente y gran líder Hugo Chávez, nos zambullimos en la campaña para elegir a Maduro y, ahora mismo, entramos en campaña para escoger Alcaldes. Cuando salgamos de ella, apenas tomaremos aire para entrarle a las elecciones del parlamento. Sin contar que apenas en octubre pasado elegimos presidente a Chávez y gobernadores en diciembre.
Este ambiente es de por sí confuso y a un aún joven, como Nicmer Evans, no se le hace fácil hallar el momento oportuno para decir lo que en bien piensa, por lo que suelen anunciarle estar a punto saltar la talanquera, no sé si por simple ironía o método sutil para invitarle a callarse; peor o más enredado si se trata de gente de la tercera edad como Vladimir Acosta, Toby Valderrama y otros. Sin contar, porque pareciera ser otra cosa, el atajaperros o cortocircuito en el que está envuelto Alberto Nolia, quien aparte de criticar tiene un estilo muy suyo.
En un nivel inferior, como el que uno habita, por supuesto la confusión es mayor y se hace propicio y hasta abundante que a los “buenos y sensatos consejos” a los cuales ya nos referimos, se sumen los recados poco generosos y nada amistosos de “camaradas”, que estando “muy claros y despiertos”, saben bien de cuándo hacer la crítica a los suyos, sólo que no encuentran motivos para hacerla ni la necesidad o conveniencia de ella. Pero eso sí, se sienten tan motivados como los opositores para decir cuanta cosa impublicable se les ocurra contra quienes por “desorientados criticamos cuando no se debe”. Pareciera que, en estos casos, la madre de uno fuese parte importante del debate entre “camaradas”.
Por un artículo que recién escribí y fue aparentemente muy leído, en el cual, al comentar la candidatura de Maglio Ordoñez a la Alcaldía de Puerto La Cruz, señalé con todo respeto por el propuesto, a quien sin conocerle personalmente aprecio por su gloria deportiva e imagen que me luce modesta y generosa, que eso era un retroceso y mala imagen del partido y proceso, al apelar a una figura respetable y querida pero que le es ajena por completo y distante a la estrategia prevista “En el Plan de la Patria”. Eso no se justifica en el simplismo y oportunismo decadente, según el cual, lo importante es ganar. Lo sustantivo, es que el proyecto no está sembrado en las masas, por la ineficiente labor de quienes por cuenta nuestra han administrado a Puerto La Cruz y también de quienes allí están encargados del partido. El no tener candidato con imagen hecha o por hacer, que se corresponda al proyecto, revela la debilidad e ineficiencia de la organización y su dirigencia, para decirlo de la manera más respetuosa. No han sido capaces de introducir el proyecto dentro de las masas y de construir los líderes correspondientes al mismo o los aspirantes a serlo no han podido alcanzar su meta. Eso, sólo tiene una explicación, de fácil inferencia; el Psuv no está presente entre la gente del Distrito Sotillo. Pero, para ser justo, el mal está más extendido de lo que parece.
Por supuesto, como he dicho hasta el cansancio, mi opinión no está dirigida contra Maglio, aunque alguien pueda ocurrírsele tal interpretación malsana. Más bien, me imagino que debe haberle costado mucho al brillante ex grande liga aceptar ese compromiso y valoro su gesto. Incluso, no niego que su aporte pueda llevar al Psuv a la victoria electoral, evitar que la derecha, con sus politiqueros predispuestos al negocio, vuelva a apoderarse de esa alcaldía y se convierta ese espacio, nudo, en estorbo y campo para la demagogia.
Sólo trato de llamar la atención que ha llegado el momento que el Psuv, su dirigencia, cuadros dirigentes y los simples militantes, nos dediquemos a pensar cómo y qué hacer para construir partido, insertar en las masas el proyecto y convertir nuestra dirigencia y militancia, en todos los espacios, en referencias populares para el acto electoral y sobre todo para entusiasmar a la gente por el cambio.
Por eso, no basta, no es suficiente y menos valedero, el simplismo que lo único que importa es ganar la alcaldía. Hago la crítica aunque haya quien se caliente porque no es el momento oportuno y deba “esperar que salgamos de esto”; ese cuento se acabó.