El presente texto lo sustentamos en el libro de John Womack Jr. titulado: “Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los movimientos obreros” (FCE. México, 2007, pp. 444) y dentro del texto nos concentraremos en el capítulo: “Los marxistas rusos y soviéticos: estrategia industrial, “estrategia política”, 1905-1932” (Idem, pp. 118-138). En ese orden, es preciso y necesario recordar que la Revolución Bolchevique es considerada y así lo es como la primera revolución socialista cuya base social de sustentación fueron obreros y campesinos rusos tanto aquellos que regresaban derrotados de los frentes occidentales europeos en el marco de la 1ra. Guerra Mundial como los movimientos sociales de esos sub-conjuntos sociales que, en el marco del “chucuto y débil” gobierno menchevique, se expresaron por profundizar el proceso revolucionario dentro de los paradigmas sociales de continua protesta por alcanzar una “utopía” que, aparentemente, se encontraba, en esos momentos, en el zaguán de la horizontalidad de los derechos humanos de ambos sectores sociales negados durante los diferentes gobiernos de los Romanov, la anquilosa economía rusa y una Política de Estado que requería excesos de sacrificios sociales pero sin la garantía de solucionar “activos sociales” innegables e históricos que, el propio modelo socio-económico y político ruso, les negaba at eternum.
Es evidente que la propuesta como “idea central” del texto es compleja y confrontante tanto para el proceso revolucionario como para sus actores fundamentales: gobierno revolucionario, obreros y campesinos, pero es una realidad inevitable y, profundamente, diferente a otras experiencias revolucionarias allende los mares.
Tomemos una referencia importante como podría ser la participación de los sectores sociales obreros y campesinos durante lo que nos consideramos como la base fundamental del proceso revolucionario socialista en China durante un periodo histórico que sustentó sus idearios, entre otros paradigmas, en la Revolución Bolchevique; nos referimos al periodo comprendido entre los años 1919 al 14 de diciembre del año 1927 cuando se expresó la “Comuna de Cantón”. Debemos precisar que toda revolución socialista que se ha expresado, históricamente, siempre y quizás inevitablemente, ha sido influida por una otra experiencia revolucionaria de corte socialista lo que nos obliga a aclarar que el marco histórico de la Revolución Francesa es ello per se un marco histórico-teórico social-revolucionario.
La Revolución china en su primera etapa fue influida por la Revolución Bolchevique; la Revolución vietnamita, gracias a la participación de Ho Chimin en la arriba mencionada etapa revolucionaria china, sustentó algunos paradigmas en aquella experiencia revolucionaria china; en América Latina con solo releer el texto de Manuel Caballero se pudiera profundizar en las influencias revolucionarias en los movimientos sociales y revolucionarios que se expresaron en nuestro continente americano durante el siglo XX. Solo como referencias bibliográfico-históricas para sus comparaciones temporal-teórico.
Es demostrable como la Revolución Bolchevique de obreros y campesinos en el marco del campo de las ideas tuvo su impacto tanto en el modelo revolucionario en los tiempos arriba referidos como en las bases que sustentaron las huelgas, manifestaciones, enfrentamientos en los sectores no campesinos chinos en el periodo en cuestión; caso, como ejemplo, la “Huelga de los Estibadores y Marineros del puerto de Hongkong”. En referencia al caso del campesinado chino, dicho movimiento se sustentó más en las experiencias históricas chinas y en las propias realidades económico-temporales que afectaron profundamente a los sectores sociales del campesinado chino durante el periodo inflacionario y de migraciones hacia las ciudades costeras y ribereñas.
En ese marco del ideario revolucionario, nos consideramos que el marco histórico-referente del proceso de la Revolución Bolchevique cuando ambos sub-conjuntos sociales: obreros y campesinos rusos conjugaron sus intereses de clases, probablemente, gracias a la camaradería que se desarrolló en las trincheras inter-clase cual, a su vez, impactaron a las realidades post-gobierno menchevique y, por ende, durante los gobiernos tanto de Vladimir Ilich Lenin como del “padrecito”, Joseph Stalin. En este punto, a su vez, debemos precisar que si estaba presente un desarrollo industrial importante en la Rusia de los Romanov que se expresó, probablemente, desde el siglo XIX en adelante y que Lenin trató en uno de sus análisis sobre esa realidad industrial rusa; es decir, que en Rusia si había una realidad industrial que, necesariamente, obligaba a tener un importante sector obrero-industrial en el marco de la propia realidad del desarrollo económico nacional-ruso. Comparativamente, para la mejor y oportuna compresión, podríamos proponer con sus lógicas limitaciones, que la economía del gobierno de los Romanov “castraba” un proceso industrial-revolucionario mas complejo y profundo vista las realidades de desarrollo industrial del resto de Europa occidental por lo que Lenin tenía que objetivar sus propias realidades revolucionarias bajo los paradigmas socialistas.
En el caso del proceso revolucionario venezolano se debería tener presente el carácter objetivo de la economía rentista, la industrialización venezolana en su proceso durante el siglo XX, las realidades objetivas del fracaso y los porqué de ese fracaso de todos los planes de industrialización promovidos por la 4ta. República desde el cierre de la Técnica durante el gobierno de don Rafael Caldera Rodríguez pasando por el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez y subsiguientes presidentes, opiniones en contrario a la dependencia de la exportación de productos semi-elaborados hacia los países industrializados (léase: EEUU de América, Japón) y, lo más importante, tratar de profundizar en el carácter alienante tanto de los sindicatos de la zona de Guayana, zona fundamentalmente obrero-industrial como de sus líderes social-demócratas, en su mayoría, y/o en su inconsciente bernstiano-revolucionario y cómo ello marcó actitudes y comportamientos de los obreros de los diferentes sectores de las empresas básicas de la región guyanesa. En ese momento, nos consideramos que los sectores obreros de diferentes industrias esparcidas por todo el territorio nacional, en sus conscientes como obreros han tenido actitudes diferentes a los precedentes referidos sin negar las bases fundamentales de las luchas por sus reivindicaciones sociales obligantes no solo para los gobiernos de turno sino, también, para el empresariado privado cuya actitud, sí los comparamos con paradigmas actuales, preferirían unas realidades más cercanas a las políticas que viene imponiendo el gobierno de don Mariano Rajoy en el Reino de España acorde a las nuevas realidades que se vienen imponiendo por la reingeniería del sistema capitalista neoliberal-global en el marco de la “nueva división internacional del trabajo” donde los social-demócratas no tienen cabida aunque si opinión.
La “nueva realidad obrera” en el marco de la Revolución Bolivariana, asumiendo las realidades objetivas de la actual industrialización de Venezuela en el marco referente del “Plan de la Patria” donde se incluye no solo las realidades objetivas presentes en la región de Guayana como con y en las industrias establecidas de carácter privado (léase: Industrias Polar) sino también el proceso de instalación de industrias de diferente tipo y tecnologías que obliga al Ejecutivo conjuntamente con el Legislativo a asumir, en profundidad, esas nuevas realidades para el sector obrero venezolano-revolucionario y chavista, en general. En ese marco referente, nos consideramos que, en primera instancia, se debería objetivar e informar a toda la sociedad venezolana sobre dos (2) importantes variables: la primera sería cuál es la realidad actual de los bienes de capital y sus actuales tecnologías para industrias establecidas y referidas: Guayana y las Industrias Polar para conocer sus propias capacidades de producción vis a vis la demanda nacional. La segunda variables, en considerando que ambas realidades se alimentan de materias primas nacionales, conocer, objetivamente, si existe un equilibrio entre la producción de materia prima y su transformación y, en última instancia, su distribución nacional. Ello obligaría educar a los sectores obreros involucrados (mencionamos “educar” y no solo “informar” a los obreros involucrados con la finalidad de consolidar conciencias revolucionarias) y exigir sus compromisos no solo con el “Plan de la Patria” sino asumir sus responsabilidades en la conducción, quizás por sectores, de la producción y diseño no solo de políticas sino de controles obligantes en el mantenimiento de los bienes de capital cuyas deficiencias podría convertirse en políticas contra-revolucionarias.
En nuestras experiencias de visitas a industrias pesadas en China durante el proceso de “responsabilidad compartida”, el sector sindical-obrero asumió la importancia de la “nueva política” sustentada por las tesis propuestas por Deng Xiaoping y aprobadas por el Partido Comunista Chino de “reforma y apertura”. Caso concreto la siderurgia de Beijing lugar que visitamos con cierta frecuencia inclusivamente acompañando a don Rafael Caldera Rodríguez durante su visita privada a China cual produjo en él ciertos comentarios en privado.
La referida “responsabilidad compartida” requirió de objetivos sacrificios tanto del sector de los obreros y obreras como de los sindicatos que pusieron el proyecto nacional por encima de sus intereses salariales; ello los obligó a profundizar en sus estudios para adaptarse a las nuevas realidades tecnológicas que permitieran no solo dar un salto importante en la producción global sino en la productividad por-obrero y por hora-hombre. Los obligó a asumir mayores responsabilidades en las administraciones no solo globalmente sino por sectores productivos lo que permitió un “salto cualitativo en las conciencias revolucionarias” en función del plan nacional de crecimiento que le ha permitido a China mantener un crecimiento constante en su PIB que para este año 2013 girará alrededor del 7%. Es evidente y demostrable que se nos presenta no solo teóricamente sino en la praxis revolucionaria el marco referente y diferencial entre una economía rentista con cierto pero importante desarrollo industrial no solo estatal sino también privado vis a vis a la propuesta revolucionaria impulsada por nuestro Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías, de realizar la profunda reingeniería de Guayana donde el “obrero y obrera” tienen que, responsablemente, asumir su rol revolucionario nacionalista y socialista y conjugar sus objetivos con el “Plan de la Patria”; al tiempo, obligado referirse y referirnos a la realidad actual de una economía de “seguridad nacional” sustentada en el agro y la agro-industria.