1. Ofensiva final de la Guerra a Muerte
El día de ayer, el Presidente venezolano Nicolás Maduro anunció la gran ofensiva de su gobierno contra la "guerra económica" del capital. La ofensiva, como era de esperarse, fue una decepción total. Equivaldría al propósito, de destruir los tanques de Hitler con el Ejército de Salvación.
En lo económico, las medidas tienen fuertes impactos pro-cíclicos sobre la crisis, que se sentirán a más tardar a partir de enero 2014. De hecho, sus efectos son comparables al ataque japonés contra Pearl Harbor. Un breve alivio de la situación bélica y después la derrota total. En lo político, se quiere ganar las elecciones de diciembre, tratando de convencer al electorado que el modelo del pasado sigue siendo válido. Es muy dudoso que tal estratagema funcione.
2. ¿Tiene salvación el proyecto de Hugo Chávez?
La crisis venezolana, mal entendida por la la mayoría de la izquierda del país, plantea dos preguntas de vital importancia para la sobrevivencia del Bolivarianismo: ¿Puede el partido en el poder cambiar el rumbo suicida del proyecto nacional, tal como lo lograron la teocracia iraní (Khameini), el régimen sirio (Assad), el Partido Comunista de China (Deng Hsiao Ping) y Vladimir Putin en su momento? El paso glacial de las medidas gubernamentales; su rumbo equivocado de crear más burocracias --es decir, más ineficiencia y corrupción-- y, la esterilidad total del discurso que sigue negando y distorsionando a la realidad, volviéndose cada vez más "rasputinesco", no permiten ser optimistas al respecto.
La segunda pregunta vital es: Cuando estalle el descontento en Venezuela (ojalá que no) ¿tendrá el gobierno de Maduro/Cabello la capacidad de contención ideológica y represión selectiva, para evitar el colapso? La experiencia de Egipto indica que cuando una población está dividida en dos bloques y ambos disponen de medios de comunicación masiva, medidas como la instalación de 30 mil cámaras en el Sistema Integrado de Monitoreo y Asistencia (SIMA) en 16 ciudades del país, con capacidad de reconocimiento facial; el uso de software y equipos de telecomunicaciones para influenciar y controlar las redes sociales (tema conocido por sectores de la izquierda, pero no discutido por las repercusiones que puede tener) y la manipulación discursiva de la realidad, no impedirán el colapso.
3. ¿Quién es el nuevo Hugo Chávez?
Dos requisitos son vitales para estabilizar al proceso. Se necesita un programa económico-político coherente e integral de salvación que convenza a la población. Con las medidas anunciadas, la Nueva Clase Política bolivariana acaba de desperdiciar su oportunidad de oro, de presentarlo. Practicó la filosofía de un famoso general argentino: ¡Ayer estuvimos a un paso del abismo, pero, hoy ya dimos un paso adelante!
La segunda condición consiste en encontrar el Hugo Chávez o Deng Hsiao Ping venezolano que puede conducir la inevitable transición hacia la 6ª República. El único líder de la Nueva Clase Política que tiene la experiencia ejecutiva y política para salvar al Titanic, es Rafael Ramírez. El resto del gabinete es mediocridad, oportunismo y alucinación. Si la correlación de fuerza interna no permite que Ramírez conduzca el proceso de transición a la 6ta República, entonces quedarán sólo dos posibles candidatos: un marino, ex-ministro de defensa y un teniente coronel, gobernador.
4. El Pueblo organizado
La idea de que el pueblo organizado puede salvar al proceso bolivariano en las condiciones actuales, es una falacia de la izquierda venezolana. Hugo Chávez creó una postura de anti-imperialismo abstracto en el pueblo. Sin embargo, tal proceso nunca llegó al nivel de una conciencia política que le hubiera permitido al pueblo auto-asumirse como sujeto de liberación social, económica y política del país.
Después de años de adoctrinación selectiva, el pueblo está tan desorientado frente a la realidad, como los cristianos adoctrinados por el Vaticano. La mayoría de las organizaciones sociales del pueblo están penetradas por el gobierno y carecen de independencia de acción y movilización. Y, lamentablemente, Maduro hace todo lo posible para seguir desorientando a ese pueblo, con su kitsch teológico. Habrá que preguntar al Presidente, de quién hasta hace poco se desconocía el fervor religioso que ahora exhibe: ¿Quién es el idiota que le hace pensar que ganará más votos con esa estratagema, que los que pierde en los sectores profesionales de la sociedad venezolana?
5. Intelectuales y Militares
Una gran parte de los intelectuales cercanos al bolivarianismo está comprada, apoltronada o intimidada y sin entender que el tiempo de una posible salvación se acaba. Con el pueblo sin influencia real, los intelectuales sin peso en la arena pública y el oficialismo en coma, la posibilidad de un golpe militar bolivariano es cada vez más real. Sería trágico que Venezuela regresara al año 1992. Pero, en este momento, todo indica que el Bolivarianismo carece de la capacidad de regeneración que lograron la teocracia iraní, el régimen sirio, Putin y el Partido Comunista de China.