Escuela Política El arado y el mar

Asesinaron a Chávez y el odio oligarca sigue intacto

El odio que el oligarca siente por los humildes, heredado desde la colonia, desde la esclavitud, sigue vigente en nuestros días, se expresa con fuerza cuando ven sus privilegios en peligro, cuando los pobres conquistan derechos que elevan su humanidad, cuando los preteridos estudian, tienen salud, comen, cuando dejan de ser excluidos, cuando los humildes se reencuentran con su condición humana.

En esos momentos de brillo de los humildes se disparan los odios, el desprecio que los oligarcas albergan en el fondo de su alma, que surge de siglos dominando a los inferiores.

Todo ese odio oligarca acumulado, dormido en los acantilados de la psiquis, se desbordó contra Chávez, volvieron a la colonia, el terror de sentir a un zambo mandando los unió, se sintieron, en su demencia, miembros de una monarquía de utilería, amenazada por la rebelión de José Leonardo, de los jacobinos negros… sintieron horror, volvieron los días de la Independencia, de Zamora. Es así, vivimos el regreso del espíritu de aquella confrontación entre los preteridos y los mantuanos.

Asesinaron a Chávez, hicieron fiesta, se burlaron del Comandante, tal como hicieron contra El Libertador, o el General de Hombres Libres. Y no les bastó, dirigieron su infamia contra sus hijos, contra su gente, su color, su olor. Todo vestigio del atrevimiento de los de abajo debe desaparecer, decretaron.

El gobierno heredero de Chávez también heredó el odio de los mantuanos y de sus hechizados. De nada han servido todos los puentes tendidos, los dólares derramados, los llamados, las conversaciones, los planes comunes. El capitalista heredero de los mantuanos puede hacer negocio, ya sabemos que el dinero no tiene sentimiento, pero no pierde su odio a los igualados, a los que pretenden ser humanos.

Y como siempre ocurre, buscaron en las filas humildes a los verdugos de los humildes. Y como siempre sucede, inculcaron su ideología en las clases subalternas. Y como siempre, los abusados en su credulidad fueron dominados y sirven de nuevo al amo que los condena a la esclavitud.

Muchos creyeron que los días del oprobio habían pasado, que ahora los oligarcas perdonarían la osadía de conmover su mundo de desigualdades, de bajarlos de sus torres. Muchos creían que ellos comprenderían que había que enterrar el hacha y vivir juntos, que donde ellos bebieran podíamos beber todos, comer en comunidad, todos tener acceso al arte, a la música, todos podríamos apreciar un cuadro con los mismos ojos sensibles. Se equivocaron.

En días pasados, al centro comercial ciudad tamanaco, al ccct, a ese templo del consumo desmedido, a esa iglesia del mercado, acudió el Ministro de Cultura del Gobierno Revolucionario. Iba a regular la explotación capitalista, a poner orden en la especulación que los mantuanos hacen a los mantuanos. Estaba en plena labor de “saneamiento” de lo que no se puede sanar, tratando de no extirpar lo que debe ser extirpado, cuando se oyó bramar a la turba que defiende los privilegios que nunca tendrán. A las puertas de la tienda evaluada llegó el odio, los abusados en su credulidad con los ojos inyectados de sangre, la baba corriendo por su rostro, pedían la cabeza del Ministro, su linchamiento era menester para el desagravio del capitalismo ofendido…

El Ministro salió de la suerte en brazos de la policía que pudo medio sofocar la lapidación fascista.

En el centro comercial apareció el fascismo que acecha a la Revolución, es una clara señal de alerta. La Revolución debe prepararse para disuadir el asalto del odio, de la única manera que eso es posible:

Primero, como decía la Liga Socialista, "desechando las ilusiones" de convivencia con el burgués, de Revolución permitida. Demostrándoles que la respuesta será de tal magnitud, que la afrenta les saldrá tan cara que no es “negocio” intentarlo. Que si se meten con el Presidente Maduro, se meten con todos nosotros, que no habrá estabilidad sin el Presidente Maduro, y que avanzaremos, no ya a regular al capitalismo, sino a superarlo con el Socialismo. Del capitalismo no quedará piedra sobre piedra. ¡Nada!

¡Libertad inmediata para Conrado y el vasco Asier!


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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