Con relación a la interrogante con la que titulamos esta nota, lo primero
que tenemos que decir es que existe una enorme diferencia entre la actitud
que ante los procesos electorales asumen quienes respaldan la Revolución
Bolivariana y quienes intentan, aun a costa de sus propios intereses,
destruirla.
No tenemos dudas de que la mayoría del pueblo venezolano prefiere un
gobierno revolucionario como el que tiene y unos alcaldes que trabajen en
conjunto con ese gobierno. Tampoco tenemos dudas de que la gestión de
gobierno a nivel local y regional ha sido, mayoritariamente, mucho más
eficiente cuando la han ejercido dirigentes del chavismo. Pero… siempre hay
un pero.
El chavismo padece de un mal que en cualquier momento podría dar al traste
con la revolución. Aunque la inmensa mayoría no quisiera ni pensar en
volver a los tiempos de la cuarta y está convencida de que vivimos un
proceso que hará de Venezuela una gran nación y reivindicará a los
marginados de siempre; no son pocos los que creyéndose más chavistas que
Chávez, asumen posiciones que ellos califican de “críticas” y basadas en
ellas atacan o descalifican a sus propios camaradas, sembrando dudas y
desconfianza; se niegan a respaldar a algunos de nuestros candidatos o se
hacen eco de las campañas difamatorias que pone a circular la contra
revolución.
Como si fuera poco, el triunfalismo es otra de las posiciones que con
demasiada frecuencia asumen algunos chavistas. Basta conque lean una
encuesta en la que se nos dé por ganadores para que ya decidan que su voto
no es necesario.
El escualidismo actúa diferente. Movido por el odio que mantiene enfermo
sus corazones, participan masivamente en los procesos electorales con la
esperanza de acabar de una vez y para siempre con la revolución y si es
posible con los revolucionarios. Pueden no asistir a marchas ni
concentraciones, pero a la hora de votar lo hacen religiosamente sin
necesidad de que alguien los traslade o los contacte para recordarle que
debe asistir a su centro de votación.
Poco les importa que su candidato sea un analfabeto funcional como Manuel
Rosales, un asesino convicto como Mazuco o un ladrón de siete suelas como
Richard Mardo. Para ellos, lo único que importa es que sea de derecha y
que esté dispuesto a enfrentar cualquier propuesta surgida de las filas de
la revolución, aunque esta sea proteger a los niños huérfanos de la patria.
Ahora bien, respondiendo la pregunta con la que titulamos esta nota,
podríamos afirmar que este 8 de diciembre los escuálidos saldrán en masa a
votar por sus candidatos. Sus líderes les dijeron que se trataba de un
plebiscito y que si ellos sacaban más votos que el chavismo, Maduro tendría
que irse… y como siempre, les creyeron.
Van a votar porque quieren demostrar que a Capriles le hicieron trampa. Van
a votar porque piensan que si ganan se acaba la revolución. Van a votar
porque creen que llegó el momento de la venganza.
De ellos, después del proceso de votación, puede esperarse cualquier cosa y
muy probablemente la violencia. Les dijeron que son mayoría y si lo
confirman sería la hora de salir a cazar chavistas. Pero si no, podría
ocurrir otro llamado a “drenar la arrechera”; ahora con consecuencia
peores.
Con los chavistas la situación no es tan clara. Si internalizan que la
revolución está en peligro pueden convertirse en una avalancha; pero si no
les llega el mensaje y creen que se trata simplemente de la elección de una
alcaldía podrían salir a relucir las posiciones antes mencionadas.
La dirigencia de la revolución tiene que dejar en claro que no se trata de
un plebiscito, pero que cada alcaldía que controlen los escuálidos, será
utilizada para financiar los planes destinados a desestabilizar el país y
para torpedear la gestión del gobierno nacional.
El escenario está listo y la única acción que pueden tomar quienes militan
en la Revolución Bolivariana; quienes creen que es necesario preservar los
logros de ella; quienes sueñan con una patria libre y justa y quienes
hicieron suyo el sueño integracionista de nuestros libertadores es cerrar
el paso, a fuerza de votos, a los violentos, a los defensores de los
especuladores y a los apátridas.
¡Que cada quien asuma su responsabilidad!