Toby Valderrama y Antonio Aponte llevan tiempo queriendo dársela de más papista que el Papa. Olvidan por completo que nunca extremos fueron buenos y que no por mucho madrugar amanece más temprano. Como es sabido, esa crisis que a diario nos venden los medios de comunicación reaccionarios, es más virtual que real, razón por la cual requiere de tratamiento especial y no convencional que pudiera acarrear sobredosis. Y es que con los antídotos hay que tener cuidado, porque a veces el remedio puede resultar peor que la enfermedad
Nadie discute que en Venezuela existe una oligarquía que no mueve un solo dedo sin antes consultar con Washington. También sabemos que esa clase de extraños especímenes se comporta como perros falderos del imperialismo, y que obedeciendo a cochinos intereses, jamás podrán tolerar el nuevo ciclo histórico que inició Chávez en 1998. Hasta ahí estamos más claro que el agua de los manantiales.
Ahora bien, diagnosticar una crisis supone objetividad, ponderación y ante todo mucha seriedad. Por ello, cuando se trata de buscar a culpables, uno debe cuidarse de no caer en generalidades, pues corremos el riesgo de condenar a justos por pecadores. Aunque de pana confieso que poco me simpatizan los dueños de medios de producción, no por ello debemos meter en el mismo saco a todos los empresarios venezolanos. Recordemos que en Venezuela existe una burguesía que comenzó en el siglo XIX haciendo negocios con la exportación del café y el cacao, y que luego entró al siglo XX cuando la economía inició su proceso de industrialización de manera tímida. A diferencia de esa oligarquía pitiyanqui y fascista que creció a la sombra de la corrupción, la burguesía nacionalista tiene sus propios valores y costumbres ancestrales; es la misma que aún sobrevive sin arrimarse al Estado, ni se interesa en los brollos políticos, pues entendió que su rol es producir bienes y servicios. Es a estos empresarios que va dirigida la invitación del Presidente Maduro, porque sabe que un solo palo no hace montaña, yen su carácter de timonel de la republica no debe dejarse confundir por el izquierdismo que era una de las enfermedades infantiles del comunismo, según Vladímir Ilich Uliánov. Incluso, hoy, después de más medio siglo, en Cuba sus líderes entendieron que en este tercer milenio nada se pierde buscando arreglos justos con el llamado mundo occidental. O sea, en pocas palabras, ni tal calvo ni con dos pelucas.
Que es evidente que hay una testadura oligarquía que lleva quince años tratando de derrocar el poder popular, y que además es gringa, eso lo sabe hasta el perro de la esquina. A todas estas uno se pregunta: ¿Será que tienen ganas de pantallear dándosela de sabihondo? ¿O será que el izquierdismo los distancia de la realidad del país? Con razón Nicolás Lenin decía que había personas que leían un librito, se aprendían el librito, repetían el libritos y aún no comprendían lo que decía el librito. Cualquier parecido con algún personaje, es pura coincidencia.