Jamás imaginé que escucharía de una mujer del pueblo y su compañero sentimental en un autobús, una expresión tan fuerte como la que ambos (casi a dúo), soltaron luego de oír en la radio del transporte público que la Conferencia Episcopal Venezolana, “condena la tortura y persecución a las manifestaciones de oposición”. La dama y el caballero dijeron “con que moral hablan esos perros…”.
Referencia muy dura a la opinión de Monseñor Diego Padrón, representando la dirigencia católica y metiéndose de nuevo en política con iguales argumentos irresponsables a los de la prepotente dirigencia opositora, instigadores del terrorismo, guarimbas y asesinatos. Me atreví a decirles a los dos compañeros circunstanciales de viaje, que los apoyaba pues a pesar de ser católico, no estoy de acuerdo con semejantes argumentos de la Conferencia Episcopal. Ambos me miraron con cierta desconfianza y afirmaron que “esos curas que viven ricos y bien comidos, apoyaron amantes de presidentes adecos, recibían dinero de Caldera y Luis Herrera y se metieron a conspiradores en el 2002”. De nuevo les di la razón y les pregunté si pertenecían a la religión católica mayoritaria en Venezuela, a lo cual se limitaron a decirme que no iban a misa ni eran practicantes activos, pero fueron bautizados por el mismo cura de su pueblo en el Estado Lara. Cuando nos despedimos, ambos me saludaron diciéndome, “bueno maestro, que lo pase bien”.
En ese episodio queda reflejado el carácter nuevo del pueblo llano, a quien gracias al pensamiento del inolvidable Comandante Hugo Chávez, no engañan, ni la ultraderecha fascista, ni los medios de agitación social y mucho menos la enloquecida dirigencia de la oposición, llena de antivalores que no condenan la violencia, no les da la gana de asistir a los diálogos y las conferencias de paz convocados por la revolución bolivariana y chavista, que en la Presidencia de la República tiene al frente al caraqueño Nicolás Maduro Moros, primer Presidente obrero electo en nuestra nación.