¿Cuánto valen tres mil fábricas? ¡Treinta denarios!

A Cristo lo vendieron por treinta denarios. Al Socialismo, a Chávez, los venden por tres mil fábricas. La analogía bíblica es sorprendente, la historia se repite casi al calco. Veamos.

Los intentos de redención de los humildes, de los pobres, son traicionados, es desde adentro que sucumben. Es allí, en el monte de los olivos, en la última cena, donde está la serpiente definitiva, no en las filas enemigas. Éstas, sin la quinta columna, no pueden triunfar.

El Socialismo nuestro corre grave peligro. Es inaudito: se presentan los avances, la salud del capitalismo, como pasos hacia el Socialismo. Se cambió el “gobierno de calle” -que ya era cuestionable con su aroma anarcoide y de improvisación, pero que no obstante mantenía cierta mesura ética- por algo que llaman ofensiva económica, que no es otra cosa que ir a buscar a los capitalistas, resolverles sus problemas, ayudarlos a explotar y a apropiarse de la renta. Y a ese bodrio se pretende presentarlo como camino al Socialismo. Nadie en su sano juicio puede cohonestar ese disparate.

¿Qué resultará de todo esto?

Hablemos en positivo. En el mejor de los casos, tendremos unas fábricas propiedad de explotadores capitalistas, produciendo bien a la manera capitalista, es decir, explotando, vendiendo lo que más le dé lucro y no lo que necesita la sociedad. Y sobre todo ese tejido capitalista tendremos un gobierno capitalista y una sociedad con mentalidad capitalista. En resumen, la Revolución de Chávez habrá creado ¡capitalismo!

Ahora, si decimos la verdad, a riesgo que nos califiquen de pesimistas, debemos decir que de esos empresarios de pacotilla sólo se puede esperar triquiñuelas, trampitas caza-dólares. Seguirá la crisis que es consustancial al sistema capitalista-rentista, se debilitará el gobierno.

¿Qué hacer? Aún hay tiempo para el Golpe de Timón, ahora es más necesario que antes. Aún hay tiempo para volver a Chávez, para recuperar la pasión perdida, para revocar la tristeza que embarga al campo chavista que, desconcertado, asiste al resucitar, el fortalecimiento, de la idea capitalista, a la crucifixión del sueño de Chávez.

No es posible medias tintas: seguir con el estímulo al capitalismo y, simultáneamente, pretender impulsar el Socialismo, esa actitud, lleva a la derrota del Socialismo. Lo que se impone hoy es un 4 de Febrero económico, un viraje drástico. ¡Economía de Propiedad Social! en exceso. Y sobre esa economía, movilizar a la Sociedad, elevar las fuerzas productivas ¡Socialistas! y la conciencia Socialista: brigadas de trabajo voluntario, politización, formación, organización. Devolverle la pasión al pueblo, convocarlo para lo grande, derrotar la tristeza, el desconcierto que embarga las filas chavistas, devolverle la claridad de rumbo, la nitidez del enemigo.

Hay que desechar las ilusiones de mesas con los burgueses que conspiran para robarse los dólares y para tumbar el gobierno. Entender que la única paz verdadera es la que conquistan los desposeídos organizados en Socialismo; lo otro, la paz capitalista, es hipocresía, mentira.

Sólo así rescataremos el decoro de la Revolución, y podremos pararnos frente al imperio y frente al continente con dignidad recobrada del pueblo de Bolívar, de Chávez. Sólo así nuestros dirigentes, el Presidente Maduro, los hijos de Chávez, tendrán la fuerza que otorga ser militante de la causa del futuro, conquistadores de sueños, y no simple administradores de lo viejo, buscadores de seguridades decrépitas.

¡Atrévanse, la historia y el pueblo heroico los acompañarán!

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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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