Más allá de la anécdota, de la pequeña historia del día a día, es bueno alzar la vista y otear un poco más lejos, intentar descifrar hacia dónde conducen los hechos fundamentales de hoy. Veamos.
Los altos voceros del gobierno se jactan del buen camino que llevan los acuerdos económicos. Las mesas económicas funcionan bien, se buscan acuerdos sobre los precios con los capitalistas (algo así como zamuro cuidando tripas), las grandes transnacionales vuelven con la chequera presta y las agallas grandes, los dólares fluyen hacia los bolsillos de los pícaros a precios razonables, el sicad camina, las transnacionales cobran, el mercado paralelo está controladito. Todo indica que al capitalismo rentista le va bien, dentro de lo que cabe a un sistema por naturaleza peótico, con grandes y pequeñas crisis periódicas, y que se nutre del sudor, la sangre y las lágrimas de los desposeídos, de los despojados. Por ahora, todo bien en el campo del capitalismo. Para usar la nueva nomenclatura socialdemócrata, podemos decir que está “equilibrado”, término que parece significar ahíto de dólares y de prebendas petroleras.
El serrucho se le tranca a la socialdemocracia, al reformismo, cuando a ese bienestar de los capitalistas intenta buscarle su correspondiente político. Lo primero que hay que decir es que el pacto político de los capitalistas, los de aquí y los de allá, no es un capricho, no depende de la buena voluntad de los actores, de algo que puede hacerse o no según sus deseos. Es un imperativo para controlar la inevitable explosión social que siempre amenaza al capitalismo. Y más aquí, cuando la ilusión del Socialismo abrió la esperanza de redención a los humildes.
El pacto está moribundo porque los dos bandos tienen problemas para construirlo y no perder apoyo de su base social, que es su razón de existencia. Unos no pueden ceder en la amnistía, los otros no pueden pactar teniendo a sus dirigentes presos. Fallaron en buscar como excusas al papa y la unasur.
No pueden dar cuotas de poder porque perderían perfil: qué hace un escuálido impulsando el Socialismo, eso sería la declaración de que el gobierno abandonó definitivamente el sueño, allí no podrían esgrimir que se trata de elevar las fuerzas productivas. Ambos bandos se han ofendido mucho, pero eso en política burguesa, donde no hay escrúpulos ni principios, puede ser superado, hoy se insultan mañana se abrazan. Lo que no pueden superar es la pérdida de credibilidad de su militancia, de su base.
Ella plan de magnicidio y golpe no consiguió construir un pacto, la oligarquía externa no reaccionó, no condenó (por ahora) a los imputados.
Entre tanto, el tiempo pasa, el gobierno se debilita, pierde apoyo, la pobreza aumenta, el desconcierto y el desencanto se elevan, y más allá de las estadísticas, de las encuestas, hay malestar, que es un componente importante para responder qué pasará y cuándo.
¿Qué pasará? Sin ánimo de ejercer de oráculos, de adivinadores, podemos adelantar que estamos en una crisis, la economía no consigue su correspondiente político, se puede pensar que el que tenga más que ofrecer, más coraje para imponer esa oferta, podrá guiar la nueva estabilidad relativa del capitalismo. De acuerdo a esto, se detectan tres corrientes.
El gobierno, que cada día tiene menos que ofrecer en lo político, pues pierde control sobre la masa. La mud, que cada día pierde prestigio por su ambigüedad frente a la violencia que no termina de apoyar y a los presos con los que no se restea, y con el peso de un ex candidato que se desgasta en su ñoñez. Además, los dos están paralizados con la imposibilidad genética que tienen para un pacto que garantice gobernabilidad.
Y por último, el vacío, que puede llenarse con un golpe, muy posiblemente fascista, que ya barruntan pensadores de prestigio, que ya alertan veteranos políticos.
Es tarea de los Revolucionarios ubicar al ausente Socialismo como una opción política, colocarlo en la pugna por la conducción de la sociedad, no dejar desvanecer de nuevo la esperanza. Ojalá el gobierno rectifique, retome el camino perdido después de la desaparición de Chávez.
Esa es su única opción de supervivencia, lo demás es candidez.
¡CHÁVEZ VIVE EN LA LUCHA POR EL SOCIALISMO!
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