La inédita Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas- LOPCI- comenzó su proceso de legitimación el 5 de diciembre del año 2002, siendo sancionada el 8 de diciembre del año 2005 y aparecida en la Gaceta Oficial el día 27 de ese mismo mes y en vigencia hasta la fecha, es un instrumento jurídico sin precedentes, que se creó en Venezuela para reglamentar todo lo relativo a los derechos de los pueblos originarios. Lo establecido en la Constitución de 1.999 en materia de derechos indígenas derivó en la creación de otras leyes, además de la LOPCI.
Desde el año 2000, la Asamblea Nacional ha discutido y aprobado cinco instrumentos que regulan a las comunidades originarias, específicamente sobre la demarcación y garantía del hábitat de tierras; los idiomas; el patrimonio cultural; protección a la artesanía; identificación; y dos convenios internacionales referidos al trabajo y el desarrollo integral. Adicionalmente, al menos 30 leyes poseen artículos o capítulos relativos a las etnias venezolanas, mientras que la Ley de Justicia Indígena (Jurisdicción Indígena) con la de Educación intercultural bilingüe y Educación Indígena, se encuentran en discusión para su aprobación en el seno del Parlamento.
Todo lo anteriormente señalado, es posible gracias al formal reconocimiento del componente étnico de nuestra venezolanidad, como lo indica el censo del INE en el 2011 donde también se pasa por el reconocimiento del componente Afro, como lo hemos venido señalando desde hace años atrás, con algunas de las experiencias significativas de grupos sociales de finales del siglo pasado, un ejemplo histórico de ello lo tenemos cuando hacemos referencia al primer CUMBE de afrodescendientes en Venezuela con el Rey Miguel de Buría, hoy estado Yaracuy en el año 1533, sin contar los posibles intentos de fuga y alianzas afroindígenas contra quienes llegaron a explotar comercialmente los bancos perlíferos del Caribe, en nuestro caso Cubagua o Nueva Cádiz, en el año 1526, así lo reafirmamos en ese año internacional de los afrodescendientes de acuerdo a la ONU, con la realización del IV Encuentro de Afrodescendientes y las Transformaciones Revolucionarias en América Latina y El Caribe en el año 2011, fecha en la cual tuvimos las primeras noticias de la grave enfermedad que aquejaba a nuestro líder supremo y eterno Hugo Chávez Frías, quien ha sido el único presidente que se ha reconocido como Afrodescendiente e Indígena, no dudamos en pensar que lo ha hecho como expresión rebelde ante el pensamiento capitalista liberal colonial y neo colonial, en estos espacios del tiempo.
Esta novedosa ley-LOPCI- establece en su articulado una interesante conceptualización que va desde el concepto de pueblo y comunidad: el de otros, entre ellos, tierras y hábitat. Desde el punto de vista de las y los afrodescendientes no ha sido fácil establecer una delimitación o distinción a los efectos de la implementación de políticas publicas que de igual manera favorezcan las alianzas afroindígenas, como espacio para una nueva lectura del mestizaje honesto y sincero. Creemos que desde la etnocomprensión y la interculturalidad como herramientas de trabajo práctico, las nuevas organizaciones sociales se irán incorporando a los nuevos cambios tecnológicos, con una nueva conciencia revolucionaria. De allí como lo decía el gran maestro del libertador, Don Simón Rodríguez (Samuel Robinson) al referirse a la toparquía.
La nueva expresión de las y los afrodescendientes como movimiento social, supone la unidad de criterios en torno a todos los temas que nuestra diversidad cultural exige. Es mucho el trabajo que se avecina, en el sentido de propiciar la unidad en la diversidad, que hemos asumido desde antes y después de este año que da origen a la concreción del Decenio de los Pueblos Afrodescendientes de acuerdo a ONU-UNESCO. Las distancias de las posiciones de liderazgos en relación con la base que le sustenta, requiere de una revisión al igual que el auto reconocimiento étnico y de allí las alianzas, en una relación mas humana en equilibrio con el ecosistema y que nos garantice la salvación del planeta.
Se ha iniciado desde el año 2013 una experiencia con la Universidad Bolivariana de Venezuela –UBV- Caracas y los Valles del Tuy con la propuesta de una ordenanza municipal que será llevada a la Cámara del Municipio Rafael Urdaneta, del estado Miranda, para su aprobación, previa consulta con la Comuna “Ña Placida” directamente involucrada, igualmente el reconocimiento del Concejo Comunal “La Virgen de Coromoto”, quien inicialmente solicitó retomar una propuesta del año 2000 en relación al ordenamiento local para ese momento, ello se traduice como una experiencia concreta de la antes mencionada topoarquía o taparquía dejada por S,R., el hombre del “… inventamos o yerramos…” en su obra de las Sociedades Americanas en el siglo XIX y que hoy persiste en la primera década de este siglo XXI. Gracias a mucha gente que ha intentado desde las aulas y mas allá, sin descanso; su aplicación practica, como la gente del grupo de FUNDALDEAS (http://fundaaldeas.org/web/) donde destacan algunas propuestas como la de los profesores Omar Ovalles y Armando Rojas, con planteamientos similares y algunos que en otras ocasiones han intentado llamar, el “pensamiento simoniano”, con la ideas del maestro y el alumno, incorporando otros actores intermedios, como lo sería el DANTAWONO de los pueblos Yekuana del Amazonas Venezolano, es como insistir en tomar de ellos, su forma de establecer criterios de orden filosófico y espiritual para la delimitación de sus espacios, en función de su tiempo y ritmo.
La reflexión final va en relación a como dilucidar el relacionamiento entre las formas propuestas por un nuevo Estado Comunal y estas comunidades que han sido históricamente excluidas en provecho de quienes hoy dominan el mundo en lo económico y financiero. La articulación de nosotros mismos y nuestro accionar en otros espacios, es la respuesta que exige un planeta que se niega a morir, considerando que a pesar de todo no es una posición fatalista.
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