La Revolución Bolivariana se soporta ideológicamente en el árbol de las tres raíces. Los pensamientos y obras de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora forman estas tres raíces. No he dicho nada nuevo para la mayoría de los lectores de aporrea. Sin embargo, muy pocos detalles se dan acerca de las ideas revolucionarias de estos tres hombres de utilidad para nuestra política y práctica actual. El comandante Chávez en muchas oportunidades ha dado algunas pistas sobre estas ideas en especial las del Libertador Simón Bolívar. Muy poco se ha escrito acerca de las ideas revolucionarias de Simón Rodríguez y su importancia para el diseño de políticas y prácticas revolucionarias en educación. El fin de este artículo es promover la discusión sobre estos asuntos y contribuir modestamente a la misma.
Antes de entrar en materia es conveniente resaltar la importancia de leer críticamente al propio Simón Rodríguez, sus biógrafos y otros ensayistas. En esa bibliografía encontramos que se repiten ciertas afirmaciones que no parecieran tener asidero concreto. Por ejemplo, se habla a menudo de la influencia de Rousseau sobre el pensamiento educativo y político de Simón Rodríguez. Los que afirman esto parecen no haber leído ni a Rousseau ni a Rodríguez. Por otro lado, encontramos en los primeros escritos de Rodríguez algunas propuestas que no tiene nada de revolucionarias. Sobre estos asunto comentaré en otro artículo. Lo anteriormente descrito obliga a una lectura radical, que vaya a las raíces, y que conduzca a identificar las propuestas realmente revolucionarias para su época y su relevancia para la situación actual. Es precisamente a algunas de esas ideas que dedico este artículo.
En su “Estado Actual de la Escuela y Nuevo Establecimiento de Ella”, escrito en 1791, Simón Rodríguez presenta detalles acerca de la organización de una Escuela de Primeras Letras para la ciudad de Caracas. Hay algunas ideas en esa propuesta que encuentro sumamente interesantes. Una está relacionada con el tamaño de la escuela y su distribución en la ciudad. Propone Rodríguez que se creen cuatro escuelas, una en cada feligresía, atendida cada una por un maestro y tres pasantes. Uno de estos maestros será el Director de la Escuela. Este Director estará a cargo de los asuntos administrativos y pedagógicos de las cuatro escuelas, con el fin de lograr en ellas “una perfecta uniformidad, privando las innovaciones arbitrarias, el partido y la discordia” (Rodriguez, 1794, p. 211 en la edición de la Colección de Libros Revista Bohemia). Esta idea de Rodríguez de dividir una Escuela en cuatro escuelas pequeñas (de una sola aula) distribuidas en diferentes partes de la ciudad es apoyada parcialmente por investigaciones recientes acerca de las ventajas de las escuelas pequeñas. Otra idea revolucionaria en esta propuesta tiene que ver con la organización de la labor docente. Los cuatro maestros y los doce auxiliares se reunirían el último día de todos los meses en la escuela principal bajo la coordinación del Director. En esa reunión mensual se discutirían asuntos relacionados con el funcionamiento de las escuelas y se acordarían los planes de acción para el mes siguiente. Se llevaría un libro de actas de estas reuniones, el cual se titularía “La Nueva Construcción, Régimen y Método de las Escuelas”. Dejemos que el propio Simón Rodríguez nos explique este asunto, el mencionado libro serviría “para tener un principio seguro en qué fundarse, y una noticia ordenada de las materias que deban tratarse. Escribiéndose a continuación todos los descubrimientos, progresos y limitaciones que se vayan haciendo, vendrá a ser ésta con el tiempo una obra de mucha utilidad para las Escuelas; porque se tendrán a la vista desde sus principios, y se formará una colección de buenos discursos y noticias que ilustren a los que hayan de seguir en su gobierno” (Rodriguez, 1794, p. 212 en la edición de la Colección de Libros Revista Bohemia). Esta idea es realmente revolucionaria. La elaboración del conocimiento pedagógico se haría de manera sistemática y a partir del estudio y discusión de situaciones reales por parte de los mismos maestros. Este conocimiento y reporte de prácticas quedaría registrado por escrito para ser usado por los pasantes y futuros maestros.
Las dos ideas esbozadas anteriormente nos parecen sumamente relevantes para la construcción de una pedagogía revolucionaria para nuestro tiempo. La primera nos llevaría a investigar acerca del tamaño de las escuelas, hay evidencias que indican que las escuelas pequeñas son más ventajosas en especial para los estudiantes de grupos tradicionalmente marginados que las escuelas grandes. Rodríguez además señala la ventaja de la cercanía de la escuela a la casa de los niños y niñas. Esta reflexión nos invita a repensar la propuesta actual de Escuela Bolivariana y de Liceo Bolivariano, en cuanto a su tamaño. Tal vez sea más conveniente pensar en la creación de una Escuela integrada por varias escuelas pequeñas al estilo propuesto por Rodríguez. La segunda nos da una excelente idea tanto para la formación de nuevos docentes en la práctica como para la sistematización del conocimiento pedagógico elaborado por los propios docentes a partir de su reflexión en y sobre la práctica pedagógica en la escuela.
Tenemos mucho que aprender de Simón Rodríguez para el diseño de políticas y prácticas revolucionarias en educación. Para lograr este aprendizaje se requiere de una lectura radical de sus escritos. Invito a mis colegas a ir más allá de la consigna “Inventamos o erramos”, la cual dice mucho y no dice nada. Los invito a estudiar la obra de Simón Rodríguez y extraer de ella elementos para la elaboración de una pedagogía revolucionaria.
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