El poema de Luis Castro “Yo soy América”, escrito probablemente entre 1924 y 1928 pero publicado en la edición póstuma de su libro Garúa (Elite, 1934) tiene de esa lucidez natural del joven margariteño muerto a los 24 años de edad producto de las secuelas de los vejámenes padecidos en la cárceles gomecistas para mostrar la identidad implícita en el encuentro de las tres sangres. “Yo soy el indio, el blanco, el negro. Yo, Yo soy América. En su conjunto de caotismo la refundo toda”, dicen sus versos iniciales. Ese es nuestro mestizaje. También es nuestro lenguaje matizado de referentes y semas propios de la mezcla de tantas razas. De hecho, el venezolano suele galantear a la mujer, indistintamente de su color de piel, con términos como “esa es mi negra”, “esa negra me mueve el piso”, o “yo soy tu negro mi vida”. Las letras de la música llanera, por ejemplo, tienen abundantes expresiones sobre esta materia. También los motes o sobrenombres suelen ser comunes en sus alusiones al aspecto del color de la piel, no en sentido despectivo u ofensivo sino gracioso, familiar y afectuoso: ·”El Gato” Andrés Galarraga, “El Tigre” Eduardo Fernández, por ejemplo.
La Constitución Nacional venezolana de 1999 ciertamente tiene todo un articulado dedicado a la igualdad de géneros y a los aspectos relativos a ese tema. No tiene sentido, lo comprendo perfectamente, generar sentimientos o reacciones indeseadas de tipo racistas porque no es ese el aspecto que nos ocupa cuando se hace crítica del grave descuido al mantenimiento de las carreras del sur del estado Anzoátegui. La muerte de familiares nuestros por la ineficiencia y el descuido de la vialidad así como daños superiores a los cuarenta mil bolívares sólo en mi automóvil personal, sumado esto al de otros venezolanos que transitan por obligación, trabajo y necesidad estas carreteras, no tiene ninguna justificación. Dos camiones de asfalto y una simple cuadrilla de Pdvsa o de la gobernación bastarían para tapar las troneras en tan sólo un día salvaguardando las vidas de tantos ciudadanos (jóvenes, adultos, ancianos, niños y señoras embarazadas) que resultan con heridas cuando nuestros autos se desbaratan en la vía. Se suma esta calamidad a la falta de cauchos y repuestos, el alto costo de las grúas y la mano de obra de los mecánicos.
¿Puede un ciudadano demandar al Estado por estos daños?
Según la jurisprudencia si. La ley contempla la garantía de los servicios públicos eficientes. Esto tampoco se cumple. Los apagones me han dañado tres aires acondicionados y dos neveras. Lo mismo ocurre a otras familias. ¿Alguien demanda al Estado por estos daños? No. Sin embargo, con una sonrisa muy grande y un “carisma” ensayado y trillado en la falsedad nos piden como buenos camaradas, como compatriotas ejemplares, sumisos y comprometidos que votemos en las elecciones por el camarada fulano para gobernador del estado. Listo. Lo elegimos. Ahí lo tenemos. Mientras este señor ignora los problemas diarios de la entidad nosotros nos matamos en las vías, nos mutilamos, nos arruinamos aún más con estos eventos “fortuitos”. La delincuencia aporta también lo suyo. Para remate nos pasan factura dentro del Psuv por “saltar la talanquera” y criticar.
Lo del racismo indudablemente no debe ser, ni siquiera por descuido. Suscribo toda argumentación que la impida, que la evite. Los venezolanos no somos racistas y quizás nos llevará mucho tiempo borrar términos de uso común en nuestro lenguaje ordinario que infieran contenidos de ese tipo. La revolución debe ser ante todo, interior. También la revolución debe ser para corregir las malas gestiones administrativas del Estado en todos sus estamentos. Igual de intolerable es la discriminación a que está sometida una porción grande de la población en el acceso a bienes y servicios indispensables. La ineficacia del gobierno también es oprobio. La corrupción es intolerable. El lucro a expensas del Estado es una aberración.
El uso que hace el pueblo de los motes hacia figuras públicas como deportistas, políticos o artistas deviene generalmente de sus habilidades físicas, sus expresiones corporales, su forma de desenvolverse y algún otro referente simbólico pero dudo que se haga exclusivamente por el color de la piel, pues todas nuestras familias tienen miembros de color moreno o más oscuro. En la mía, tenemos estas características bien acentuadas sin que haya el más mínimo pudor o controversia por ello. Sin embargo, asumo la normativa y las prerrogativas aplicadas al lenguaje en cuanto a que se debe evitar escribir de manera capciosa algún término que entrañe racismo en todas sus formas. También esto aplica para el sexismo en el lenguaje que ya cuenta con una vieja lucha en el país. Quizás el Presidente Nicolás Maduro nos dé una clase magistral sobre el racismo en Venezuela en una de sus cadenas mientras nos olvidamos de la falta de alimentos para la cena. Esto le caería bien al espíritu. Da lo mismo que nos matemos en una carretera de Anzoátegui por esos huecos miserables que Dios puso en el camino o que nos mate el hambre y las penurias. Es espíritu es que vale, camaradas, porque el espíritu no tiene color de piel.
Confidenciales: La rehabilitación de la Troncal 014 de la vía Anzoátegui-Guárico (Santa Fe y San Rafael de Onoto-Zaraza), Prog. 62+100 hasta Prog. 84+300 ha sido varias veces asignada a la Constructora Conkor y recientemente Constructora Rodríguez y Koury en diferentes etapas para el asfaltado tipo IV. Sin embargo, solo hay barro, huecos y evidente falta de cumplimiento de la obra. ¿Será acaso corrupción? Los gobernadores de Anzoátegui y Guárico tienen la palabra.