El Socialismo del siglo XXI

Esta expresión, utilizada por el Comandante Chávez, ha suscitado controversia en el sentido de que socialismo es un concepto científico válido para cualquier época y no reducido a una determinada. Entendemos que se trata de resaltar los principios básicos y generales del socialismo y que debe hablarse de socialismo en el siglo XXI. No obstante, consideramos que en nada quedan disminuidos esos principios si se utiliza la expresión que da título a esta columna.

Se habla, por ejemplo, del “hombre de la Edad Media” o de cualquier otra época y en modo alguno cambia el sentido del concepto “hombre”. De éste se dice que es único y diverso porque el tiempo imprime al hombre las diversas características de la época y, sin embargo, se mantiene la noción básica.

Es obvio que el socialismo está sujeto a los cambios de tiempo y espacio y el principio de la administración de la riqueza creada por la sociedad sea administrada por la misma sociedad se mantiene incólume.

La aplicación del socialismo sin tomar en cuenta las características de cada sociedad según el tiempo y el espacio es causa de graves errores. Igualmente, ha sido materia de discusión la aplicación del concepto de “generación” al margen de los principios fundamentales que informan la transformación revolucionaria. La Revolución Cubana indujo a pensar que como Fidel tenía 33 años y el Ché 31, la revolución era cuestión de los jóvenes. Sin embargo, se olvidaba que ellos, por el contrario, buscaron con insistencia la colaboración de los hombres maduros con experiencia. Pese a las críticas que tuvieron del Partido Socialista Popular (comunista), hicieron lo posible por incorporarlo al proceso revolucionario y viejos veteranos como Raúl Roa o como los comunistas Carlos Rafael Rodríguez, Juan Marinello y Blas Roca fueron llevados al gobierno. Los revolucionarios cubanos supieron apreciar el valor de la experiencia y la formación ideológica.

La revolución impone el riguroso estudio de la realidad de cada país de acuerdo al enfoque científico del materialismo histórico y la construcción del socialismo conforme a esa realidad. Un principio general es que la lucha de clases es el motor de la historia y que, por lo tanto, la clase obrera es indispensable para enfrentar con éxito a la burguesía y realizar la nueva sociedad.

Esto quiere decir que sin clase obrera no es posible llevar a cabo la revolución anticapitalista. Para que pueda definirse como tal, la revolución tiene que ser social necesariamente y ésto significa asumir la lucha de clases y colocarse al lado de las clases que son víctimas de la explotación burguesa, a cuya cabeza se encuentra la clase obrera, adversaria estructural del capital.

La experiencia histórica es aleccionadora. La primera revolución proletaria de la historia que se mantuvo en el poder, en la Unión Soviética, se derrumbó porque la clase obrera fue sustituida por una capa burocrática. En Cuba, por el contrario, la revolución ha perdurado frente al imperio más poderoso de la historia por la razón fundamental de que la dirección política ha sabido mantener la unidad de la clase obrera, forjada desde la década de los años 30 del siglo pasado.

Estos dos casos demuestran la necesidad de la rigurosa aplicación de la ciencia para que la revolución pueda alcanzar el éxito. En el primer caso, el derrumbe de la URSS y en el segundo, el éxito revolucionario de la pequeña isla. Los revolucionarios estamos obligados a recoger las experiencias, positivas y negativas, de los procesos revolucionarios en cualquier parte del mundo.




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Roberto Hernández Wohnsiedler

Abogado y Sociólogo. Fue diputado, vicepresidente de la Asamblea Nacional, Ministro del Poder Popular del Trabajo y Seguridad Social y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Es autor del libro La Clase Obrera y la Revolución Bolivariana.

 robertohernandezw@gmail.com

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