Marea Socialista en la palestra

Domingo,21de septiembre de 2104. Marea Socialista, corriente de izquierda del PSUV, enfrenta una situación de tensión con mandos internos del partido. Muchos militantes del PSUV siguen con atención sus pronunciamientos, sobre todo porque proponen salidas a la crisis económica que vive el país, en medio de una situación en la que el gobierno parece encontrarse a la defensiva, contra las cuerdas, sin una estrategia de ataque clara y envolvente, cercado por un coro de economistas liberales que aúllan permanentemente, para persuadirlo de que la única opción es la aplicación de un ajuste económico duro: maxi-devaluación del bolívar, compresión del gasto público, eliminación de convenios internacionales (en especial el convenio médico-asistencial con Cuba) y alza de la gasolina, entre los componentes más fuertes.

El gobierno vacila, ensaya acciones que parecen prometedoras, como la creación del CENCOEX (una especie de control posterior selectivo que revisa si las empresas que reciben dólares se encuentran operativas y si hicieron buen uso de las cantidades asignadas), además de autorizar en forma recurrente alzas de precios con la esperanza de mitigar la escasez de productos. Medidas que, no obstante, no logran solventar la problemática.

La situación es muy difícil y amenaza con reducir a polvo la popularidad del gobierno. La oposición se alegra, aunque llena de temor, porque sabe que si le tocara aplicar el ajuste completo el desprestigio recaerá sobre sus hombros y tendría que apelar a la represión. Es una oposición que celebra las enormes dificultades por las que atraviesa Nicolás Maduro, pero que miente sobre sus reales intenciones y presiona al gobierno a apurar el trago amargo del paquetazo, entre el goce y el pánico de que eventualmente le corresponda administrarlo.

Marea Socialista le plantea al gobierno que sí hay salidas, cónsonas con el ideario de transformación del chavismo: 1) que el Estado (sin que ello implique estatización de la economía), se encargue de hacer las importaciones, en lugar de entregarle los dólares a los particulares y comprobar luego que una parte es depositada en el extranjero y que, además, cometen fraude en la facturación de las compras en el exterior; 2) hacer una auditoría independiente, controlada por la sociedad, de todas las actuaciones de CADIVI; 3) nacionalizar la banca, a objeto de cortar la cadena de las trampas en el manejo de los particulares con las divisas; 4) castigo ejemplar de los clanes de funcionarios públicos, cómplices beneficiarios de la estafa. Valga poner de relieve como corolario de las alternativas señaladas, que un estudio reciente realizado por MS arroja como, entre 1998 y 2013, la fuga de capitales alcanzó la impresionante cifra de 260 mil millones de dólares, lo que se encuentra en la raíz de la debilidad actual que afecta nuestra economía.

Esas propuestas pueden ser, sin duda alguna, objeto de debate; por ejemplo: ¿sería imprescindible adoptarlas todas? ¿en qué secuencia? ¿admiten variantes y gradaciones? Particular atención merece el tema de una posible estatización de bancos: su alcance, las distintas implicaciones que tendría. O la forma en que deberían implementarse, de una manera eficiente y transparente las importaciones por parte del sector público, en un país estrujado por una situación de hipercorrupción. No son dudas imposibles de resolver pero que requieren ser confrontadas ampliamente y, algo muy importante, con la incorporación de la dirigencia social en el debate.

Hay otras propuestas que se pueden agregar a la discusión, como la necesaria desarticulación de las roscas intermediarias que exprimen a campesinos y productores del campo; un factor de encarecimiento y escasez de los alimentos que ha sobrevivido a todos los gobiernos. Así como es importante también, la evaluación de las expropiaciones de haciendas y fincas que han fracasado en manos de la gerencia pública, lo que ha llenado de contento a los neoliberales. ¿Se hicieron esas expropiaciones obedeciendo a un plan o por capricho? ¿Qué se va a hacer en esos casos? ¿Dónde están los administradores de esos proyectos que se volvieron sal y agua? ¿Cuál va a ser, por otra parte, el destino de las empresas básicas de Guayana, varias de ellas mantenidas a flote por el auxilio de la renta petrolera? ¿Cómo reintroducir el tema del Estado en el campo del Desarrollo, sacándolo del terreno de la improvisación y el clientelismo?

En todo caso, las propuestas de Marea Socialista, así como otras que surjan en el debate, tendrían que ser sometidas a consideración. ¿Qué hacen sin embargo algunas representantes del gobierno? Ven a Marea Socialista como el adversario. Se ha llegado incluso a decir que esta corriente interna del PSUV, se expresa como si se tratara de un partido aparte que juega a la derrota del gobierno. No obstante: ¿quién puede conseguir argumentar, tranquilamente, que cuando las cosas van muy mal, es preferible derogar las diferencias a través de represalias y métodos administrativos?

El compañero Maduro debería discutir esos planteamientos de Marea Socialista, así como los formulados por los partidos pequeños aliados del gobierno, y otras corrientes internas del PSUV. De esa confrontación de ideas podría emerger una regeneración del ideario chavista que reenamore a los sectores populares, los cuales se encuentran hoy sumidos en la perplejidad, desconcertados por los efectos de una situación económica que los hace sentirse indefensos, vulnerables y, lo que es subjetivamente peor: expuestos al temor de perder la esperanza.

César Henríquez Fernández












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César Henríquez Fernández


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