Hemos tratado este tema, sólo que entonces identificamos al escuálido de hoy como un descendiente medianamente cercano de aquellos trabajadores que durante siglos formaron el personal laboral preindustrial del campo y la ciudad. Desde esos tiempos se les conoce como personal doméstico, o sea, domesticables como los animales de su corral, así de inferiores eran considerados por sus contratistas y casi amos de entonces.
Domesticabilidad significa propensión al clonaje de costumbres y manera de pensar del "señor", de ayer, y del capitalista de hoy, por parte de sus trabajadores en condición de dependencia social.
Ahora buscamos los antecedentes ideológicos de esa condición sumisa de domésticos y domésticas. Ocurrió que los mantuanos, como clase social de hombres supuestamente libres y con capital propio, jamás fueron tan libres como se llegó a pensar. El indicador más veraz sobre esa sumisión a imperios varios fueron los deseos, tentativas y acciones proindependentistas que arrancaron a raíz de la Revolución Francesa, último cuarto del siglo XVIII.
El mantuano estaba formado por personas con diferentes rangos económicos, así como los realistas colonialistas a quienes la Corona otorgaba cargos y rangos diferenciantes que marcaban profundas diferencias sociales desunionistas, con independencia individual, pero también y al mismo tiempo una dependencia colonial del conjunto de todos ellos.
Esa sumisión realista fue trasladada a los mantuanos quienes tampoco llegaron formar una clase unida, sino que se mantenían en sus feudos-haciendas cargadas de esclavos-como señorones.
Cuenta la Historia Patria que a Bolívar le costó mucho incorporarlos a la lucha antiimperialista y anticolonialista que todos sufrían, unos con más severidad que otros, tanto dentro de los mantuanos como de los llamados hombres libres, artesanos y bodegueros de marras.
Ese temor ante el poderoso realista local y español lo sufrían todos, y en consecuencia dentro del mantuanato reinó la obediencia al más fuerte, al más rico, al más entreguista de ellos porque suponían que este sería protegido por la propia Corona.
La traición a Bolívar por parte de mantuanos, hacendados y esclavistas, no podría tener una explicación más lógica que esa mentalidad alienada que los caracterizaba, y que todavía conservan aferradamente los escuálidos-gente de la llamada oposición o derechistas-de hoy, con su descarado entreguismo hacia los altos representantes de la burguesía imperial y hacia los dueños del gran capital internacional burgués.