Sí los venezolanos no estuviéramos atolondrados por el frenesí politiquero que nos arroja todos juntos a un muy profundo precipicio histórico, caracterizado por la siembra de conductas ajenas a nuestra identidad, como lo son el odio, la división, la idolatría política y la improductividad, Venezuela fuese un país totalmente distinto a lo que hoy lamentablemente es; estamos entre las naciones más inseguras del planeta, la más costosa producto de la inflación, con servicios públicos en una vejatoria agonía.
Uno de nuestros peores padecimientos es el desapego cultural a la ley, prácticamente la ley es solo un recurso maleable, objeto de interpretaciones dignas de un guión de películas de ciencia ficción tendentes a favorecer a intereses económicos y políticos. Parecerá toda una letanía de exageraciones lo que usted aquí lee, pero muy lamentablemente no lo es, por eso la actual coyuntura. Sí en vez de colmar nuestras vecindades de afiches de partidos políticos, nuestras organizaciones comunitarias con retratos de gobernantes, de justificar las desastrosas gestiones de nuestros presidentes, gobernadores, alcaldes y de discutir en las asambleas ciudadanas directrices emanadas de organizaciones partidistas, sí en vez de eso discutiéramos en esas asambleas lo que realmente necesitan las comunidades y los venezolanos viviéramos pendientes del manejo de los recursos del Estado, de la conducción de nuestras ciudades, gobernaciones y del país en general, en consideración a nuestro inconmensurable potencial de riquezas, Venezuela fuera hoy no solo una potencia productiva, sino que nuestra calidad de vida sería un ejemplo a seguir por el mundo entero, fíjese:
Le invito a que abra una constitución nacional, diríjase al Capitulo V, “De los Derechos Sociales y de las Familias” y comience a leer desde los Artículos 75 hasta el 97, se sorprenderá de lo que allí está contenido, decimos se “sorprenderá” porque usted evidenciará la dramática diferencia entre lo que reza en nuestra carta magna y lo que palpamos día a día en las adoloridas calles del país ¿Por qué ocurre eso? Repetimos, porque nos hemos atolondrados por las novelas que escriben y guionizan nuestros gobernantes, nuestros políticos en general. En ese Capitulo V la constitución “obliga” si “obliga” a quienes ejercen la función de dirección del Estado a que la familia sea la asociación natural del Estado, en ningún lado señala que debe ser un partido político. Se señala que el Estado protegerá integralmente la maternidad, sin embargo nuestros hospitales son centros de acopios de parturientas que muchas veces dan a luz en el piso y los recién nacidos son depositados en cajas de cartón como cunas improvisadas, a parte que algo tan elemental como la leche para los neonatos, medicamentos y fórmulas para lactantes escasean alarmantemente.
Así mismo, en este Capítulo constitucional se obliga al Estado a que se cumpla con el derecho de toda persona a una vivienda adecuada, pero una de las peores políticas de este gobierno ha sido justamente la de vivienda, hasta sumar el déficit de 3 millones de casas, la Misión Vivienda este año solo ha cumplido un 20% de su meta sin mencionar las fallas de años anteriores y las graves denuncias que sobre esta Misión se ciernen. La salud es otra “obligación” del Estado y sus conductores, lamentablemente es otro karma, un sistema público de hospitales en el piso y uno paralelo (Barrio Adentro) que solo coge rumbo en época electoral con médicos de otros países. El trabajo formal, con protecciones socioeconómicas, también está protegido constitucionalmente, pero en la realidad apreciamos que el 50% de los venezolanos en edad y capacidad productiva se encuentra en la economía informal ante la cada vez más aguda ausencia de puestos dignos de trabajo y de lo tortuoso que es el emprendimiento privado, sin mencionar los furtivos esfuerzos oficiales de “patronizar” todos los sindicatos del país.
Esto apenas como aperitivo para la reflexión, lea estos artículos que le mencionamos y se dará cuenta que el proyecto de país ya existe ¡solo hay que exigirlo! Esto también como un llamado al despertar de la ciudadanía para que cumpla con su rol de protagonista social y no, como lo es hoy, de fanáticos que han desplazado al beisbol como principal entretenimiento y han hecho de la política el divertimento más costoso en la historia de este país.
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