Un argentino, Ernesto Che Guevara, y un cubano, Camilo Cienfuegos, coincidieron en un minuto histórico de la lucha de liberación de Cuba
Los acontecimientos históricos parecen obedecer a una génesis y una dinámica particulares que dan sentido a la trascendencia mayor o menor que pueden alcanzar en los destinos de los hombres, de los pueblos o de la humanidad. Un día o unos pocos años pueden bastar para inscribirlos con huellas indelebles en la historia.
Muchos serían los ejemplos en los que una estela de gloria o un episodio o una obra de carácter esencialmente humanos, se siembran profundamente en la memoria colectiva de tal manera que desafían el implacable paso del tiempo, con su muchas veces despiadada compañía: el olvido.
Así ha ocurrido con dos seres humanos cuyas desapariciones físicas se conmemoran en este octubre. Cincuenta y cinco y cuarenta y siete años después, ambos nos siguen acompañando en las vidas, cada uno con su significación singular según los ámbitos y circunstancias. En ocasiones como estas, vale la pena reiterar algunas ideas que marcan las huellas de estos dos protagonistas históricos.
Un argentino, Ernesto Che Guevara, y un cubano, Camilo Cienfuegos, coincidieron en un minuto histórico de la lucha de liberación de Cuba en 1956 liderada por Fidel Castro. Ambos integraron el grupo revolucionario de 82 hombres que el 2 de diciembre de ese año desembarcaron, mejor sería decir que naufragaron, en un inhóspito lugar, los Cayuelos, cerca de las Coloradas, de la provincia de Oriente. Los dos hombres tuvieron la suerte, en medio de la mala suerte de muchos expedicionarios que fueron muertos o asesinados durante el cerco del ejército de la dictadura batistiana, de reunirse con Fidel y Raúl. Como integrantes del grupo guerrillero de la Sierra Maestra, y formando parte de aquel puñado de hombres guiados por altos ideales y con una estrategia revolucionaria creadora, realizaron la proeza de derrotar, con el apoyo del pueblo cubano, al ejército contrario, formado, apoyado, armado y prohijado por los Estados Unidos.
Tanto Camilo como Che participaron en el primer combate victorioso del Ejército Rebelde, ambos fueron tejiendo su trayectoria destacada a golpes de inteligencia y audacia, ambos al cabo de un año de combate fueron ascendidos por Fidel al grado máximo de Comandantes del Ejército Rebelde.
Cuando fue necesario extender la guerra de liberación hacia las provincias del centro y occidente del país, Che fue designado por Fidel para dirigirse a las Villas con una Columna de combatientes, y Camilo con una similar para hacer un recorrido paralelo y dirigirse a la provincia más occidental, Pinar del Río. Ambos, reunidos en el centro del país, aplicando una política unitaria de los frentes guerrilleros, lograron romper la columna vertebral del ejército de la tiranía, y junto con los avances del Frente 1 de Fidel, el II Frente de Raúl y el III Frente dirigido por Almeida, provocaron la caída estrepitosa del régimen dictatorial el primero de enero de 1959.
Ante los precipitados acontecimientos, Fidel orientó a Camilo y Che dirigirse hacia La Habana y ocupar las principales guarniciones militares. Ambos comenzaron a ocupar direcciones relevantes del Gobierno Revolucionario desde los primeros días del triunfo de la Revolución, y los dos eran pilares de la Revolución y líderes queridos del pueblo de Cuba.
En Octubre de 1959, Camilo recibió la misión de desbaratar el primer intento significativo de sedición y traición de Hubert Matos en el mando de Camagüey. Lo detuvo y ocupó la fortaleza como no se acostumbra en ningún otro país: sin disparar un tiro. Se presentó armado con la moral, la audacia, la fidelidad y la valentía que todos le reconocían. En poco tiempo pudo recibir a Fidel que llegó rodeado y acompañado por un mar de pueblo.
En los avatares para resolver las consecuencias de aquella vil intentona, Camilo desapareció en una avioneta a causa de una tempestad. Su tumba sería el mar. Ese día, el 28 de Octubre de 1959, moría tempranamente, a la edad de 27 años, el Comandante que le había expresado a Fidel que más fácil le sería dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza, y a quien Fidel, en un gesto significativo, preguntara "¿voy bien, Camilo?", durante su discurso el 8 de enero de 1959 en ciudad de La Habana.
Moría así Camilo, y sería mejor decir que nacía un nuevo Camilo, el recordado y mantenido vivo en el imaginario popular, con su sombrero alón, la sempiterna sonrisa, las consabidas bromas del cubano, quizás uno de los pocos capaz, a pesar de los caracteres diferentes, de intercambiar todo tipo de bromas y jaranas con el Che, como hermanos de lucha y combate, o almas gemelas, en que devinieron con los años. Che, el descubridor de las cualidades de guerrillero de Camilo, según confesara en uno de sus más sentidos escritos, resaltando sus cualidades innatas y adquiridas, había perdido sin dudas a parte de sí mismo, al igual que ocurrió con Fidel y todos los dirigentes de la Revolución, y lo que es indiscutible, como le pasó al pueblo de Cuba.
Cincuenta y cinco años después de aquella desaparición física, ocurrirá, como todos los años, el sentido homenaje, convertido en tradición, que los cubanos, hombres, mujeres, y niños, depositen con cariño flores en el mar y los ríos en recuerdo perenne de Camilo Cienfuegos Gorriarán, que todavía nos acompaña con estos versos, de Bonifacio Byrne, que inmortalizó para la conciencia del pueblo: "Si deshecha en menudos pedazos /, llega a ser mi bandera, algún día /, nuestros muertos alzando los brazos /, la sabrán defender todavía"
Che pudo seguir su trayectoria como Guerrillero Heroico en África y América Latina en su lucha resuelta por la liberación de esos pueblos de las garras del imperialismo, hasta caer en combate el mismo mes de Octubre. El día 8 de 1967 fue hecho prisionero en el combate de la cañada del Yuro en Bolivia y el día 9 fue asesinado, en la escuelita donde permanecía preso. La orden de matar llegó del Norte y fue cumplida cobarde y criminalmente por el gobierno boliviano. Para más aberración de salvajismo político, sus enemigos quisieron desaparecerlo bajo tierra, pero no pudieron lograrlo. Después de 30 años fue posible encontrar sus restos en Bolivia, tras un esfuerzo colosal de búsqueda, que siempre tuvo en contra el secreto criminal y la conjura de todos los responsables involucrados en los hechos, desde la cúspide militar y política hasta la soldadesca. Se hizo cierto lo que vaticinara Nicolás Guillén en sus versos memorables: "No porque te oculten en sierra y páramo / impedirán que te encontremos / Che, Comandante, amigo".
Hoy sigue en la memoria de los cubanos y de millones de hombres en el mundo. Y allí en las Villas, Cuba, donde descansan sus restos, cada día se depositan flores frescas ante el nicho que guarda sus restos, al igual que ante los del resto de los combatientes que allí yacen.
Che y Camilo, todavía andan espiritualmente como almas gemelas y permanecen vivos en el corazón y la memoria de hombres y pueblos. El homenaje que se les tributa, con el paso del tiempo da sentido perdurable a sus vidas jóvenes sacrificadas tempranamente en aras de ideales y luchas nobles y fecundas.