Se acaba de cumplir otro aniversario de la REVOLUCIÓN RUSA del 7 de noviembre de 1917, hasta su momento la más radical y profunda de la historia. Significo el acceso al poder por primera vez de obreros y campesinos, derrotó el ejército blanco y la intervención de las 18 potencias capitalistas de la época, con soldados, armas, aparatos de inteligencia y recursos financieros y diplomáticos, que para Rusia fue de consecuencias más desastrosas que la Primera Guerra Mundial.
Los planes quinquenales sacaron al país del atraso feudal y el triunfo en la Segunda Guerra Mundial fue un grandioso éxito de la URSS porque en ese frente se concentró el 80 % de las divisiones nazis.
El lanzamiento del primer satélite y después del primer hombre al espacio fueron logros científicos que colocaron a la URSS por encima del capitalismo más avanzado.
El derrumbe del país que había alcanzado tales avances reclama entonces una explicación.
A nuestro juicio existe el hecho claro de que la clase obrera, después de la muerte de Lenin, fue remplazada por una casta burocrática en la dirección política y allí está la base de todos los errores.
A la muerte del gran dirigente que fue Lenin, se abrió una lucha ideológica y de posiciones, en la cual fueron liquidados experimentados dirigentes y especialmente la polémica sobre “la revolución en un solo país” y “la revolución permanente” entre Stalin y Trotsky tuvo grandes consecuencias. A nuestro juicio, de allí partió la tesis según la cual no podía plantearse la revolución en Europa Occidental, la cual se expresó de manera negativa en la concepción de la Guerra Civil Española.
Fidel Castro opina que fue un grave error estratégico el pacto entre Stalin y Hitler, firmado por los ministros Molotov y Ribentrot, porque fue Hitler quien obtuvo ventaja al invadir la URSS cuando ya tenía en sus manos la industria de toda la Europa Continental. Las pérdidas humanas y materiales de la URSS fueron cuantiosas y graves los efectos políticos en el movimiento revolucionario mundial.
Estos dos ejemplos nos ponen de relieve la necesidad de ser consecuentemente científicos con los principios básicos que constituyen la dinámica de la sociedad. Los errores de esa naturaleza tienen consecuencias a veces a muy largo plazo pero en ningún caso se escapa a sus efectos. El marginamiento de la clase obrera determino errores de envergadura a pesar del inmenso prestigio que la revolución tenia al interior del país y en el mundo entero.
Este hecho enseña además que la complejidad de la vida social exige la más democrática discusión porque, al tratarse de una ciencia, el manejo democrático de los problemas es una necesidad.
Cuando se trata de las ciencias sociales, en particular la política, la discusión es tanto más necesaria porque estamos en presencia de las más complejas de las ciencias. El derrumbe de la URSS nos enseña a todos los revolucionarios del mundo y en especial los que iniciamos la revolución desde el poder no incurrir en el error de marginar la clase obrera e impedir la polémica científica.
El revolucionario autentico tiene que aprender de los errores cometidos por otros movimientos, así como de los propios.
La Revolución Bolivariana tiene la magnífica oportunidad de saber aprovechar los errores y aciertos anteriores y proceder con el mayor rigor científico.
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