La falta de una conexión orgánica permanente de las diferentes instituciones del Estado venezolano con los sectores populares organizados, especialmente con aquellos que respaldan decididamente el actual proceso revolucionario bolivariano socialista, podría provocar escenarios adversos a la marcha de este proceso; sobre todo si tomamos en cuenta la proximidad de las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional y la persistencia de un desabastecimiento no resuelto de productos esenciales para la familia venezolana que minaría la confianza popular en la eficacia del gobierno nacional para contenerladel todo. Esto es algo que amerita cuanto antes la intervención activa de revolucionarios y chavistas para derrotar cualquier estratagema opositora, tanto la de aquella que propiciaría más violenciaen el país como la que simula ser democrática y pacífica. Además, cada colectivo revolucionario y chavista tiene ante sí un debate objetivo y constante, a fin de detectar cuáles son las fallas y los errores cometidos en lo que se refiere a la puesta en marcha de las diversas misiones sociales y la gestión de gobierno en todos sus niveles.
En este sentido, quienes se hallan actualmente al frente de las instituciones públicasserían los mejor llamados a una discusión seria y abierta sobre la realización de acciones a las que se sumarían los movimientos populares, lo mismo que los partidos políticos que respaldan al proceso revolucionario bolivariano socialista. De este modo, sería altamente posible no sólo enfrentar exitosamente a la oposición en cualquier evento futuro sino también crear las condiciones ideales para que exista entonces una verdadera unidad revolucionaria,desde las bases mismas, sin las apetencias personalistas y el comportamiento sectario que la han impedido hasta ahora. En esta situación, se requiere una revolución desde las bases populares que deje atrás los criterios de la democracia representativa einstituya en su lugar los correspondientes a una democracia directa, extendiéndose a todos los ámbitos de la vida en sociedad.
A todo ello hay que agregar la necesidad de poner en práctica los postulados fundamentales del socialismo bolivariano, de modo que esto sirva para determinar su viabilidad, sobre todo en materia económica, sin tener que recurrir a la lógica del capital cuando lo que se impone es su completa sustitución. Esto es algo que, de alguna forma, ha sido obviado, dándosele más énfasis a la política social del gobierno (lo que no podría descalificarse por completo del mismo modo como lo hacen los enemigos del proyecto revolucionario bolivariano) que a la implementación de una economía de tipo socialista, teniendo a la mano los ingentes recursos provenientes de la renta petrolera. Éste sería un gran reto por conquistar del gobierno de Nicolás Maduro y, con él, de todas las fuerzas chavistas y revolucionarias; máxime cuando se enfrentan las consecuencias de un desabastecimiento artificial de productos orquestado por el sector empresarial opositor. Por consiguiente, el gobierno no debiera confiar en soluciones parciales que no llegan al meollo del asunto, que no es otro que la existencia del capitalismo rentista y dependiente que desde siempre ha existido en Venezuela. Esto supone la ejecución de medidas revolucionarias que privilegien la acción directa de trabajadores y productores, estableciéndose unas nuevas relaciones de producción y una orientación de la economía que modifique radicalmente los paradigmas impuestos por la lógica capitalista.