Como si formara parte de las legiones de la muerte y en completa contradicción con la realidad de la fe, hace días atrás una monja venezolana rogaba a Dios por la desaparición de todos los chavistas. Los venezolanos y venezolanas sintieron el frio de la maldad y las palabras de esta religiosa se quedaron en letra muerta. Fue una blasfemia inscrita en los breviarios del odio con claras intenciones gelatinosas para que diera frutos venenosos con sabor a herejía y hacer de la religión un instrumento a favor de cierta corriente política dañina, concretamente de la derecha opositora que practica la violencia y el terrorismo político como ritual para obtener el codiciado poder.
Aunque la religiosa quiso rectificar ya las palabras estaban regadas y formaban parte de una felonía. Pero más allá de la desviación espiritual de tal ruego, no fue una súplica aislada sino que la misma se une al coro de las voces macabras de muchas personas que obstinadamente no aceptan al chavismo como corriente política e ideológica, ni muchos menos que gobiernen el país. La letanía ha sido constante y después de la derrota de las guarimbas, en muchas partes de San Cristóbal, por ejemplo, se realizaron encuentros en casas y apartamentos de gente opositora, donde se reunían para orar y pedirle a Dios para que Maduro se fuera y saliera ya del poder.
Y yo hablo de genocidio político porque eso es lo que uno escucha en la calle. Expresiones claras y evidentes de odio caricaturesco contra el Presidente de la República, contra el chavismo, contra el PSUV, contra los diputados revolucionarios de la Asamblea Nacional y los Consejos Legislativos, contra los alcaldes, contra la juventud chavista, contra la UBV y el resto de las universidades revolucionarias; contra mercal y pedeval, contra PDVSA y todas las instituciones del Estado venezolano. Hay que acabar con Chávez decían rabiosamente. Ahora dicen hay que acabar con Maduro, olvidando que fue electo por el voto legitimo de la mayoría revolucionaria. Tras ese recetario de odios, han ido ejecutando acciones de tipo fascista durante todos estos años de gobierno revolucionario. Precisamente la guarimba se inserta dentro de ese marco de lucha violenta llamada “la salida” convocada por los sectores más reaccionarios de la política venezolana.
Entonces el genocidio político contra los chavistas lo pudiéramos interpretar como la destrucción por exterminio de todos los partidarios y militantes de la causa revolucionaria. Cuestión que me parece cuesta arriba, pues la lucha es política y no de enfrentamientos directos, tampoco es con armas ni cuerpo a cuerpo. Es con votos, es con liderazgo, con proyectos y con pueblo como se va a dirimir la lucha Política. Pensar que van a barrer de la faz de la tierra a los chavistas en una leyenda que los escuálidos han ido contando de pueblo en pueblo, insistiendo que ya es el fin de la revolución y de todos los chavistas.
Por ello yo he insistido en casi todos mis escritos que no dejemos que nos aten las manos con los cantos del miedo, ni muchos menos permitir que la derecha siga perpetuando el odio alimentado con la mentira. Hay que darle una lección contundente en las próximas elecciones parlamentarias. La oposición está contando con los votos del chavismo y de allí sacan sus cuentas; pero se impondrá nuestra conciencia y nuestra lealtad revolucionaria. Somos chavistas y nunca vamos a permitir el genocidio político de la revolución. Ya son dieciséis años de gobierno revolucionario y el 2015 debemos seguir por esa senda victoriosa. Amén.