El acceso a un beneficio del recurso que ingresa al pueblo venezolano, por la vía del petróleo auténticamente nacionalizado por la Revolución Bolivariana, en ejercicio del poder democrático, como Gobierno, legítimamente elegido desde 1998, es parte del acceso a “la mayor suma de felicidad” que nuestro Libertador Simón Bolívar atribuía a la obra del mejor gobernante.
El mejor Gobierno, el del Comandante Hugo Chávez, constituido con un huracán de transformaciones revolucionarias a partir de 1999, crea la misiones sociales como vías de inclusión y de distribución de las riquezas petroleras que, antes, iban a parar, prácticamente íntegras, a los bolsillos de los grandes explotadores, de los dueños de las grandes transnacionales y del gobierno imperial estadounidense, encargado de administrar, política e ideológicamente, toda la perversidad antihumana del dominio del capital.
En un gesto de simbólica equidad, ese revolucionario militar bolivariano, nuestro sempiterno Chávez, también llega al detalle de colocar en las y los individuos, en las y los ciudadanos de Venezuela, un porcentaje de las ganancias petroleras, expresadas en divisas estadounidenses (dólaresUSA, para efectos comerciales internacionales) para que éstas y éstos pudiesen hacer compras por internet (una de las opciones, contemplada en 300 dólares por año) o tener una especie de viático utilizable en viajes al extranjero (el cual fluctúa, también en dólares USA, según el país al cual se viaja).
Esta modalidad de distribución de la riqueza colectiva del país, especialmente la proveniente de la renta petrolera, causó un importante impacto, celebrado por un sector de nuestra sociedad, especialmente poseedor de tarjetas bancarias de crédito y con reales o potenciales posibilidades de viajes al extranjero. El beneficio de equidad social se convertiría muy pronto en perversidad manipulada ideológicamente por el pensamiento dominante, por el pensamiento burgués, por el pensamiento capitalista. Los tarjetahabiente, de ángeles beneficiados pasarían a ser voraces demonios reproductores del peor individualismo y ladronismo, característico del capitalismo. Es entonces cuando surgiría la figura del “raspacupo”, un lumpen burgués que, aprovechándose de ese fácil recurso del Estado en construcción revolucionaria de una sociedad de nuevo tipo, abandonaría ese camino para buscar apuñalar a la Revolución venezolana, a los gobiernos bolivarianos del Comandante Chávez y al gobierno Bolivariano y chavista del camarada Nicolás Maduro.
Se pasó, de manera abrupta y corrupta, del deseo de equidad bolivariana para toda la sociedad a la perversidad del raspacupismo que, hoy, hasta ha comenzado a generar traidores en las filas militares, que raspan cupos, negocian visa estadounidense, piensan en dólares y son capaces de venderse a la NAS estadounidense para provocar un golpe de Estado, derrocar al presidente Maduro y regresar a las miserias del pasado cuartorrepublicano. Verdaderamente una verdadera puñalada en el pecho del futuro socialista.
Estamos a tiempo de corregir, pero hace falta trabajar sin descanso para fortalecer la conciencia revolucionaria.