El gobierno denuncia un golpe y empieza a tomar medidas policiales, detiene a militares y a algunos civiles, pide solidaridad internacional y llama al pueblo a la unión para derrotarlo, acusa a los gringos de ser los autores intelectuales. La situación es delicada, no cabe duda, amerita estudio para no cometer los errores del pasado, para defender los anhelos más queridos de este pueblo, las metas más humanas: el Socialismo, y evitar que los humildes terminen trabajando para sus verdugos.
El rumbo que tome la nación en esta situación de crisis dependerá principalmente de la claridad ideológica, de la teoría que guíe la acción. Es necesario que la política no se maneje por clichés, por frases y palabras vacías, sin definición, que encubren caminos de retorno.
La primera alerta es la "unidad". No todo llamado a unidad es bueno, en el pasado sirvió para entregar la gesta heroica del 23 de Enero. Escuchemos a Fabricio en su carta-testamento de renuncia al congreso:
"El 23 de enero, lo confieso a manera de autocrítica creadora, nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo para erradicar los privilegios ni las injusticias. Quienes ocuparon el Poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria".
Allí la gran falla teórica, estratégica, fue la unidad boba, sin principios, sin rumbo, asumiendo las metas de la burguesía, del capitalismo. Es así, unidad sin principios, sin contenido, sólo puede favorecer al capitalismo, como sucedió aquel 58; mientras Cuba caminaba hacia el Socialismo, nosotros "unidos" caminábamos a medio siglo de oscuridad puntofijista. Entonces, la unidad que hoy cabe es la unidad alrededor del legado de Chávez: Maduro-Socialismo-Cuidado con el reformismo. Los tres puntos, no uno solo.
En aquellos años de pacto de punto fijo los revolucionarios defendieron a la democracia burguesa de varios intentos golpistas, todos bajo el signo fatídico de la unidad, y de todos salió la burguesía triunfante y la Revolución más perseguida. Esa experiencia refuerza la pregunta ¿para qué derrotar al golpe?
La respuesta es una, derrotar el golpe para avanzar al Socialismo, salir a la calle a profundizar el Socialismo. De otra manera, el pueblo humilde estará trabajando para sus verdugos, para el capitalismo.
¿Qué ha pasado hasta ahora con toda esta situación de golpe, de guerra económica? ¿Cómo está la correlación entre el capitalismo y el Socialismo?
La confrontación se ha vaciado de contenido ideológico. Desprovista de proyecto propio, la Revolución se guía por el esquema inoperante de que "todo enemigo de mi enemigo es mi amigo", que da cierto resultado en matemáticas, o en peleas de comadre, o en el centro de estudiantes, o en el sindicatico economicista, pero en política grande, en Revolución, es un precepto torpe y reaccionario.
De esta manera, ahora no se enfrentan dos sistemas, sólo lo hacen dos formas de ser capitalistas. Por eso se personaliza la contienda y se olvida el proyecto socialista, los dos bandos defienden en el fondo lo mismo; ya de manera descarada el Socialismo devino en democracia burguesa, ahora se disputa quién reparte más y mejor la renta. Ahora las razones son que aquel es malo, vendepatria el otro, mal proveedor el de más acá, que el que manda está más acullá. Los gringos toman partido por un sector, los chinos ven con simpatía al otro, los rusos sonríen, la pugna internacional entre los capitalismos se refleja aquí con la sordina de la distancia.
El deber de los Revolucionarios es terciar en la disputa con el Socialismo de estandarte. No pueden ser carne de cañón, simples piezas llevadas por el viento capitalista, participar sin proyecto propio y calificar el triunfo de un sector capitalista como un triunfo revolucionario. La crisis de la confrontación de estos dos proyectos capitalistas debe ser aprovechada para impulsar el Socialismo, rescatar el Plan de la Patria, el pensamiento anticapitalista y antiimperialista de Chávez. En resumen: derrotar el golpe para derrotar al reformismo, para rescatar el camino que nos dejó señalado Chávez.