Renovar el socialismo al calor de la lucha popular

Iñaki Gil de San Vicente, en artículo publicado en www.rebelión.org, titulado "Origen y presente del socialismo", da cuenta que "el socialismo está siempre en adecuación y adaptación porque el capitalismo, su enemigo mortal, se adapta y adecúa permanentemente. La lucha de clases es movimiento continuo a partir de las contradicciones sustanciales del capitalismo, lo que hace que la teoría socialista deba (re)crearse, descubrir e integrar los brotes que emergen de las raíces y las vivifican. Por esto, está condenada al fracaso cualquier definición cerrada, fija, dogmática del socialismo. La lucha de clases es la que impulsa con sus lecciones prácticas el enriquecimiento teórico del socialismo". Esto que, a simple vista, pudiera calificarse de esencial, resulta para algunos una cuestión casi indescifrable, carente de importancia y, por consiguiente, nada atractivo, a pesar de estar -aparentemente- comprometidos en la lucha por el socialismo revolucionario y por la construcción de una sociedad (post-capitalista) de nuevo tipo.

La actual situación que se está viviendo a nivel mundial con el reposicionamiento del capitalismo neoliberal (con sus secuelas de guerras, invasiones, amenazas a la soberanía de naciones, cuyos gobiernos buscan transitar un camino propio, y el resurgimiento del fascismo como opción preferente para imponer regímenes más adecuados a sus propósitos hegemonistas y de explotación, además de los trabajadores, de recursos naturales estratégicos), requiere que la teoría del socialismo esté renovándose al calor de las diferentes luchas populares esparcidas a lo largo y ancho de nuestro planeta. No puede concebirse, por tanto, que se crea obsoleto al socialismo sin antes intentar adecuarlo debidamente a las nuevas realidades que confrontamos actualmente, dispersándonos en disgregaciones que no resultan nada prácticas, imposibilitando que los sectores populares alcancen a tener herramientas apropiadas para derrumbar el orden social vigente.

Esto nos conduce a renovar lo expuesto por José Carlos Mariátegui respecto a que el socialismo en nuestra América no debía copia ni calco, algo que también buscó lograr el Comandante Che Guevara y, en los tiempos más recientes, el Presidente Hugo Chávez, tratando de edificar un modelo endógeno, diferenciado del existente en su momento en la extinta URSS. Sin embargo, hay que mencionar que la labor intelectual de teóricos del socialismo -aunque esté más ajustada a la realidad de su época y a sus países de origen- no es del todo desdeñable, como algunos pretenden, invocando cierta autonomía, pero sin desprenderse mucho del cúmulo de conocimientos adquiridos gracias a la ideologización capitalista. Una contradicción que exige solventarse, si realmente se quiere trascender el sistema dominante del capitalismo. Por ahora, lo que queda entender es que si al socialismo revolucionario no se le inyecta la comprensión y definición de las diversas luchas sociales del presente (no sólo las protagonizadas por los trabajadores contra la hegemonía del capital), obtenida de un serio debate, actualizado de forma permanente y que no de pie a dogmas rígidos que no puedan cuestionarse bajo ningún concepto; podrían algunos llegar a pensar que éste (al igual que durante el colapso del bloque soviético) que éste ya no tendría ninguna esperanza qué ofrecerle a la humanidad entera.-



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Homar Garcés


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