Puede ser que el gobierno gane las elecciones, y que además obtenga más diputados que la otra opción capitalista; puede ser que se acaben las colas, que el dólar no suba más, puede hasta que deroguen el decreto; puede ser que la Faja produzca cinco millones, aún puede ser que la Faja vuelva a tener soberanía y la Misión Vivienda llegue al millón y medio. Pueden ser muchas cosas, y todo será en vano, puro espejismo, no habremos cumplido con el legado de la historia si no construimos el Socialismo: le habremos fallado a la humanidad, al país, al Comandante.
El problema central de la humanidad, lo fundamental para el hombre de esta época es superar al capitalismo, de no hacerlo la humanidad perecerá y con ella la vida en el planeta. Nada puede estar sobre esa necesidad.
La humanidad padece la peste más letal de toda su historia, más dañina que el sida, la peste bubónica y la cólera juntas, únicamente comparable a la pérdida de la capacidad de amar: se trata del capitalismo. Es una dolencia que pasa desapercibida, su daño no se le imputa, genera su propia justificación, su propia máscara, es defendida por los mismos enfermos; en fin, es una enfermedad contaminante de los destinados a combatirla, los transforma en portadores que la diseminan. La enfermedad distorsiona la condición humana, convierte al hombre en instrumento de su propia enfermedad.
En estas condiciones el hombre, la humanidad, asiste a su destrucción como quien va al teatro a disfrutar un drama que le ocurre a otros, a ver la desaparición de un mundo extraño. Es que el humano no se reconoce en sus semejantes. En la India las olas de calor matan a miles pero eso no conmueve, la India queda lejos, es otra galaxia. En China, las ciudades viven en un invierno perenne por la contaminación, pero eso no mortifica, pertenece a otro mundo. Las inundaciones siguen a terribles sequías, no importa aún, no es con nuestro mundo, es el planeta de los medios, de la pantalla, de Telesur, no es con nosotros. Los científicos dicen que el desajuste climático ya está aquí y amenaza la vida, y la alerta parece cosa de Hollywood.
El mundo, unánime, se dirige a su destrucción y el hombre del capitalismo oculta el peligro, percibe al mundo a través de los medios de comunicación, la radio, la televisión, el cine, que más bien deberían llamarse “medios de deformación”, como dice Humberto. Le imponen una imagen distorsionada, apegada a los intereses mezquinos de un segmento de la sociedad, los capitalistas, que están igualmente alienados que el resto que suponen explotar. En realidad, todos son víctimas de la misma peste.
Chávez se hizo gigante cuando entendió su papel histórico, el mal que es el capitalismo, cuando supo que la humanidad no tenía futuro en el capitalismo, lo enfrentó y propuso el Socialismo. La humanidad vibró con esa esperanza, su pueblo se elevó a los días de las gestas heroicas de Bolívar, Zamora, Fabricio, y fue de nuevo ejemplo para el mundo. Aquí vinieron todos los hombres de buena voluntad a observar cómo el Che regresaba con su adarga al brazo, cómo la Sierra Maestra se daba la mano con el 4 de Febrero, cómo a los centauros les crecía la barba de la dignidad. Aquí, con Chávez regresó el carpintero, el fantasma volvió a recorrer al mundo. Fuimos dioses con la capacidad de fundar nuevos Reinos de amor.
El capitalismo, sin más miramientos que su lucro, crecer, producir, gastar, consumir, que la rueda siga girando y machacando vidas, insaciable y cruel asesinó a Chávez como ha asesinado a todo lo que se le oponga, a todo lo que signifique vida.
Y murió Chávez, como murió Bolívar, y una nube gris espantosa cubrió los corazones, y perdimos la hidalguía que hubimos alcanzado, y la figura de guerreros se destiñó con el agua de la demagogia. Y cambiamos la gran meta por el relumbrón del verbo fácil pero inocuo, y el imperio entró de nuevo y nos hizo bailar la misma sinfonía lúgubre que nos conduce al cadalso.
Todo no puede terminar aquí, este no puede ser el destino del sueño de tantos, estamos seguros, que no habrá hueso que se oponga, la humanidad debe vivir, esa es la tarea de los patriotas.
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