Quizá las pedigüeñas y pedigüeños que pululan por algunas calles, vagones del Metro y camionetas de pasajeros, no estén absolutamente convencidos de ser agentes honorarios del imperio estadounidense y sus planes conspirativos contra Venezuela. Sólo ganan a destajo lo que la generosidad de venezolanas y venezolanos, con quienes se topan, tienen a bien ofrecerles como dádiva. Pero, eso sí, los discursos aprendidos y repetidos, con tonos de impresionante dramatismo, en algunos casos, podrían aspirar por un mejor salario, pagado en dólares por sus mentores y manipuladores.
Con todo el respeto que siempre se merece toda persona, una o un pedigüeño siempre termina siendo sospechoso de un discurso falso y una tragedia inventada.
Luego de la llegada del Comandante Supremo Hugo Chávez a la Presidencia de la República, el cuadro de necesidades sociales construidas por el capitalismo y su depredadora voracidad que todo lo convierte en miseria y pobreza para las grandes mayorías, fue disminuyendo. Políticas sociales para atender la alimentación gratuita o a muy bajo costo, en servicios diversos, algunos atendidos directamente por la Misión Negra Hipólita, por el Instituto Nacional de Nutrición o, en otros planes diversos, a través del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, fueron reduciendo drásticamente el hambre, la desnutrición y las miserias, especialmente en lo referido a personas en “situación de calle”.
En Venezuela, literalmente, nadie pasa hambre. En Venezuela, la Revolución Bolivariana liberó al pueblo venezolano de las angustias de no tener nada que comer, de tener que preparar teteros con aguas secundarias de hervir algunos granos o sancochar insulsas harinas y extraer proteínas de alimentos industrializados chatarras para perros y gatos. En Venezuela, la pesadilla de ir al lecho nocturno con la barriga vacía, quedó atrás.
Y, aún en esta época cuando arrecia la guerra económica, nos escondes los alimentos y los capitalistas se inventan inflaciones que nos imponen para crear caos, angustia y desespero, ¡NADIE PASA HAMBRE EN VENEZUELA!, nadie muere desguarnecido o a la intemperie, como si ocurre en cada invierno en los Estados Unidos, en la cuna imperial del capital, donde los pobres que no mueren de frío en las calles o en las bocas de acceso a los trenes subterráneos, son asesinados por la policía, tan solo por cometer el delito de ser pobres y negros.
Por eso es que nos permitimos poner en duda y calificar de conspirativo el discurso insostenible de la “mendicidad” en Venezuela.
La burguesía terrorista, transnacional o apátrida ha descubierto un filón de beneficio agitativo y caotizante para sus planes desestabilizadores contra Venezuela, recurriendo a la estrategia de atizar la mendicidad, con discursos de falsa hambruna y de otras supuestas crisis, especialmente en el campo de la salud. Sin entrenar, a ese pequeño ejército de lastimeros que piden sin necesidades reales, se les empuja a discursear una Venezuela supuestamente insostenible e incapaz de resolver problemas básicos.
Se trata de una estrategia compleja, planificada, estudiada, aplicada junto a planes de mayores dimensiones, como los de la guerra económica, la desestabilización desde el sur, con participación de países proimperialistas como Guyana y Colombia. Se trata, en fin, de obligar a que nuestra Revolución Bolivariana y Chavista, se rinda.
Ante este cuadro y el aparentemente aislado caso de los pedigüeños, al pueblo patriota no le queda otra sino la vigilancia incansable y el ¡NO PASARÁN! Militante. ¡Vamos! ¡Revolución y vida para siempre, con Bolívar y Chávez!