La frase es del soldado Simón Bolívar. Pero, quien nos la ha estado recordando, en lo que va de siglo, es otro soldado: Hugo Chávez. Ambos libertarios y libertadores, separados por un rato de diversidades y coyunturas, de estrategias y tácticas de, aproximadamente, 200 años.
Aludiendo a la “concepción unitaria y estratégica” que caracterizó, desde muy joven, al patriota Simón Bolívar, es cuando Hugo Chávez nos enfatiza el riesgo de perdernos, si incurrimos en vacilaciones. Fue a sus 27 años, cuando Bolívar “lanzó aquel discurso en la Sociedad Patriótica, para terminar diciendo algo que hoy es perfectamente válido: vacilar es perdernos, pongamos sin temor todos juntos la piedra fundamental de la libertad suramericana, vacilar es perdernos”.
Desde el Teatro Municipal de Caracas, el 30 de septiembre de 2002, en la Asamblea de Jóvenes por la Paz, la Democracia y la Justicia, es cuando Chávez arenga a la juventud recordándole y recordándonos que “por mandato de los siglos, la piedra fundamental de la libertad suramericana la tenemos nosotros en nuestras manos” y exhorta diciendo, “vamos pues juntos con esa piedra de rayo, con ese amor, a construir un nuevo camino para nuestros pueblos, camino de dignidad, de libertad y de justicia. Vacilar es perdernos, llevemos adelante la unidad, eso fue en 1811”.
Unidad, unidad, unidad. Casi una obsesión bolivariana y chavista que deber ser divisa para nuestras victorias independentista y socialista del presente siglo y de las presentes luchas. Y en medio de reflexiones, arengas y exhortos, el líder y libertador del siglo XXI nos recuerda los tiempos tristes, 20 años después, en Santa Marta, Simón Bolívar a sus 47 años “parecía un anciano físicamente, enfermo, traicionado, adolorido” y es cuando proclama: “Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos –es decir, acota Chávez, las divisiones- y se consolide la unión, bajaré tranquilo al sepulcro”.
Con las menciones al Libertador Simón Bolívar, el Comandante Hugo Chávez transmite sus propias angustias ante los riesgos de desunión, de rencillas, de zancadillas, de la proliferación de odios entre pares que pueden hacer vacilar la revolución, cuando Vacilar es perdernos.
Muchas veces miramos los riesgos de nuestra Revolución Bolivariana y Chavista, solamente en la acera de enfrente. Es fácil identificar al enemigo transnacional e imperialista del capital y a sus lacayos en Venezuela haciendo oposicionismo. A ellos les combatimos y no dejaremos de hacerlo. Nuestra conciencia de clase nos convoca a pulverizar a los dominadores. Pero también debemos pulverizar en nuestras mentes y en nuestros corazones al enemigo que ejerce su hegemonía en nuestros actos, conductas y valores. La unidad debe nacer desde nuestras conciencias. Ese es y debe ser el gran reto cotidiano. Vacilar es perdernos.
Lo decía Chávez en aquel 2002 que ahora recordamos, pero la vigencia de su reclamo es el mismo hoy en 2015, “la batalla apenas está comenzando, nadie puede estar cantando victoria, no, muchas amenazas se ciernen sobre nuestra joven revolución, muchas conspiraciones siguen en marcha, así que debemos estar alertas y unidos, organizados”.
Y el tema de la organización es otro de los aspectos de gran importancia en los que siempre se centró el Comandante Supremo. “Irnos organizados por los barrios a ver dónde están los grandes problemas, hacer encuestas, hacer trabajo social, a recoger la problemática de los niños, de la droga, de las enfermedades, las necesidades sociales de los campesinos”. Es la tarea concientizadora que impone una revolución como la nuestra. “Llevar la antorcha del conocimiento, la moral y las luces a todo hombre, a toda mujer que lo necesite, a lo largo y ancho de nuestro territorio”.
Tengámoslo presente: conciencia, unidad y organización. Unidad, unidad, unidad. ¡Vacilar es perdernos!
