Tenemos paz pero hay guerra económica, ¿en qué quedamos Maduro?

Por ese empeño de no querer ver sino un panorama esplendoroso, que por supuesto no existe, se presenta ahora como el gran logro de la gestión presidencial la conservación de la paz sin darse cuenta de la tremenda incoherencia de esa efímera afirmación con la pronunciada al conocerse los resultados del 6D según la cual había triunfado la guerra económica. De cuál paz o de cuál guerra estamos hablando. ¿La paz es la guerra, la guerra es la paz o ninguna de las dos? Con tan confusa explicación de las ideas políticas se enreda más aún la comparecencia de la revolución bolivariana ante el tribunal de la historia y todo por quererse eludir la autocrítica ideológica.

Si en algo ha sido repetitivo el gobierno es en insistir, en denunciar y hasta enfrentarse infructuosamente, con medidas populistas, a la furiosa guerra económica responsable de someter a la mayoría de la población venezolana a las colas infrahumanas del capitalismo salvaje. De allí proviene el descontento que produjo el doloroso descalabro político del gobierno, del PSUV y del GPP. La agresión y la violencia contra el pueblo son obras de la burguesía pero la indefensión y la orfandad de la sociedad ante la inhumana violación, por el capitalismo, del derecho a la adquisición de los productos de primera necesidad son responsabilidad única y exclusivamente de los poderes públicos y de la dirección política de la revolución. Esto no lo quieren reconocer y por lo visto jamás lo reconocerán. Le echan la culpa al ladrón y eximen de responsabilidad al vigilante que se quedó dormido. (Luigino Bracci)

Uno de los problemas de la burocracia es la de reducir todo a números, cifras y estados de cuenta, desde el confort de la oficina, dejando por fuera al ser humano, sus sentimientos y su padecer. Se pierde el contacto con la gente por lo cual se termina por no entender lo que la sociedad reclama. Por eso el gobierno y el partido siguen sin entender el drama humano monumental de las colas cuando consideran, contradictoriamente, que triunfó la paz y se perdió la guerra económica al mismo tiempo. Los burócratas están muy lejos de comprender el sufrimiento de la familia venezolana por la falta de medicinas y productos necesarios para la sobrevivencia, si se entendiera esta calamidad pública no se atrevieran a celebrar alegremente la paz como el gran logro del gobierno mientras que por la guerra de la burguesía sangra, de dolor y angustia, el corazón de los hombres, mujeres, niños y ancianos de una sociedad abandonada e incomprendida por su gobierno.

Se sobreentiende que no hay el saldo de víctimas sangrientas de una guerra civil pero guerra es guerra. Ésta es igual de cruel, inhumana y persigue, por otros medios, los mismos objetivos buscados por los golpistas del 2002. Entonces de cuál paz hablamos, será la de una sociedad sin lucha de clases para que no haya revolución. Surgen las dudas por las inconsistencias ideológicas. Las mismas que emanan de la convivencia con la burguesía, el burocratismo, la corrupción, la impunidad, la ineficiencia, el populismo y la socialdemocracia. SI no se produce una rectificación ideológica quedamos en lo mismo aunque se anuncien con bombos y platillos congresos y renacimientos.

En un palacio se piensa y se siente de manera diferente que en una cabaña. ( Federico Engels.)



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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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