El carmonato de Ramos Allup

Como lo contempla la CRBV, en su Artículo 219, el pasado martes, 5 de enero, se instaló el primer período de sesiones de la nueva Asamblea Nacional, siendo elegido como presidente, según lo previsto con antelación, el diputado adeco Henry Ramos Allup.

Ahora no tan breve

Y cumpliendo, también, con los pronósticos, a partir de allí se puso en práctica el régimen de un nuevo carmonato, o lo que es lo mismo, la derecha, a través, de su instrumento ejecutor, el inefable Ramos Allup, comenzó a desarrollar el mismo formato de Pedro Carmona, el breve, de abril de 2002, sólo que en esta oportunidad, la experiencia, al parecer, no pasa en vano, la trama ha sido concebida para ser ejecutada en cámara lenta- lenta, pero sin pausa- y no en 48 horas como cuando el fugaz mandato del representante de Fedecámaras y Venamcham en Miraflores.

Se inició, juramentándose, a sí mismo, como presidente de la Asamblea y ya en esa primera sesión de la nueva Cámara procedió a violentar el Reglamento Interno, dándole la palabra-tal cual- como gesto de consolación, al diputado primerojusticialista Julio Borges, quien, vanamente, aspiró a ese cargo, resultando vencido por la alianza de la derecha, hoy por hoy, más rancia, del presente escenario político venezolano: Acción Democrática (Betancourt-CAP) y Voluntad Popular (López-Mendoza).

En esa primera sesión, le correspondió a otro parlamentario, Américo de Gracia, el ominoso papel de marcar la pauta de propósitos que anima a esta tendencia que ahora tiene control del Parlamento Nacional; al igual que el inefable Romero, en el Salón Ayacucho, durante el golpe de Estado de abril de 2002, procedió a señalar, en este caso, no la disolución de los otros poderes, sino la disposición que tienen de ir tomando el control progresivo de las distintas instituciones que conforman el Poder Público Nacional: la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, el Consejo Nacional Electoral hasta rematar con la toma del Palacio de Miraflores, símbolo del poder político del país; en sí misma, tal invocación no es pecaminosa, la Constitución vigente establece los caminos democráticos para pretender tales objetivos; lo peligroso y cuestionable es la manera como se lo plantean: desafiando, vía parlamentaria, el Estado de derecho nacional.

La guinda que coronó la jornada de ese día fue la intervención de cierre de sesión del nuevo presidente legislativo, quien en su disertación replanteo la idea de incorporar en la agenda legislativa, como punto prioritario, la aprobación de una ley de amnistía y de reconciliación nacional, haciendo abstracción de las distintas causales que motivan la existencia de políticos presos y de ciudadanos autoexiliados, merecedores de procesamiento penal por los flagrantes, pérfidos y monstruosos delitos, por ellos, cometidos.

Golpismo institucional

Pero, más que ese dislate estuvo el hecho de plantear a manera de meta retadora la salida del Presidente Nicolás Maduro del Poder Ejecutivo de la nación, al cabo de 6 meses, a partir de la asunción de la nueva Asamblea Nacional. Es decir, más claro no canta un gallo aunque sea pataruco; en apenas una primera sesión la derecha opositora pone en evidencia el plan golpista que ya tienen en marcha; ni más ni menos, un plan que descansa en la contraposición de poderes: un Poder, el Legislativo, rebelado y confrontado contra los otros Poderes Públicos, generando una crisis institucional de pronósticos reservados.

Estamos frente a un plan concebido a seis meses, un carmonato progresivo, sustentado en la prolongación de la guerra económica, angustiante y perversa, que la burguesía local, monitoreada por y desde el imperialismo, ha desatado contra el país y el pueblo venezolano; guerra económica que ya les aportó el rédito del triunfo electoral parlamentario y que ahora esperan, con su profundización, crear la descomposición social apropiada como para coronar, con la crisis institucional, su aspiración de tomar el control político del país.

En la sesión del segundo día, miércoles 6, al frente del Legislativo, la derecha insistió en su línea de acción desestabilizadora al juramentar a tres de los cuatro parlamentarios del estado Amazonas a pesar de que la proclamación de los mismos había sido suspendida por la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, por estar sujetos a averiguación a consecuencia de presuntas irregularidades cometidas en el acto de votación de esa entidad, desacatando, con esta medida, al Máximo Tribunal del país y acentuando su disposición retadora a otro Poder del Estado Con esta postura, la burguesía remarca la línea que lleva trazada de poner en jaque la institucionalidad del país.

Sin entender al bolivarianismo-chavismo

Por si faltara poco, ese mismo día, el diputado adeco Ramos Allup, envalentonado y con la soberbia betancurista como referencia, comete el exabrupto de ordenar retirar de las oficinas y Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional de manera, por demás, grosera y alevosa los retratos del Libertador Simón Bolívar, Padre de la Patria, y del Comandante Hugo Chávez Frías, Líder Supremo de la Revolución Bolivariana, mandándolos a la basura, sin parar mientes en la ofensa que con tan vil acción le ocasionaba a los millones de venezolanos que simbolizan en estas dos egregias figuras los valores de la identidad nacional y los más sublimes sentimientos de amor y de raigambre patriótica. Definitivamente la burguesía y sus adláteres no terminan de entender el fenómeno de la simbiosis del bolivarianismo-chavismo. Allá ellos con su cortedad de miras.

En apenas dos días, martes y miércoles, la derecha mostró el rostro de la monstruosidad con la que llega a la Asamblea Nacional, el mismo rostro que presentó Carmona en aquellos dos días tenebrosos de abril de 2002 en los que se adueñó írritamente del poder, aunque sus congéneres de ahora se lo plantean en un lapso de 6 meses. Pues bien, la pelea es peleando y con Bolívar y Chávez seguiremos triunfando.

 



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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