Estimado Presidente
Acabo de leer su carta http://www.aporrea.org/ideologia/a221784.html y me sorprende enormemente su fatalismo, parece animado por la sombra de Berruecos. Asume usted todas las torpezas y todos los errores al frente de la primera magistratura, no dejando para nosotros responsabilidad alguna. ¿Nada ha marchado en este país post Chávez, Nicolás?. Esa sobredosis de humildad caricaturiza aquella sentencia de un tal San Francisco que se la escuche a Cabral, el facundo y fecundo cantor nuestro de todos los días: “deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco”. Lo cierto es que está allí, a despecho de los que creen que la historia puede torcerse para su satisfacción.
Es una tarea colectiva la de concebir el camino hacia el socialismo, no hay duda. El concurso de todos es vital, de todosy de todas, la tuya Nicolás y la de cada uno de nosotros. Lo que pasa es que a veces, imbuidos por ese yo colonizador que no nos abandona (y en eso es verdad que has fallado) nos jactamos, nos jactamos y nos jactamos, sacando títulos, grados para exponerlos como trofeos del ego. Imagínate a ese profesor universitario con cuarenta muchachos y muchachas al frente expuestos a la inoculación de la desesperanza con ese discurso malsano de decir que aquí nada sirve. (Porque incluso el no decir las cosas buenas que pudimos haber hecho entra en esa malaventuranza del pensamiento).Que bueno que ese profesor animado para la biofilia “contamine” a sus muchachos con una esperanza concreta. Ya esa sería una pequeña victoria, lo que pasa es que es más fácil jactarnos, jactarnos y jactarnos de unos títulos que ni siquiera nos hacen mejores ni superiores a otros.
Asumamos a Andrés Eloy, Nicolás, ejerzámoslos, como a Bolívar, como a Chávez, como Argimiro Gabaldón, ejerzámoslos porque en momentos tan difíciles como estos –de potro y pólvora, dijera Cesar Rengifo- hay que hacer el pan del tamaño de nuestra hambre. Yo se que tú no eres hombre de rendirte, de repente para algunos que te imaginan la rendición sería lo mejor, claro desde la cajita de confort del dibujante.
Esa guerra económica, de la cual algunos ilustrados dudan, se palpa en carne y huesos. Esta allí, pero también está allá, allende nuestros mares desde donde se direcciona bajo la tristemente lógica Kisingeriana de hacer aullar la economía de nuestros países, de la mano del malinchismo que nos carcome los tuétanos.
Es verdad compañero presidente, muchas de las cosas que se hicieron con mucho esfuerzo dejaron de funcionar o funcionan muy mal. Acá en el mismo Tigre, tierra compartida de Noel, hay esas expresiones de fracasos renombrados, la fábrica de taladros, la soyita, la planta de soya. Cuestión que no has aspirado tú, pero el telodijismo de los tuyos, de gobernadores y alcaldes te han “vendido” como “buena hierba” al abrojo. Los tienes a tu lado, son los que pusieron al gerente aquel de Coppelia (te acuerdas de Coppelia, una de las últimas arrecheras de Chávez).
Así como hay cosas malas, muchísimas, también hay cosas buenas buenísimas, mencionarlas es extenderme quitándole la tarea encomendada a quien desde tu gabinete tiene esta función.
Por ello, te pido encarecidamente y animado por aquel grito libertario de nuestro tiempo, el de Jorge: el socialismo se conquista peleando. Haz tuyo el referendo, direcciónalo con tu obra, pero eso sí, con los más nobles hijos e hijas de este pueblo noble, con la fuerza de la dirección colectiva para que el pulso no te tiemble a la hora de la decisión, de la buena decisión, por el reto histórico que tenemos por delante. No dejes que te secuestren los “desideologizados” el Congreso de la Patria, pero eso sí, asúmelo desde abajo, con los de abajo, entendiendo que lo único que se construye desde arriba es un pozo. Reivindica los poderes creadores del pueblo que Nazoa nos legara y veras que por más larga que sea la noche, se concretará la utopía. Firmeza, hermano, firmeza.
Hemos leído una carta que deberíamos asumir desde el compromiso en la calle contra enemigos internos y externos como estímulo al compañero presidente a la hora de concretarse la esperanza del pueblo sabio y paciente. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea. El vino, de plátano; y si sale agrio .¡es nuestro vino! ” (José Martí)