No basta que en Venezuela estemos viviendo una gran crisis económica y política para que, de paso, entre los propios chavistas se produzcan roces por cuestiones paternales y personales, dentro de la política misma. A la larga, esto incide en la fortaleza del grupo contrario, que a pesar de tener también sus problemas pueden obtener una buena pesca en el rio revuelto de la revolución.
Detrás de bastidores deben encontrarse personas felices, cuando observan que entre chavistas se producen dimes y diretes que debilitan la revolución bolivariana y que de paso evidencian los errores que se han producido a lo largo de la misma. Sobre estos errores, crece el enemigo.
No es posible que a estas alturas, quienes en algún momento coincidieron en el gobierno en el ejercicio de cargos públicos, hayan caído en el error de “Sacarse trapitos al sol” cuestión que se convierte en el alimento que necesitan los tuiteros y otros afines en las redes sociales para llenarla de comentarios sarcásticos e irónicos que conducen al escepticismo y que se tornaría peligroso para la revolución, si se piensa en la cayapa que hay para aniquilarla.
Vale la pena destacar que se trata de, desde hace tiempo, desestabilizar al gobierno venezolano, al cual se le han achacado graves errores que se intentan corregir y, no es el momento para dilucidar cuestiones sentimentales en torno a la preferencia de Chávez en sus últimos días de vida, ni acusarse de situaciones que teniendo solución hoy, en el pasado por cualquier circunstancia no se pudieron concretar. Pero, tampoco puede acusarse al otro, porque dejó saber sus opiniones en torno a lo que considera mal, ha hecho la revolución. De allí surgen calificativos que falsos o ciertos, hay que dejarlos al tiempo que será el que a la larga aclare la duda.
Claro, en el fondo de una diatriba de este tipo, las consideraciones que se han hecho mutuamente, no pueden ser reflexiones, sino que son parte de enojos personales, insatisfacciones, orgullos, por situaciones vividas en el curso de sus responsabilidades como ministros o funcionarios gubernamentales. Sin embargo queda en evidencia que la unidad que el comandante pregonaba, no era tal a nivel de sus colaboradores más cercanos, y esto parece corroborar lo que en una época se le alertaba a Chávez.
No es justo que a estas alturas de la revolución, se produzca un deterioro de la imagen pública de quienes han formado parte del gobierno. Ni tampoco es justo que se produzca un desgate personal entre los líderes del chavismo que atente contra la Unidad que pedía Chávez y, la que se supone debe existir si se piensa derrotar el injerencismo español, norteamericano y del mundo en general.