“Llegamos aquí para hacer una revolución o morir en el camino; no hay más alternativa para nosotros”
Hugo Rafael Chávez Frías (Aló Presidente Nº 245, enero 2006)
En nuestro país la palabra diálogo se ha hecho muy recurrente y desafortunadamente, reaparece en los momentos de crisis y no como un instrumento cotidiano para la búsqueda de solución a nuestros problemas.
Las oportunidades para el diálogo se han abierto en varias ocasiones sobre todo a nivel gubernamental y desde la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez, el uso del mismo como instrumento para la búsqueda de soluciones se ha explorado pero sin resultados positivos para el país.
El ambiente para un cambio de paradigma de una democracia representativa a una democracia participativa y protagónica, al parecer no ha sido comprendido por la oposición venezolana.
El concepto de diálogo heredado de la forma de hacer política en los 40 años de la IV República, por los actuales líderes de la oposición (los nuevos de VP, PJ y NT y de los viejos que quedan de AD y Copei) no ha sido superado, por entender estos el diálogo como un negocio o un mercado de compra venta; donde tú me das a cambio de un acuerdo, una cuota de poder, un reparto (cargos, ministerios) y no como una cuota de participación solidaria.
Esta diferencia que caracteriza no a un diálogo de sordos sino de necios, es lo que ha prevalecido en Venezuela y las circunstancias nos han llevado, hasta los actuales momentos, a un ambiente de enfrentamiento permanente y alejado de cualquier acuerdo.
Los intereses que se han enfrentado en el escenario político han sido contradictorios y cada día se han alejado de un punto de encuentro, ya no tan sólo en el discurso sino en los hechos y en las acentuadas actuaciones que buscan el poder a costa de lo que sea y no por la vía de una verdadera democracia.
El caldo de cultivo para la búsqueda del poder en Venezuela ha estado inspirado en una red de intereses que evade el diálogo y coquetea más por una tajada de poder y el bienestar económico e intereses personales, los cuales en nada sintonizan con los intereses del pueblo; en otras palabras, motivados por los dictámenes del capitalismo salvaje y neoliberal. (Ejm. Asamblea Nacional)
Ante la situación de desgaste a la que se ha conducido el país, la conducta reincidente de la oposición, marcada por el fraude, la violencia, la guarimba y la intransigencia, la palabra diálogo no cabe y parece una misión imposible; a pesar de haber sido invocada hasta por el propio Papa Francisco.
Ni hablar de los intentos realizados por el Presidente Chávez y ahora por el Presidente Maduro, quien en los últimos años ha hecho esfuerzos y llamados frecuentes al diálogo, donde algunos sectores económicos han comulgado pero no así en el campo político, donde la oposición sólo ha sabido patear la mesa y jugar con una carta marcada, la cual siempre ralla o termina en la violencia.
Es en este escenario donde surge nuevamente un nuevo llamado al diálogo, entre el Gobierno y la Oposición. A través de la Canciller Delcy Rodríguez y un grupo de ex presidentes, como José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández, Martín Torrijos y Eduardo Samper, secretario general de la UNASUR.
Paralelamente a este ambiente, la oposición venezolana aliada con el Secretario General de la OEA Luis Almagro lanzó un pedido de aplicar la Carta Democrática Interamericana para invocar una invasión a nuestro país y hacer realidad el Decreto de Barak Obama contra Venezuela, intento fracasado.
En otras palabras, como lo destacó en una oportunidad el Comandante Chávez y lo ratifico el Presidente Maduro: “la oposición quiere ir al diálogo pero colocándole al Gobierno una pistola en la frente”.
El diálogo que ya no sería de sordos, porque sobran los intérpretes de señas en Venezuela, es un reto para los políticos venezolanos tanto del gobierno como de la oposición. Los ejemplos sobran pero los niveles de madurez política y de comprensión parecen haber fallado.
Mientras el país sigue siendo caldo de cultivo para una voraz guerra económica y un ambiente asfixiante, motorizado por la canalla nacional e internacional; el pueblo se desangra y agota la paciencia, en largas colas para conseguir sus alimentos y productos de primera necesidad.
Ha llegado la hora de que se defina el futuro de Venezuela. Ya la Revolución, que llegó para quedarse, ha sometido a prueba todas las estrategias de llamado al diálogo sincero y bajo la premisa de colocar al país por encima de cualquier interés subalterno.
El Presidente Nicolás Maduro lo proclama de nuevo: “Yo hago un llamado a la reflexión y a la rectificación de los partidos políticos asistentes a República Dominicana y de la MUD, y con serenidad, madurez y altura que ratifiquemos el camino iniciado en República Dominicana el viernes pasado", dijo el presidente en su programa de radio y televisión "En contacto con Maduro".
El Presidente resaltó que el viernes y sábado pasados comenzó un diálogo en Punta Cana entre comisiones opositoras y del Gobierno con el apoyo de una delegación internacional, un encuentro que la MUD ha negado al señalar que solo se reunió con los mediadores internacionales y no con el chavismo. Hoy el presidente dijo que la MUD anunció que se retira de esa mesa de diálogo que la oposición ha negado que exista.
"Espero que haya una rectificación pronta de la MUD y de los jefes verdaderos y líderes de la MUD y no dejen con las sillas vacías" a los mediadores internacionales, agregó Maduro.
Mientras el tira y encoge se mantiene, la ventana del diálogo sigue abierta; sólo que en el caso venezolano, está como condición “sine qua non” el reconocimiento a la existencia irreversible de la Revolución Socialista y Bolivariana y la de una Democracia Participativa y Protagónica, como lo pauta la Constitución de 1999.
¡Amanecerá y veremos!