Si algo hay en la revolución, son mujeres. Su protagonismo, como ellas mismas dicen, se lo deben al comandante Chávez. Entonces, uno como observador de televisión no hace sino constatar la gran cantidad de mujeres que participan en cada marcha que se convoca. Hasta podría pensarse que son mayoría, respecto a los hombres.
Pero, que buena vaina les echó la señora de Ramos Allup a las mujeres revolucionarias, en entrevista concedida a Globovisión, cuando señala que: “El gobierno está acostumbrado a que sus mujeres estén desarregladas, sucias, sin maquillajes. La mujer venezolana no es así”. Por supuesto, este tipo de comentarios discriminativos, pudiera tener varias vertientes para responder a la echonería de esa señora. Por ejemplo, ya la diputada Tania Díaz, dijo lo suyo. Igualmente, en Aporrea se ha respondido a través de varios artículos.
De pronto, ella puede tener razón si las empresas que se dedican al negocio de los artículos de higiene personal, cosméticos y maquillajes en general, no se hubieran sumado, (no voy a decir guerra económica porque según muchos eso no ha sucedido aquí) al boicot de la distribución de esos productos.
Se debe ripostar, tales comentarios, señalando que la mujer en revolución no puede andar como una Miss Venezuela, si constantemente, a diario vive cazando un camión para ver a qué negocio llega para hacer la cola que Ramos Allup prometió eliminar cuando hacían campañas para las elecciones legislativas. Caso distinto es, a aquellas damas que en sus zonas exclusivas, sus negocios, perfumerías y supermercados tienen de todo porque se las ingenian a través de membresías a esos negocios que le permiten comprar sin hacer colas y, bajo ciertas condiciones.
No puede andar, la mujer revolucionaria, que es de colcha y cobija, aparentando, emperifollada como ricachona, cuando en verdad para enjabonar su cuerpo pudiera estarse valiendo de cualquier producto artesanal, porque desde hace tiempo, a la Procter and Gamble, se le ocurrió esconder los jabones. Pero, “no hay mal que por bien no venga”. Mi abuelo decía, y lo apoyo: “No hay nada más estimulante que una dama al natural, por ese almizcle que emana, que empalaga”. ”Que voy a hacer con una mujer llena de “patuques” que al darle un beso me puede envenenar o agarro una alergia”. Era jodido mi abuelo. Asimismo, mi abuela cuando le criticaban que no se maquillaba, ella solo decía “Nadie se ha muerto, por no maquillarse”.
En todo caso, está bien que la mujer revolucionaria no se maquille tanto, pues, la revolución la necesita de manera urgente y no puede estar perdiendo tiempo, quitándose un maquillaje.
Lo que si es cierto, es que la señora de Ramos Allup, reconoce que vivimos un sucialismo en el cual la mujer es parte importante para que la revolución se sostenga y siga avanzando a pesar de las condiciones paupérrimas en las que se encuentran, según la referida señora. Que le digan sucia a una mujer revolucionaria que lucha por sus hijos, por su futuro, confirma que el sucialismo triunfará en Venezuela, con perfumes o sin ellos.
Ante todas esas ofensas, adelante camaradas. ¡Viva el sucialismo!