Ningún camarada recuerda o quiere recordar aquella vez cuando el Comandante Eterno lanzó los cinco motores. Lo productivo quedó olvidado, porque en ese momento eran otras las prioridades. Los ingresos del país estaban mejorando y el camino de la distribución de la renta petrolera rendía buenos frutos. Sin embargo, al fracasar el referendo para modificar algunos artículos del texto constitucional, que era parte de los motores, no causó efecto sentimental alguno en los cuadros de la revolución, solo un silencio sepulcral hasta que el Presidente Chávez habló al país. Su temple metabolizó el resultado. Fue una derrota que se asumió con gallardía, ganó una parte del país que vio en esas propuestas mucha confusión, que muy pocos sabían explicar. Perdió la confusión, diría ahora, en mi modesta opinión.
Estamos ahora en otro momento de la historia. Nuevamente roncan los motores, esta vez son más y aparecen tardíamente, cuando la crisis de producción interna hace mella en la economía nacional y familiar. Crisis provocada, como se evidencia en documentos de amplia circulación. Una guerra de última generación con emisores y financistas ocultos. Ha sido una guerra cruenta en cuanto a cifras de desabastecimiento, que amenaza con una derrota a nuestro gobierno, así nuestros corazones no estén preparados para recibirla. Pero, una guerra no tiene un solo sentido; desde que se avizoró su existencia, la primera prioridad ha debido ser impulsar la producción agrícola y en segunda instancia los insumos para la salud integral. Era la fuerza en sentido contrario a las estrategias opositoras. Las advertencias sobraron, la malignidad era evidente en las declaraciones de los personajes de la política opositora. Venían con todo, a desmoralizar a los agricultores, a que sintieran la amenaza paraca en sus predios mediante la vacuna y otras formas de extorsión, continuó agudizando la situación con el hurto y desmantelamiento de capacidades productivas, apareció el bachaqueo de insumos y la fuga de ingentes cantidades de estos hacia Colombia y norte de Brasil. En pocos años, se sembró la inseguridad como tema alimentario. Se colocó una percepción falsa en la población que ha sido utilizada para dinamizar una economía de oportunidades para la sagacidad y voracidad empresarial, comercial y popular. Se han apropiado del salario de los trabajadores, han provocado endeudamiento familiar y están horadando la base política chavista. En esta situación estamos ahora y tratar de esconderla (sin despreciar los esfuerzos de nuestro gobierno) es ahondar en la crisis. Nos sobran los enemigos “no tan gratuitos”, los tarifados como Almagro, que hoy demostró su vileza.
En el pasado reciente se ha señalado que la agricultura en una de las pocas actividades que bien planificada puede funcionar con un alto porcentaje de moneda nacional. La producción de insumos estratégicos ha debido ser la prioridad que hoy se le está dando. La agricultura de excedentes era y es el mejor antídoto al contrabando de extracción en rubros estratégicos; exigir a la agroindustria consumidora de dólares que financiara las actividades que pueden suplirla de materia prima no fue posible, pero hay que insistir en esa política. La agricultura familiar diversificada es la garantía de suplencia de alimentos frescos, solo hay que protegerla de la intermediación despiadada y de las organizaciones maulas del estado que no pagan a tiempo las cosechas. Seguimos atentos a un plan de vuelta al campo. Ya debe existir mucha gente motivada por la producción urbana, que apenas puede satisfacer un 5 % de las necesidades de hortalizas del país. A partir de allí será posible ampliar sus espacios productivos, periurbanos y rurales. Tierra hay, falta la política. Estos temas están más que identificados, diría que los hemos rumiado, masticado y remasticados; pero, la digestión política no ha sido expedita.
Entre tanto, nuestra gente, el Pueblo, hace sus colas y complementa con los CLAP su alimentación. Pacientes y confiados en que vendrán las soluciones, como aspiramos todos. La agricultura requiere recuperar la confianza y creo que en eso andan nuestros burócratas. Sin embargo los adversarios siguen en los suyo, aupando el discurso desmoralizador, fomentando el bachaqueo y desprestigiando el novedoso sistema CLAP.
Estamos a punto de recibir un garrotazo del enemigo. Suena muy mal a la vista y a los oídos de la gente nuestra. Y esta vez, no será como en aquella primera derrota, lloraremos amargamente porque no fuimos capaces de escuchar las advertencias. Y vendrán por cada uno de nosotros, desde el más humilde servidor del Estado, del Poder Popular, hasta los privilegiados del poder burocrático. Ya esta parte de la historia fue escrita antes, en Chile, cuando Salvador Allende sucumbió ante algo parecido, y se sembró como ejemplo mártir.
Hoy los actores visibles de la guerra contra la Patria fallaron en su intento, solo en este. Seguirán horadando la economía agroalimentaria, seguirán presionando los salarios hasta el agotamiento, pero creo que todavía hay tiempo de evidenciar que gobernamos la producción y la distribución de alimentos, estamos en la contraofensiva decisoria. Hay que informar más y en medios diversos, sobre el esfuerzo que se hace para salvar la agricultura en tiempos de guerra económica.