En blanco y negro

Marxismo (II)

Toda la ciencia emanada de la burguesía y del neoliberalismo, de un modo o de otro, defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa irracional y criminal esclavitud. Esperar una aptitud imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar del capitalismo imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros y las obreras, en detrimento de las ganancias de los monopolios y oligopolios.

Por eso Marx suscita en todo el mundo la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa, que ve en el marxismo algo así como diabólico. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca al sectarismo, en el sentido de una doctrina encerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la humanidad.

Al contrario, Marx dio solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su doctrina apareció como continuación directa e inmediata de la doctrina de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo. La doctrina de Marx es majestuosa, toda poderosa porque es exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres y a las mujeres una concepción del mundo íntegra, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa.

El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y especialmente a fines del siglo XVIII, en Francia donde se libró la batalla decisiva contra toda la basura medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo demostró ser la única filosofía consecuente, fiel a todos los principios de las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la hipocresía y a tantas otras malevolencias.

Los enemigos de la democracia trataron con toda su fuerza de refutar, de minar, de satanizar, de calumniar el materialismo, tras defender las diversas formas de idealismo filosófico, que se reduce siempre, de un modo o de otro, a la defensa o al apoyo del opresor con toda su mal oliente inmundicia; por eso la filosofía del marxismo es el materialismo. Marx no se detiene en el materialismo del siglo XVIII, y llevó más lejos la filosofía, trayendo la dialéctica, esto es, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más profunda y más exenta de unilateralidad, la doctrina de la relatividad del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en constante desarrollo.

Profundizó y desarrollo el materialismo filosófico, lo llevó a su término e hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico es otra conquista del pensamiento científico. Al caos y al desorden, sucedió una teoría científica completa y armónica, que muestra cómo de una forma de vida social se desarrolla, en virtud del crecimiento de las fuerzas productivas, otra más alta, cómo del feudalismo, por ejemplo, nació el capitalismo.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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