"El líder verdadero es un gran educador cívico, moral y político; un conductor".
Hugo Rafael Chávez Frías
Desde la llegada del Comandante Chávez al poder después del triunfo electoral de diciembre de 1998, el estereotipo del liderazgo político en Venezuela cambió y los viejos modelos de la IV República desaparecieron, hasta llegar a la caricatura de líderes que hoy ofrece la oposición venezolana.
La autocrítica ha surgido desde los propios líderes tradicionales quienes aún quedan de la vieja oposición y quienes a pesar de sus fracasos, hoy ven desfigurada la opción opositora ante el Gobierno (ver últimas declaraciones del líder socialcristiano Eduardo Fernández).
Este es el panorama que hoy se refleja ante el país y el cual ofrecen quienes marchan al frente de la MUD que ha perdido la credibilidad en una alta mayoría de venezolanos quienes no comparten las ideas del chavismo.
El problema de la oposición venezolana parte desde sus orígenes y desde el nacimiento de los partidos que la conforman, los cuales no se encargaron de organizar un verdadero proyecto político o una propuesta seria para el país, ya que sólo se interesaron en escalar posiciones y buscar el poder a lo Jalisco; es decir, por la vía de los atajos y de los "falsos positivos" (filosofía de un maestro colombiano), además de las colas y la guerra económica.
Su afán desenfrenado por la conquista del poder los muestra desesperados y prisioneros; no solamente del imperialismo, sino más bien de un grupo de renegados y de prófugos de la justicia venezolana, quienes desde Miami con dinero mal habido, tratan de manejar a control remoto a unos títeres, que ponen la cómica ante sus seguidores y ante la opinión pública que hoy exclama: ¡se perdieron esos reales!
El juego político hacia el cual ha conducido el país está oposición irresponsable, se torna peligroso y atraviesa los linderos de la incertidumbre.
No se trata de una alternabilidad que en el caso de la Revolución Bolivariana no está en discusión. Se trata de una estrategia macabra en manos de irresponsables quienes ya han demostrado que no tienen Patria y que además quieren llegar al poder para ofrecer el país al mejor postor y acabar con las conquistas sociales, las cuales el pueblo venezolano ha logrado después de 17 años de Revolución.
La llegada de la oposición a la Asamblea Nacional, gracias a ofertas engañosas y promesas que no ha podido cumplir, ya comienza a pasarle factura y a quitarle la careta.
Así como el Comandante Chávez enseñó al pueblo chavista a reclamar sus derechos y a ser el actor de la democracia participativa y protagónica, así el pueblo opositor ha madurado también y amenaza con pasarle por encima a sus líderes, quienes no tienen respuesta y han perdido su ascendencia sobre sus seguidores.
El peligro de un liderazgo que no se respeta así mismo y sólo busca pragmáticamente el poder por encima de la Constitución y de las leyes de una República, las cuales tampoco respeta, es un dilema que supera los cálculos de cualquier estrategia política digna de un respetado sistema democrático.
Es por ello que ante el llamado al diálogo por parte del Gobierno del Presidente Nicolás Maduro, avalado por organismos internacionales como UNASUR y la presencia de observadores internacionales como los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Martin Torrijos y Leonel Fernández, así como el delegado del papa Francisco para el diálogo, el nuncio argentino Emil Paul Tscherrig, se espera por fin una conducta a la altura por parte de la oposición venezolana.
Si la oposición venezolana se sienta a dialogar con el Gobierno este domingo, como signo de una actitud civilizada y de respeto, se estaría dando un paso significativo y de avance para la estabilidad democrática de Venezuela, aún por encima de las diferencias.
Hasta la presente las muestras de responsabilidad y los signos de credibilidad y respeto por parte de la oposición venezolana han brillado por su ausencia.
Los antecedentes y su prontuario nos llevan a pensar lo impredecible, pero también a medir la alta responsabilidad que tiene ante el mundo y ante el pueblo venezolano, el Gobierno Bolivariano liderado por el Presidente Nicolás Maduro, legítimo heredero del Comandante Hugo Chávez.
Todas las medidas y los actos de provocación ejecutados por la oposición venezolana en los últimos días, sólo buscan un "golpe parlamentario" al estilo de Honduras, Paraguay o Brasil, como método imperialista para derribar la Revolución Bolivariana.
Hasta el momento se han encontrado no sólo con el muro infranqueable de la Constitución de 1999 sino con la respuesta de un pueblo que ha tomado las calles y los espacios del Palacio de Miraflores, como defensa de un gobierno legítimo y de sus conquistas sociales alcanzadas en estos 17 años de Revolución.
Nuevamente la Revolución Bolivariana se somete a prueba ante los ojos expectantes del mundo. Si bien la oposición con líderes de pies de barro, todavía tienen mucho que decir en el proceso de la Revolución Pacífica y Democrática de Venezuela, también nos pone sobre aviso sobre el efecto de su violencia continuada, en un alta población que no abraza el chavismo.
Está en juego la madurez del pueblo venezolano y también la de sus líderes quienes deben responder ante sus seguidores. Si bien la sangre no ha llegado al rio (aunque tenemos muchos muertos), la paz es factor fundamental a través del diálogo el cual debe marcar el camino del futuro inmediato en la Patria de Bolívar.
Las cartas están echadas y esperamos que no estén marcadas, porque el pueblo venezolano "que es sabio y paciente", ya también comienza a entender que la oposición venezolana está a la deriva y que en este estado se torna peligrosa.
¡Amanecerá y veremos!