Cualquier presidente o mejor, ser humano que haga de presidente, sometido al bombardeo y acorralado como se haya Maduro, hubiera renunciado. Sobre todo cuando te percibes sin salida. Pero él, al iniciar el gobierno habló de unos motores, creo que ya anda en "posesión" de unos diecinueve, encendidos "para deshacernos del rentismo" que se apropió de cada rincón de nuestra vida, del aire que respiramos, del modo de caminar. Casi cuatro años después, todavía habla del prender de esos motores; ahora nos ofrece el acontecimiento para el año próximo. Quizás ellos arranquen en el momento mismo que suene el cañonazo desde "La Planicie" como es la tradición y, con este estruendo, se mezclen los que ocasionarían el encendido de los motores de Maduro. ¡Qué peo tan enorme! Sería como repetir el de los billetes.
Esto revela que Maduro tiene algo a su favor, si no claridad para manejar las cosas, trazar el rumbo, poder percatarse de la verdad verdadera, si una como ingenua y hasta bella percepción que le hace ver el mundo al revés o mejor como le gusta. Si es así, no estoy seguro, su actitud no sería propia de un terco, un obcecado, sino de alguien quien tiene la virtud de pintarse su propio mundo. Según la tradición haitiana, contada por Carpentier, hay hombres licantrópicos, capaces de volverse animales y evadir los peligros del humano; pero estos bajo su condición animal observan el acontecer tal como es. Escaparse de la realidad a voluntad es una hermosa manera de vivir aunque tiene sus riesgos, pues en un volver uno puede caer de platanazo.
Dicen algunos que Quijote era loco y hasta soñador de imposibles. Se imaginaba mundos como quien se hace un traje a la medida. Creo más bien, en su cordura, locos estaban los demás; era la sátira, la ironía, su método para denunciar las injusticias, precario sentido común de los gobernantes y la inversión de valores de la sociedad de su tiempo. Donde los demás veían una fregona, él una bella princesa digna de todos los honores. Este no se inventó mundo alguno, sometió a su ironía el existente. Aunque mejor digamos, eso fue obra de Don Miguel Cervantes Saavedra, el mal llamado "Manco de Lepanto".
Pero no es sólo él, el presidente Maduro quien parece andar por las nubes. Para suerte suya y malestar de los venezolanos todos, la oposición anda en lo mismo.
La oposición, tutelada desde fuera, no tiene miramiento alguno en hacer lo que sea para combatir al gobierno; no importa que en verdad a quien agreda y dañe sea al pueblo. Ha pensado que si a este lleva hasta el hastío, rabia, paranoia y hasta el paroxismo, terminaría sumándosele a sus propósitos. ¿Será verdad? ¡Cuidado con los cálculos! Lo de Ciudad Bolívar podría leerse de otra forma.
Claro, esta oposición tiene recursos, aliados poderosos, a quienes el pueblo les tiene sin cuidado, y por eso a éste agreden a conciencia y hasta con alevosía e impunidad. Es un asunto de clase. Hay quienes creen y a uno se lo dicen, que de la vieja izquierda, algunos náufragos que recalaron en la MUD, aportaron aquella odiosa práctica, como de carajitos malcriados, de quemar, tirar piedras, asaltar, saquear, es decir lo pedestre. Aunque es verdad que también forma parte del diversificado arsenal de formas de lucha para derrocar gobiernos incómodos que maneja la política estadounidense, como el esconder montañas de billetes, manipular con los informes de las calificadoras de riesgos, cosas sofisticadas como el Dollar to day y tantas rudas formas. Los extremos se tocan, solíamos decir con frecuencia antes, eso sigue teniendo validez, pero además se "arrejuntan" y eso uno lo ve.
Todo ese desbarajuste, la desconexión de Maduro y accionar al garete de quienes imponen la política en el bando opositor, contribuye a que el presidente idealice más la coyuntura a su favor y pueda darse el lujo de andarse por las nubes y no se rompe el equilibrio.
Esa loquera permite que el salario mínimo, aumentado a cada instante, se vaya apenas en un cartón de huevos (Bs. 7.000.oo), un pollo de dos kilos (9.000.oo) y un kilo de café (entre Bs. 12 y 15 mil) y el pueblo aniquilado por ese estado cosas, esté si no loco, profundamente anestesiado. No tiene palo del cual ahorcarse. Pasa su tiempo cavilando cómo alargar el menguado salario y conseguir lo indispensable. Su realidad es espeluznante. ¡Conseguir! Esa palabra es clave.
No es pues que Maduro se empecine, sea ajeno al temor que nos invade a todos, sino que mira con ojos distintos a los de quien va al mercado, las clínicas, farmacias; no tiene motivos para sentirse perturbado y menos pensar en suicidarse. Sueña con un mundo distinto, unos motores que rugen, escucha los rugidos y ya eso es bastante. Sus mecánicos le dicen "esos motores están a tono y listos pa` lo que salga", y él les cree. ¿Qué hacer? Además, en diciembre, en Miraflores habrá hallacas a granel y todo lo bueno que antes, quienes podían, disfrutaban en el mismo mes. ¡Es como si uno viviese igual que antes! ¡Maduro cree que mejor! Bernal, ¡qué maravilla, ofrece perniles de golilla! ¿A dónde arribarán esas oscuras golondrinas?
Pero en el bando opositor, me refiero al alto comando, porque los de abajo son víctimas igual que el pueblo todo de este festival de locuras, que asume el rol de dirigente, no muestra tampoco interés alguno en la vida cotidiana. ¿Cuándo la MUD ha organizado una protesta contra el altísimo costo de la vida, especulación, escasez, salario insuficiente? ¿Cuándo ha propuesto algo para el mismo fin? Nunca. Porque en su propia locura esos problemas no cuentan. Además, ellos ponen mucho de su parte para que eso acontezca. Lo importante para ella es revocatorio, elecciones y cambio de gobierno, sin decir, ni siquiera pensar, qué harían de llegar a Miraflores. Algunos de ellos, hasta van y se encadenan en el Vaticano, cuando deberían combatir aquí contra la multitud de calamidades populares y hasta de la clase media. Ahora optan por intentar repetir un Caracazo, sin medir las consecuencias y obvian el significado y dirección que aquello tuvo; lo que es un como jugar con candela.
Lo malo entonces es que quienes si pudieran tener incidencia en el destino nuestro, gobierno y oposición, actúan como si ellos dos vivieran en mundos paralelos al nuestro, al del pueblo. Es más, cada uno de ellos tiene el suyo propio, no se cruzan y menos, ninguno de los dos, se tropieza con la tragedia popular.
Pero lo peor es que el pueblo necesita con urgencia que alguno de los dos se le atraviese en su camino, para lo que sea. Tal como están las cosas, uno y tampoco el otro, están interesados en conectarse con lo cotidiano; cada bando se inventó un mundo ajeno al del que necesita vivir la vida como debe ser, soñar sueños verdaderos, no para evadir la realidad. Cada bando tiene una meta, un empeño, que nada tiene que ver con la vida de la gente.
Por este estado de perturbación mental de quienes "dirigen", desde gobierno y oposición, no vamos a decir que "necesitamos un momento de locura", pues de esto sobra, sino de gente nueva, cuerda, con la realidad pintada en la cabeza. Cada bando, pareciera cargar bajo el brazo su "país portátil", para decirlo como Adriano González León.
¡Vivan los cuerdos!