Recuerdos, homenajes y luchas me llevan a dedicar esta columna a hombres y mujeres que de una manera u otra han estado muy presentes en mis sueños y preocupaciones estos primeros días del mes marzo.
El Primero, mi Comandante Hugo Chávez, cuya conexión profunda con los desposeídos y discriminados de la Tierra lo llevó a llenar la vacante del héroe en el inconsciente colectivo de la población mundial sumida en la injusticia, la ignorancia y la miseria. Poseedor de una capacidad de comunicación extraordinaria, compartió con nosotros sus sentimientos, intuiciones, experiencias, conocimientos e ideales y nos contagió su espíritu de lucha.
El segundo, mí amado Evo Morales, primer mandatario indígena ejemplo de integridad, honradez, dignidad, humildad y tesón, siempre solidario con Chávez y los venezolanos.
Sin dejar de reconocerlos méritos de Apakuana, Hipólita y Matea, trasladadas al Panteón en el momento que escribo, y de todas quienes aportan la luz de la feminidad a esta violenta sociedad patriarcal, destaco a dos féminas muy especiales:
La indómita Lina Ron, irreverente y aguerrida dirigente popular, a quien vi hace ya muchas madrugadas con una sola llamada acabar con las intenciones y el parapeto montado por un gobernador “revolucionario” para atribuirse los méritos de una marcha organizada y financiada por campesinos que venias a denunciar los asesinatos perpetrados por latifundistas y sicarios.
La valiente Iris Varela, la Fosforito, exitosa Ministra del Poder Popular para los Servicios Penitenciarios, cargo durísimo y peligrosísimo que ocupa desde hace seis años y que estoy segura no le gustaría desempeñar a ninguno de sus compañeros de gabinete.
Finalmente, quiero hacer un reconocimiento especial al pueblo haitiano y a los habitantes de los países de Europa del Este, por sus inaceptables circunstancias descritas en muy pocas palabras por sus voceros, durante el XV Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales por la Humanidad, reunido en atención al llamado del Presidente Nicolás Maduro a iniciar con urgencia una Revolución Comunicacional emancipadora.
Entonces, instó a los lectores a apoyar a los hermanos haitianos, castigados por el triunfo de su revolución anti esclavista en 1806, en sus exigencias de retiro de la MINUSTHA de su territorio y de una indemnización por los daños hechos por los invasores, especialmente por el cólera, contagiado por los estadounidenses, que mató a 20.000 muertos y afectó a un millón de personas.
Así mismo solicito a periodistas y comunicadores que hagamos un esfuerzo por captar y difundir información sobre los países de Europa del Este, víctimas de un silencio mediático total, encubridor de su despojo y sistemática destrucción por parte de Europa Occidental.
