No es sólo un problema jurídico o constitucional. La decisión de no activar un referendo consultivo para que el pueblo participe de manera directa y protagónica en la activación de una Asamblea Nacional Constituyente y la aprobación de sus bases comiciales, es sin duda alguna, contrario no sólo a los principios de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, al legado de Chávez, al socialismo democrático, sino, fundamentalmente al pueblo venezolano.
Este gobierno no sólo desconfía del pueblo, sino que le niega la posibilidad de seguir profundizando la democracia, y esta acción delimita claramente su perfil. Si le damos la oportunidad de que instauren una dictadura constitucional lo harán, y lo peor es que lo pretenderán hacer con la justificación de: constitucionalizar los Clap y el carné de la patria. Siendo esta la mayor promesa para el pueblo me pregunto ¿Además de querernos controlar nos ven cara de imbéciles?, ¿Acaso lo que pretenden al constitucionalizar los Clap y el bendito carné es que asumamos que tendremos que depender eternamente de las migajas que nos tire un gobierno autoritario para así depender de ellos?
Decía el arzobispo brasileño Hélder Cámara, militante de la teología de la liberación: "Si cuido a los pobres me llaman santo; si pregunto por qué son pobres me llaman comunista". Hoy el gobierno de Maduro quiere ser Santo, ayudando a los pobres con cajas del Clap y ofreciendo el paraíso con el "bendito carné de la patria", pero es tan profundamente anticomunista, antisocialista y reaccionario que si pides las estadísticas de desnutrición o de pobreza o planteas una política donde el pueblo adquiera autonomía y deje de lado la dependencia entonces eres perseguido, acosado y denigrado. El gobierno es tan antisocialista que incluso ante cualquier oposición, hoy no hay duda que es de derecha. Hoy gobierna en Venezuela la derecha endógena, el nido de alacranes.
Es por todo esto que reaccionar con fuerza y sin duda, para la izquierda venezolana y mundial, es no sólo una necesidad, sino una obligación. La articulación de fuerzas, fuera de la polarización viciosa, que permita expresar a todos aquellos que no se ven representados en la conducción política de la MUD y el PSUV, debe generar un espacio de encuentro para ponernos de acuerdo en dos cosas: debemos impedir que nos sigamos matando como pueblo, sea por el motivo que sea, y debemos reestablecer el orden constitucional para cumplir las reglas del juego democrático, y eso pasa por más presión cívica a través de protestas no violentas sin agendas y conducción partidista oculta, y la incorporación de sectores de los Poderes Públicos y la Fuerza Armada a la reinstitucionalización. En esto estamos trabajando.