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La constituyente: ¿Porque genera tanto odio?

El odio es una pasión cuyo objetivo es el daño premeditado de otros. Paul Guggenheim…

El odio está relacionado, con nociones de "revancha" o incluso la "venganza". En la actual política venezolana en esta campaña constituyente 20177 lo estamos viendo con mucha saña, pero actualmente no pasa un solo día en que el odio no forme parte del discurso o acción de ciertos actores políticos, ya sea desde el parlamento, la universidad o la calle, mediante discursos, manifestaciones y protestas que trascienden lo pacífico y democrático.

La política del odio inunda a Venezuela con esta convocatoria a la constituyente del 30J. En este país, el odio hacia todo lo que representa la constituyente lleva al desplome del gobierno, y tiene al país al borde de un colapso económico total, creando una amenaza existencial contra el modo de vida del venezolano.

En Venezuela, el régimen de Maduro que normalmente centra su retórica en la amenaza imperialista, y el unilateralismo cubano, inflama los ánimos contra los que se oponen a esa constituyente, tanto en el chavismo como en la oposición, reprimiendo con ferocidad las "protestas anti constituyente". Los colectivos armados, GNB, PNB, atacan no ya a los manifestantes, sino a los ciudadanos que se atrevan a cruzar esas líneas de fuego. Los que odian se reagrupan para sacar tajada de la debilidad de las instituciones nacionales para captar votos con mensajes basados en la pobreza, la ignorancia o la supuesta inferioridad de los que se oponen a la constituyente.

Tanta irracionalidad provoca perplejidad: como las declaraciones de un alto dirigente del psuv pidiendo cárcel e inhabilitación para los políticos que hablen mal del gobierno, y un gobernador que no se le de divisas del Dicom a los empresarios que acudan a votar, es una constante en la propuesta constituyente, que los que son odiados no suelen entender por qué lo son, lo que a veces les lleva a no advertir a tiempo la gravedad de la amenaza que se cierne sobre ellos. Una pregunta que viaja muy bien desde esta propuesta constituyente al centro de la política democrática.

Precisamente la democracia consiste en el reconocimiento, y organización de la libertad individual, cómo se justifica entonces plantear la vida en democracia como una "guerra constituyente".

El odio hacia los chavistas y opositores que se oponen a esta constituyente, es un odio profundamente anti venezolano y arranca de la toma de la Asamblea Nacional este 5 de julio. Pero ahí no acaba la cosa. Ahora al coronel Lugo le toca completar su labor, y ganar la otra guerra, la "guerra constituyente en la AN".

Venezuela, está inmersa en una guerra primitiva por su alma. Y en esta guerra, izquierdistas democráticos, opositores, y chavistas disidentes son los enemigos de la nomenklatura estalinista. Las "fuerzas del orden", armamento en mano, atacan las manifestaciones para disolverlas con detenciones, muchos de los que protestan lo que quieren es recuperar nuestra democracia, y nuestro país. Algunos pensaron que Maduro, cuando llegó al poder en el 2013 venia con una propuesta de consenso y reconciliación en el país, e iba acabar con la guerra inflacionaria en ciernes. Pero no parece que lo haya logrado.

Si la política del odio es odiosa, ¿qué explica su recurrencia a que la constituyente será la paz? Cuando existen solo dos posibilidades: una, que esta política del odio esta reflejando una pulsión irracional de los militares y colectivos, hacia la destrucción del otro que se le opone cívicamente; dos, creen que la política del odio los beneficia electoralmente, y por lo tanto la consideran racional. Muchos analistas políticos dicen que la política tiene dos caras: una trata de cómo se distribuyen recursos económicos alimentarios limitados entre los distintos grupos sociales; la otra gira en torno a la imposición de valores a la fuerza. Entendiendo la primera forma, que la política puede tender a ser fuente de conflictos: si lo que tú ganas es lo que yo pierdo, la tensión está servida para la confrontación final. Pero la segunda dice que también puede dar paso al consenso, y al dialogo si las partes en conflicto deciden repartirse la diferencia. Los conflictos distributivos es que los poderes en disputa suelen no ser divisibles, por lo que suelen apelar a los consensos amplios en torno a las posiciones centristas estalinistas.

Pero las diferencias ideológicas no se pueden repartir tan fácilmente cuando hay militares ignorantes en las decisiones políticas de alto nivel. Estas disonancias; polarizan a los electores, alejándolos del centro estalinista. Si la política es racional, se puede cambiar el voto en cada elección dependiendo de lo qué ofrezcan, el uno, y el otro bando en pugna. Pero si lo que pone en juego es mi futuro, y calidad de vida, entonces lo que me mueve es el odio, cómo voy a votar por los que me ofrecen una tarjeta de racionamiento a la cubana. Si el odio ha funcionado en esa nación durante 60 años, es porque es el instrumento favorito de un tipo de guerra de domesticación, que ha solido pasar desapercibida: como es la guerra de la sumisión, la resignación, y el miedo.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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