A mi manera de ver, los intelectuales que se colocan por encima de casi todo, inclusive de sus necesidades más básicas, o de sus malestares más comunes como la dispepsia, el reumatismo, colon irritable, el ácido úrico, tensión alta y demás achaques, los obliga un sentimiento de nostalgia, a saber: pretender ser clasificados, por asimilación química, en el rango de los Artistas, con mayúsculas (o sea no los artistas de televisión). Ellos saben “de qué va la cosa”. Pero no es así, para aquel que quiere y se cree el cuento. El caso más elocuente, de que eso no es así, es Stefan Zweyg, el gran escritor e intelectual austriaco. Queriendo ser un gran novelista o artista, se sintió frustrado (es el chisme vulgar del cuento) y no pudiendo realizar su sueño, se suicidó. Sin embargo, Stefan Zwyg fue un gran artista del ensayo y el mejor biógrafo que se conozca.
Pero, estos “hiperbóricos”, esterilizados de toda “inmanencia” (vida terrenal), y dispépticos, sin embargo, sirven al poder ¿Como lo hizo Juan Vicente González? No, más bien como Guillermo Morón, o Uslar Pietri, o Los Robertos… (¡Se me chispoteó!). Particularmente me molesta un intelectual que haga ocurrencias, no que las tenga, que las haga a conciencia, y luego se ría de ellas, o se ponga serio como Buster Kiton, buscando hacer reír más todavía a alguien. A Stendhal, ser ocurrente era una carga moral y social, lo sufría de alguna manera, le restaba gravedad y seriedad a sus ideas, por eso escribió las novelas más importantes del siglo., para hacerse entender a los coñazos, y lo logró acabando con todos los esquemas, con todos los estilos, con todos los Balzac. Sin embargo estos, los intelectuales “nobles” de la revolución quieren ser ocurrentes siempre, y siempre, así haya gente en la calle comiendo mierda y basura… ¡Qué es eso pa ellos, si escriben bonito?
Los otros intelectuales son los “Juan Vicente González” de Maduro. Esos sí que están comprometidos (por lo menos) con él y su gobierno. No hay manera que Maduro se equivoque dentro de su cosmología revolucionaria (o más bien gobiernera). La practican con intensidad, confesos, igual que los primeros, solo que los primeros, avergonzados, prefieren no tomar partido tan “desvergonzadamente”. Pero, como dicen, por omisión también se peca.
El caso es que nosotros sí criticamos a esta socialdemocracia escondida, disfrazada de revolución…. “Pero, coño, dale tiempo a Maduro”… este es uno de los argumentos más comunes para justificar tanta evasión y neutralismo (como los “ángeles neutrales”…). Diría mi hermano “¡O eres chicha o limonada!”. Nosotros “pagamos” la de “ultras”, pero nadie sabe contestar a nuestros argumentos. Nosotros asumimos nuestra ignorancia pero también nuestros conocimientos y nuestro entusiasmo por la revolución, por la Rusa y por la revolución cubana, por Lenin, Fidel el Che, por todo lo que le de luz y le haya dado luz a la construcción de otra sociedad nueva y mejor, sobre los escombros del capitalismo, así de simple: hay que acabar con el capitalismo al tiempo que construimos el socialismo, o estamos construyendo el socialismo, dentro y fuera de nosotros, sin tanta paja “intelectual” economicista, pragmatista, ¿O es que mentir y engañar no es un ejercicio intelectual? Porque sea básico y cómodo no deja de ser un “esfuerzo” intelectual para algunos seres obtusos.
La comodidad acaba con la inteligencia. Hasta el más perspicaz de los intelectuales se convierte en un pendejo, cuando pierde la capacidad de críticar, o de autocrítica (como es el caso del difunto Pedro León Zapata)… Por eso, ¡o eres artista, crítico hasta la médula, tienes creencias y principios realmente elevados y los sometes a todas las pruebas posibles!, o eres un intelectual más del montón, un neutral, un escéptico, “dispéptico” (Nietzsche decía que los psicólogos ingleses pensaban así porque no podía cagar).
A la base del Arte están los principios éticos. El socialismo es una obra de arte por hacer, de la humanidad, y la humanidad cree y piensa, y por esa gran obra tiene que trabajar sin descanso, combatiendo a su peor enemigo: la comodidad (el tedio, diría Baudelaire). El cansancio mental del que todo lo ve pero no hace nada. O el caso contrario, el que lo hace todo pero a ciegas, tanteando, el Statu quo lo lleva de la mano: es lo que se conoce como pragmatismo político (nada que ver con el pragmatismo filosófico): aliviar el dolor sin curar la enfermedad.
“¡Qué cosa! ¡Cómo hablan paja estos intelectuales!”, dicen los “pragmático”, los “tareísticos”. Pero, sin estos intelectuales, sin estos “criticones”, sin la crítica, la que sea, la humanidad no existiera, Toda la filosofía moderna occidental se conoce como Crítica... El capital es una crítica. El Arte siempre ha sido una crítica a la realidad y a los modelos de conocer la realidad. Velázquez se le adelantó a Kant por un siglo en cuanto al modo de percibir la realidad y de construir la verdad. Son conceptos que existen, que se estudian, que nos enseñan a pensar y percibir el mundo, es la Educación. Toda la sociedad debería tener acceso a ellos. Negarlos en público es una aberración del poder, una impudicia, del podercito de los medrosos, de los políticos de poca monta.
Tener como líder a un ignorante no es tan grave, es más bien normal. Grave es tener un líder con “voluntad para ser ignorante”, que se crea “acabado”, un ser concluido, un “modelo ejemplar”, siendo más bien un mal ejemplo, sin saberlo. Eso sí que es grave, confundir “las mieles del poder” con la sabiduría… ¡Coño!, por eso digo a todo gañote ¡Viva Fidel! ¡Viva Chávez! ¡Abajo los pusilánimes, la mentira, abajo los adormilados, porque ellos se quedarán dormidos!