Marx y Engels, hablaron en "El Capital" de tres clases sociales: El capitalista, dueño del capital; el terrateniente, propietario de grandes extensiones de tierra y, el trabajador, poseedor de la fuente de "la riqueza de las naciones", que es, su fuerza de trabajo. Continuando, con la divulgación de importantes pensamientos que nos vienen de otras latitudes, veamos lo que dice el Imam Alí ibn Abi Talib (600-661 d. C), desde lugares donde el Islam, a través del Corán, también tiene algo que decir. Veamos: Las personas que nos toca gobernar están divididas en clases y grados. Una clase no puede existir pacíficamente ni puede vivir felizmente y no puede trabajar sin el apoyo y buenos deseos de la otra. Entre ellas están los soldados del ejército de Dios que defienden Su causa. La otra clase, es la de los secretarios de Estado. El tercer grupo es el de los jueces y magistrados que administran justicia. El cuarto, es el de los funcionarios que mantienen la ley y el orden y protegen la paz y la prosperidad del país. Luego están los hombres comunes, que pagan impuestos y tributos al Estado. Luego viene la clase de hombres que ejercen distintas profesiones y tareas comerciales. Y finalmente, pero no los menos, están los pobres y las personas incapacitadas, que son considerados la clase más baja de la sociedad; es bsolutamente necesario velar por ellos y ayudarles.
"El Señor Misericordioso ha fijado para cada uno de ellos derechos y deberes que han sido determinados ya sea en el Corán o bien explicados a través de órdenes y tradiciones del Santo Profeta…" Los soldados, son la fuerza de la religión, y una fortaleza para proteger y defender a los súbditos y al Estado; son la honra del gobierno y del país. Ellos proveen poder y protección a la religión, propagan y preservan la paz entre los hombres. Su comandante debería ser una persona que fuese la más sincera y fiel a Dios. Debería ser un hombre piadoso, alguien conocido por su paciencia, clemencia y gentileza, ni de mal genio ni irritable. Debe ser amable y compasivo con el débil, pero arrogante y dominante con el fuerte y poderoso. Al gobernante, sugiere: "No desdeñes sus favores, aunque sean pequeños. Este tipo de trato creará simpatías recíprocas; confiarán en ti y te serán fieles". En un Estado justo el bienestar no puede garantizarse sin un adecuado funcionamiento y preservación del orden por parte de las otras clases, los jueces y magistrados, los secretarios de Estado y funcionarios de los distintos departamentos, quienes cobran las rentas públicas, mantiene la ley y el orden como así también preservan la paz y la armonía entre los diversos estamentos de la sociedad. Los funcionarios de Estado deben ser personas honorables, con experiencia, miembros de familias respetables o que hayan servido al Islam desde pequeños. Hay que pagarles bien, para que no se vean tentados a ser corruptos. La prosperidad de todos ellos, depende de los comerciantes e industriales. Trátalos bien y protegelos, sin olvidar, que "ellos son generalmente mezquinos, avaros, intensamentes egocéntricos y egoístas". Los gobernantes deben poner fin a estas prácticas especulativas. Y reitera al gobernante: "Tu responsabilidad es velar por los derechos y el bienestar de los pobres…debes prestar mayor atención a huérfanos, viejos y lisiados"
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