Quienes nacimos en la década de 1960 e iniciáramos en sus finales la Educación Primaria, más bien ya con retraso en 1969, en un medio rural, “conocimos” los relatos de cómo vivieron el 23 de enero de 1958 algunos protagonistas y testigos, incluso cercanos en lo personal, pues, algunos padres, tíos o primos nuestros podían referir su fenomenología, que reafirmáramos en libros de obligatoria lectura. Sea que hayamos concluido la escuela a principios de 1970 o no, sino más tarde en escuelas nocturnas hacia mediados de 1980 y también la educación media o bachillerato por parasistema, como quien esto escribe.
Además, de que por milagro obrado por la lucha de todos en el Comité de Bachilleres sin Cupo, cursáramos estudios en Ciencias Sociales, mención Historia en el nunca bien ponderado Instituto Pedagógico de Barquisimeto; núcleo entonces iniciando sus labores como parte de la estructura matricial de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL-IPB, cohorte 1990-1995; conocimos, pues, la narrativa de un hecho extraordinario: el derrocamiento de una feroz dictadura mediante la unión de un pueblo cansado de atropellos y amante de la libertad, guiado por líderes esclarecidos y particularmente por la participación de miembros de la comunidad universitaria bien en calidad de profesores y/o estudiantes.
Aún tenían sello húmedo los testimonios y referencias emocionadas de quienes se sacrificaron por la democracia en Venezuela, como don Francisco Cañizales Verde, periodista e intelectual entre muchos larenses que lucharon contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien al hacerle una entrevista con fines académicas lloró recordando su salida de la cárcel de Ciudad Bolívar. Esos políticos de la lucha clandestina eran los héroes de la democracia, pero muchos no fueron tomados en cuenta, sino que destacaron por dedicación a la cultura a través de instituciones educativas universitarias, primaria, bachillerato, casas de la cultura o museos.
Los libros de Primaria y Bachillerato presentaron el 23 de 1958 como un imaginario social y político relevante que marcara un antes y un después en el desarrollo de la modernidad en Venezuela y fue inculcado como tal desde la narrativa de los nuevos detentores del poder o sus sostenedores entonces como hoy en el plano económico, social y cultural. Pero también había quienes eran críticos, si bien moderados y exponían que vieron frustradas esas sus luchas tan riesgosas de juventud.
Los estudiantes de entonces “parábamos las orejas”, como los burros mañosos que pululaban por la vegas de El Hato de Baragua y hasta lanzábamos resoplidos ariscos cuando nuestras maestras y profesores, queriéndonos insuflar principios de convivencialidad y/o civilidad, como parte de los contenidos escolares modernizadores ponderaban la belleza moral que contenía la democracia representativa impulsada por AD y COPEY; o bien sentíamos una curiosidad infinita por despejar una vez y para siempre las incógnitas acerca de cómo se construye una “verdadera democracia”, cuando algunos profesores en la universidad ya referida, siempre tan bien intencionados, nos hablaban maravillados de las antinomias o contradicciones irresolubles entre los líderes y sus organizaciones de izquierda que enfrentaron, incluso por la vía armada, el incipiente proyecto democrático-modernizador y nos mandaban a leer cierto libro que analizaba el “Espíritu del 23 de Enero”, de un tal Freddy Carqués u otros de reconocidos intelectuales como Domingo Alberto Rangel y otros.
Que recodemos, ahí en uno u otro libro, se denunciaba la gran equivocación de los firmantes del llamado “Pacto de Punto Fijo”, mismo que dizque traicionó ese referido “espíritu” de unidad de objetivos y fusión de horizonte con futuro para las grandes mayorías humanamente sometidas a condiciones de vida más que vulnerables, se pedía era un gobierno decente que vindicara las necesidades más sentidas del pueblo llano; al no impulsar la revolución social sino el “Gobierno de ancha base”, la exclusión del Partido Comunista de Venezuela, PCV y luego la retirada estratégica del partido Unión Republicana de Democrática, URD. Una especie de franquicia que luego se acostumbró a venderse y negociar alternativamente con AD y Copey.
50 años después de aquellos tiempos aurorales de la democracia, el 23 de enero de 1958, sigue siendo un gran jolgorio, una explosión de ilusión, todo lo cual se puede apreciar a modo de un gran fresco, en una película de cabaret, conspiraciones y pasión que recrea los finales de la década de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, llamada “Una noche oriental”; película que por cierto viéramos como estudiantes universitarios en el ya desaparecido Cine Florida de la carrera 19 con calle 31 de Barquisimeto, por lo que concluimos que si bien la democracia constituye el modelo óptimo para agenciar la satisfacción de la necesidades básicas de todos, no es menos cierto que es el plano cultural donde se juega la principal batalla por la legitimación de los regímenes políticos, constituyendo uno de los mejores la democracia; por eso nos preguntamos si en la actualidad, dado el contexto por todos padecido y con alta conflictividad social, no estamos llamados a construir una nueva narrativa política y encontrar una nueva legitimidad, de allí que los acuerdos de Santo Domingo y las elecciones presidenciales de 2018 vuelven la medir la catadura del liderazgo político en Venezuela, dado que supuestos o negados apologistas de la violencia no conducen sino a tragedias, pues como canta Homero en La odisea:
“Hay sueños inescrutables y de lenguaje oscuro y no se cumple todo lo que anuncian a los hombres. Hay dos puertas para los sueños: una, construida de cuernos, y otra, de marfil. Los que vienen por el bruñido marfil nos engañan, trayéndonos palabras sin efecto, y los que salen por el pulimiento del cuerno anuncian, al mortal que los ve, cosas que realmente han de verificarse. Mas no me figuro yo que mi terrible sueño haya salido por el último, que nos fuera grato para mí y mi hijo. Otra cosa voy a decirte que pondrás en tu corazón. No tardará en lucir la infausta aurora que ha alejarme de la casa de Odiseo” …