La verdad, definitivamente, estamos como empavados o "cagados por la Verónica", como dijese un español. No sé si el español a quien le escuché pronunciar esa impúdica expresión se refería la virgen de la Verónica, aquella se dice puso un paño a Cristo sobre el rostro estando caído o a una que llaman suerte de los toros; esa cuando el torero, "plantao", extiende el capote casi en las cercanías del toro y se lo lleva, haciendo un giro breve y hasta elegante, que por ser riesgosa, bien puede provocarle al español gitano decir aquello; que sería un "no me importa un carajo". Es decir, estamos de mala suerte o en estado de infortunio y por eso no nos importa lo que venga. Por eso, algunos como borrachos perdidos, prefieren lo que sea, hasta una invasión gringa, con tal que esto se acabe y hasta amancebarse con quien nunca les gustó. En lo que parecieran estar equivocados, pues uno no tiene por qué salir de "guatemala" para caer en "guatepeor" o sea, ahora si me gusta este o sea, no hay que entregarse, hay muchas opciones y el mundo, la humanidad no se va a acabar ahorita. Pero hay que pensar en salidas que pudieran ser no las que uno estrictamente quiere, pero tampoco serían las de los otros, sino una especie de síntesis o para decirlo mejor, un poquito para acá y otra para allá. No estamos para que nadie se plante tan exigente. O la masa no está para bollos.
Por lo dicho de último, me entusiasmé en cuanto supe la original noticia, más prometedora que el Petro, hasta el de oro o diamante, de la candidatura de Claudio Fermín.
Como me dijo un amigo de los viejos tiempos, muy culto y cuyos juicios me merecen respeto, pareciera que hemos conmocionado y perdida la conexión con lo real. Tanto que he leído cosas extravagantes dichas por gente de izquierda de toda la vida, que esto es comunismo. Es decir, la propuesta idílica de Marx, de alcanzar el cielo en la tierra, la confunden con esta apestosa realidad en la que ahora vivimos, que si tiene algo de infierno; un decadente capitalismo como dictado por el FMI. Es posible que esto se parezca algo, en algunos rasgos, a aquello de los regímenes estalinistas donde se creyó que el paso de un modelo de sociedad a otro es una vaina de borrón y cuenta nueva. Pero quienes aquello dicen, hasta de buena fe, deberían mirar, escudriñar bien para que observen que estamos en una sociedad capitalista, donde un aplastante porcentaje de acumulación de capital está en pocas manos privadas y las relaciones de producción son las competentes a aquella. ¡Pero que un tipo quine, según ha leído a Marx y se ha definido por años partidario suyo, diga ese disparate!
Mi amigo, ese culto que mencioné, suele decir que la mejor opción o convenio matrimonial, para América Latina sería entre la socialdemocracia y los socialistas. Claro eso me lo dice él a mi y sabe que de eso hay mucho tela que cortar y sobre todo hilar fino. Si se lo dice a mucho atragantao que imagina que el cielo está allí mismo, allí arribita o abajo, en este hoyito, por lo que hablan de profundizar esto, sin que uno sepa a ciencia cierta que quieren decir con eso, lo menos que gana es que le digan "me cago en la verónica y en tus proposiciones y como mínimo le llamen reformista, que en la intención es altamente peyorativo. Imaginen se lo exponga a Toby Valderrama, el amigo de Ramírez, quien cree que hay que profundizar lo que ha llamado nuestro socialismo y una de las razones por las que aquél defiende. Porque en el parecer de mi amigo y también el mío, si profundizamos más estaríamos cavando una tumba.
Por todo lo anterior, que es como mi "manifiesto", sentí un enorme entusiasmo cuando Claudio se lanzó al ruedo dispuesto a dar verónicas y manoletinas. Abundaría la belleza de verlo recorrer el redondel para clavar sus banderillas justo en la testuz del animal. Pero Claudio es mucho más que eso. Es una candidatura fresca como en sintonía con la gente y los tiempos de ahora. Sin olvidar su enorme simpatía entre le gente venezolana de estos días y hasta aquella que le recuerda como alto funcionario en Caracas y dirigente de AD. Este partido retornaría a la plaza, colmaría los tendidos y las barreras para aplaudirle y sacarlo en hombros como otrora, cuando fue candidato. Volveríamos a escuchar aquella contundente consigna ¡AD! ¡Juventud! Mientras Claudio, como quien sufre de estreñimiento, sonríe.
No sé por qué, habrá que averiguarlo, cuando de Claudio camina garboso por la plaza y sobretodo escucho su verbo, veo su rostro que acumula el sufrimiento de la vieja raza, y en él retratado a Elías Jaua; y esto entusiasma porque es un como irse dejando todo atrás o al revés. Y uno se contamina de energía y dinamismo.
Claudio, con su clara visión de los tiempos que corren, su percepción de la economía y las aspiraciones populares que, si uno aguza los sentidos, pareciera que en todo América Latina se sigue gritando, ¡Alerta, alerta que camina!, es sin duda el hombre del momento.
Si no se cree que la inconformidad arropa a nuestra continente veámonos en los espejos de Brasil, Argentina y hasta en Colombia, país este que pudiera sorprendernos de repente con la repetición de una vieja historia.
Por todo eso, creí y creo en Claudio como solución a esto que, ya llamarlo crisis, es como quedarse corto y con la lengua mocha.
Pero de repente, cuando uno menos lo esperaba, no sabía que eso estuviese en sus planes, teniendo casi el triunfo en las manos, Claudio decide retirarse, como que Miguelito Cabrera se hubiera retirado del beisbol hace 10 años. Y uno se conmociona porque no imagina a Claudio capaz de eso, sino mandado hacer para las grandes cosas.
Diosdado Cabello y Maduro, causaron que Claudio retirase su candidatura. Eso como decir a los venezolanos que estamos comiendo de vaina o casi no comemos, nos quitaron el manjar de la boca.
Abril está allí mismo y dado el enorme y concienzudo programa de Claudio, que es un libro más gordo que el de Maduro y tanto como el de "Petete", uno no tendría ya que hacer cola para lograr comprar lo poco para comer que le permite el salario, sino aguantar hambre añadida, no coger sol, ni tanto estar parado, escuchar insolencias y soportar empujones, pues de aquí allá es tan corto el tiempo y el trayecto, que sin dejamos de comer no nos vamos a morir. Y Luego, el 23 de abril, con la poca fuerza que deja el hambre, como somos tantos, uno podía echarse a Claudio sobre las espaldas, pasearlo por el ruedo, salir de la plaza y llevarlo hasta Miraflores de donde al instante comenzaría a llover café, pollo, yuca, auyama y toda cuanta vaina hay allá adentro acaparada. Y no es extraño que hasta efectivo salga para comprar más barato, pues no es negocio hacerlo con tarjeta de débito.
A mi llanto éste, por el tanto estar pasando trabajo, después de haber trabajado toda la vida y luchado para que no sucediese esta desgracia, se suma el dolor de ver cerrado el futuro que había abierto la candidatura ganadora de Claudio. ¡Qué lástima por mí y mi esmirriado salario!
Y Claudio tiene razón. No hay duda. Si sólo se hubiese llamado a presidenciales, él hubiese ganado de abuso. Pero al llamar a esas que propuso Cabello, sólo es una trampa o tramoya para crear un enredo y que las cuentas salgan como la gente del CNE quiere cantar a Maduro, y habiendo ganado, obligarlo a gritar ¡¡¡Fraude!!! Y él no es hombre para eso que suelen hacer Capriles y Henry Ramos.