A estas alturas hablar de la salida del madurismo es gastar tinta en zamuros, el problema es qué pasará después del derrumbe definitivo de esta cúpula.
La brutal crisis producida por el madurismo se aproxima a su desenlace, las señales son claras, ya aparecen los desmarcados declarando su descontento, y el congreso del PSUV será un punto de quiebre. Puede ser que allí funcione el tubo, la mordaza, la operación aplanadora; puede ser que, tal como en la constituyente, todo quede en nada, pero, sin dudas, ese mismo fracaso conducirá el desencanto de las masas hacia otras opciones, quedará evidente el agotamiento del gobierno. Puede ser que en el congreso se escuche un grito disidente, el ambiente plomizo se ilumine con un acto viril, decente, que denuncie lo grave de la situación y declare la incapacidad del gobierno para resolverla.
El desenlace es inevitable, y hoy se columbra sólo una posible solución en el horizonte cercano: una dictadura fascista que sea capaz de imponer un paquetazo y conducir a la nación hacia un capitalismo salvaje. Existen condiciones para pronosticar que la sociedad puede tomar esta vía: la brutal crisis es el substrato, la falta de liderazgo político que controle la masa hambrienta, la ausencia de esperanza, la falta de organización política, la ética clientelar, egoísta, todo apunta a la
necesidad de una dictadura capaz de reprimir y someter a los humildes al impacto brutal de un paquetazo.
La solución a esta crisis amerita, o una gran represión, esa es la salida capitalista, o una gran emoción, esta es la solución Socialista. No hay otra forma, la solución socialdemócrata está descartada, no tiene las condiciones para resolver la crisis, su naturaleza no le permite tomar las medidas duras que la situación requiere.
Es así, la solución capaz de hacer frente a la barbarie capitalista es el Socialismo, el dilema hoy vuelve a ser Socialismo o Barbarie. Sin embargo, la opción socialista pasa por una gran conmoción espiritual de las masas, una elevación ética que haga posible encarar las dificultades con pasión colectiva, consciencia del deber social, que rescate el altruismo, la heroicidad de la guerra de independencia, del golpe de abril, del sabotaje petrolero. Guiados por el saberse destinados por la historia para señalar el rumbo de redención de la humanidad amenazada de extinción por el monstruo capitalista. Es así, el Socialismo no es tarea de pusilánimes.
En los días que vienen se decide el rumbo de este país y de la humanidad. Hoy el paisaje mundial es de desolación, no hay contrapeso a las potencias capitalistas que se reparten el mundo a voluntad. No hay en el horizonte, una luz de algo diferente, hoy no se vislumbra otro mundo posible. Ese es el deber de los revolucionarios, es urgente, de vida o muerte, mostrar al mundo que otro mundo es posible, que esto no es el fin de la historia, que se puede superar el horror capitalista, que la humanidad, el hombre no es una pasión inútil. Aquí en Venezuela es posible encender de nuevo el faro revolucionario. Aquí aún recordamos a Chávez, todo no puede haber sido en vano.