La Historia sirve. Sirve para relatar y recordarnos sucesos del pasado, además, nos deja enseñanzas; y esas enseñanzas nos sirven para “no tropezar dos veces con la misma piedra”.
¿Qué aprendimos de la Historia de Venezuela?
El General Cipriano Castro confió en su compadre Juan Vicente Gómez. Castro se enfermó, salió del país y dejó a su compadre encargado de la presidencia y este no lo dejó regresar y se quedó con el mando de la patria por más de 25 años.
Es historia reciente cuando el Comandante Hugo Chávez confió plenamente en Luis Miquilena, a quien él mismo catalogaba como su “padre político”. Antes de llegar Chávez a la presidencia de la república, Miquilena ya lo había traicionado. Ya se había apoderado de algunos fondos que había recaudado para la campaña electoral y luego como Presidente de la Asamblea Constituyente de 1999 realizó cambios en la nueva Constitución que se había aprobado en las plenarias de esa Asamblea, cambios que efectuó cuando ordenó su publicación en la Gaceta Oficial por asuntos que no le convenían a él ni a su camarilla. Después que Chávez lo botó del gobierno conspiró para derrocarlo.
El presidente Nicolás Maduro debe tener “ojo pelao”. Sería muy incauto si nombra a alguien como su padre político. Pero cuidado. Cuidado con quienes se le acercan. Cuidado con los compadres. ¿Cuántos ya no lo harían compadre y a Silvia comadre? Otros, muy ambiciosos, hacen el papel de payaso para llamar su atención, aunque al final hacen el papel de ridículos. Algunos más arrastrados intentaran hacerlo sus concuñados y no faltará quienes hagan correr la voz de algún parentesco.
La historia está repleta de estos sucesos; Simón Bolívar fue víctima de la traición de Francisco de Paula Santander y hasta Jesús tuvo su Judas.