En su “Tercera carta imaginaria al Che desde Rosario”, Orlando Borrego afirma que “los revolucionarios latinoamericanos estábamos pasando la etapa de los combates para entrar en una fase superior de lucha donde se darían batallas contra la explotación, la desigualad y la injusticia. Y eso sería posible en la medida en que se fortaleciera la unidad entre nuestros pueblos, y dentro de cada uno de ellos, identificando con más nitidez nuestros objetivos comunes”. Esto es parte de lo que tiene planteado echar adelante el proceso revolucionario bolivariano, una vez que el pueblo de Venezuela ratifique electoralmente el liderazgo indiscutible del Presidente Hugo Chávez Frías este 3 de diciembre, a pesar de las voces agoreras. Y tal planteamiento tiene que ser desarrollado simultáneamente a la construcción de ese nuevo socialismo sobre el cual coincide muchísima gente, dentro y fuera de Venezuela, porque el mismo permite vislumbrar un nuevo orden en el cual se manifiesten el bien común y el cambio estructural. No de otra manera podrá consolidarse el proceso revolucionario venezolano, si no tiende a fortalecer los vínculos de unidad con los otros pueblos de nuestra América enfrentados a la hegemonía yanqui, especialmente con aquellos cuyos gobiernos son de tendencia izquierdista o progresista.
En lo interno, el proceso bolivariano debiera asegurar la preparación ideológica adecuada de cuadros revolucionarios que marquen la pauta en la construcción del poder popular y en el desmantelamiento del viejo Estado edificado por los factores suscriptores del Pacto de Punto Fijo. Ésta es una misión que no puede descuidarse y tiene que ser alentada en y desde todas las estructuras del Estado, puesto que su carencia explica, en parte, la falta de compromiso revolucionario de la cual adolecen los burócratas y todos aquellos que ejercen cargos de elección popular, repitiendo esquemas de conducta demasiado similares a los de sus antecesores en el poder. Es imprescindible, en consecuencia, que todos los revolucionarios estén abocados a esta formación ideológica, a fin de elevar aún más el espíritu revolucionario de las masas populares para que sean ellas mismas las verdaderas protagonistas del cambio estructural y quienes sustenten el socialismo en el siglo XXI de modo radical y novedoso, desde abajo, en permanente ejercicio creador de la democracia revolucionaria.
En síntesis, todo esto comprende la batalla principal que deben librar los revolucionarios de forma inmediata al triunfo popular de Hugo Chávez. Dicha batalla no excluye la posibilidad de acentuar la unidad cívico-militar de un modo completamente diferente a como algunos la conciben y la practican, subordinando lo civil a lo militar y sin tener en cuenta el contenido ideológico revolucionario del cual debiera revestirse para trascender el pasado puntofijista. Asimismo, su orientación necesariamente tiene que ser socialista, tanto en el orden político como en el orden económico, cuestión que ha preocupado a un número limitado de revolucionarios en toda Venezuela, dado que la inclinación general de los chavistas es la de pretender ocupar altos cargos de gobierno, mientras descuidan la formación y la organización de las bases militantes; cuestión que ha sabido solventar el mismo Presidente Chávez gracias a su contacto con el pueblo y a las distintas iniciativas socio-económicas en beneficio de los sectores excluidos o menos favorecidos.
No obstante, llegó el momento histórico para que todos los revolucionarios se constituyan en vanguardia de esta importante batalla, primero, en la promoción de una teoría ideológica que sirva de referencia para, a su vez, impulsar el cambio estructural; y, posteriormente, para que surja y se imponga un liderazgo diferente, extraído del seno mismo de las masas populares, realmente revolucionario y compenetrado con sus expectativas y con sus luchas seculares. Pero tal batalla obliga a confrontar al reformismo y al burocratismo que impiden el avance del proceso revolucionario bolivariano. Aunque difícil, no resulta imposible. Al igual que todo aquello que se englobe en la necesidad de su total y definitivo fortalecimiento.-
¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!
¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!
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