De golpes de Estado. El gobierno dictatorial de Pinochet (IV)

Nota: Este trabajo, como los anteriores bajo el mismo título, que forman parte de un libro, intenta mostrar como los golpes de Estado terminan en represión contra todo aquél que intente poner las cosas en orden y, hasta si eso fuese posible decirlo, retornar a la legalidad. Como que hasta de los promotores terminan en víctimas, pues rota la legalidad no hay barrera que detenga los ganados para el exceso y el odio. Ya hemos constado eso cuando tratamos el asunto Carmona Estanga. ¡Y hay que ver cuánto odio cunde en Venezuela ahora!

Como es por demás conocido, desde el mismo momento que se produjo el golpe, la muerte de Allende y la asunción del gobierno golpista, se desató una feroz persecución contra los cuadros dirigentes y simples militantes de los partidos de la izquierda, el Socialista de Allende, Comunista y el MIR Miguel de Miguel Hernández. La libertad de prensa se acabó en Chile, menos para la gente de "El Mercurio" que estuvo metido en el golpe y reconoce sólo esa libertad como privilegio para ella.

Se detuvo gente en masa y se habilitaron los estadios de futbol para esos fines. A un cantautor como Víctor Jara, algo así como el Alí Primera de Venezuela, le sometieron a tortura, cortaron las manos como una especie de venganza o temor al rasgueo de su guitarra y finalmente dieron muerte.

Compañeros nuestros que en aquellos días se hallaban en Chile de visita o residenciados, estudiando en las universidades del país hermano, nos contaron, como los carabineros, les buscaban y a cualquier personaje que tuviera la fisonomía o el tono de hablar que ellos atribuían a cubanos y venezolanos, detenían sólo por aquello.

La dictadura que se iniciaba inmediatamente dio muestras de lo que tenía como meta, sin duda alguna. Declaró la Junta de Gobierno presidida por Pinochet que las Fuerzas Armadas asumían todo el poder

y se prohibía la actividad de todos los partidos de UP y la izquierda en general.

Clausuró el Parlamento y se asignó así misma por Decreto Ley N° 128, del 12 de noviembre de 1973, todas las funciones inherentes al mismo y todo "el poder Constituyente que a ellos corresponde". Tal Decreto y declaración se refería a todos los poderes correspondientes a cualquier democracia representativa. La Junta no admitía otra forma de asumir los asuntos políticos de Chile sino desde esa perspectiva y conducta arbitraria. Por supuesto, la disolución de poderes, alcanzó al electoral, dejando establecido que no estaba entre sus planes, como lo demostraron los hechos, llamar a elección alguna.

En suma, el gobierno de Pinochet, se llevó por delante, desde el comienzo, toda la institucionalidad pese a que justificaron el golpe en las presuntas violaciones constitucionales del gobierno allendista. Como recordaremos más adelante, es lo mismo que antes hicieron los golpistas de Venezuela, sobre todo Gómez, Pérez Jiménez y más tarde lo repetirá el breve gobierno de Carmona Estanga, como detallaremos al final.

Pinochet, declaró el 13 de noviembre de 1973 al diario El Mercurio" de Santiago, que:

"la adhesión a la Junta de Gobierno implica renunciar a la acción partidista".

Detengámonos en este pronunciamiento. La Junta que había

hecho su pronunciamiento contra la constitucionalidad y particularmente contra el gobierno de Allende, con el respaldo de todos

los partidos de la derecha, incluyendo el de Jorge Alessandri y la Democracia Cristiana de Eduardo Freo Montalva, quien hizo todo un gran esfuerzo para ganar respaldo nacional e internacional al golpe, ya sintiéndose fortalecida y con la anuencia de Estados Unidos, se volvió contra sus aliados y colaboradores. No se conformó, el naciente pinochetismo, que aquellos apoyasen el golpe, sino que ahora les exigía que renunciasen a sí mismos y sus aspiraciones.

Como resultado de ese plan nacido al calor de los acontecimientos y para asegurar que las cosas tomasen el rumbo exacto que querían las altas oligarquías y el capital internacional, se decidió matar toda intención de abrir cualquier resquicio democrático en la vida chilena.

Por esto, en 1974, la Junta de Gobierno prohibió ahora a todos los partidos que antes no fueron ilegalizados, como la Democracia Cristiana, pese a que estaba bajo el control de Eduardo Frei y al propio de Jorge Alessandri, realizar cualquier actividad inherente a los mismos y la política, como reuniones privadas y públicas, propaganda, etc. Ante las objeciones de Patricio Aylwin, vocero de Frei y la Democracia Cristiana, sus compañeros del golpe, a través del Ministerio de Relaciones Interiores, le respondieron:

"en el país existe un gobierno militar, en estado de sitio y de Guerra interna". El Mercurio, 16 de julio de 1974. Tomada esta información del trabajo "Gobierno de Pinochet".

Universidad de Chile.

En "La Casa de los Espíritus", la novela de Isabel Allende, hay algunas referencias acerca del comportamiento siniestro y brutal de la dictadura pinochetista. Pero también una "prueba" de cómo quienes manejaron la dictadura, desde los más encumbrados hasta los más insignificantes, asumieron el rol uniforme de llevarse por delante todo aquello que impidiese sus oscuros fines. Hay un personaje en la novela, el senador Esteban Trueba, anti allendista, activista y financista del golpe a quien le atropellan la familia y a él desconocen sus vínculos y aportes. Hasta su propia familia, como su nieta, lo único que le quedaba al final de su vida, fue atropellada y de nada valió su coincidencia, aporte con los golpistas y su condición de senador.

Esto me hace recordar, un personaje real, pero incorporado a una novela de quien esto escribe, en la época de Betancourt, a quien detuvieron en el allanamiento a una residencia para muchachas estudiantes. La confundieron con alguien a quien buscaban con afán. Pese presentarse como militante del partido AD, con carnet y todo y sobrina de un senador de la República por un Estado del centro del país, habiendo pedido que se comunicasen con él para aclarar el asunto, se la llevaron a empujones. Pese la intermediación del senador, quien tuvo que acudir al presidente de la República, los días posteriores pasaron sin ponerla en la libertad y dejarla ver por nadie porque la habían tratado tal como en aquel gobierno se hacía con sus opositores. Pese que se trataba de una "democracia", pero con las garantías suspendidas, que argumentó como después lo hizo Pinochet, "estamos en un estado de guerra interna". Ese presidente, recordemos, había ordenado "disparar primero y averiguar después".

Las dictaduras, dictadores, golpes y golpistas, sin importar tiempo y espacio tienen, en gran medida, parecida conducta.

La quema de libros y Pablo Neruda

Alguien contó que Pablo Neruda recordaba las fuerzas del franquismo, como decir las del nazi-fascismo, quemando libros con odio y hasta con temor y también, como aquel régimen surgido después de la derrota de los republicanos españoles, dio muestras de terror a la poesía, por lo que se manifestó cruel con Federico García Lorca y agrega este escribiente, con Miguel Hernández, por sólo nombrar dos de las voces más altas envueltas en aquellos acontecimientos.

"Una de las experiencias más dolorosas de mi vida fue la quema de los libros que se hizo en el zócalo de la Facul- tad de Medicina.

Hay que quemar todo lo que huela a marxismo, decían los militares".

Esas palabras fueron pronunciadas por la Dra. María de la Fuente, académica de la Escuela de Salud Pública de Santiago. Otros personajes declararon en abundancia cosas como estas:

"A mí me allanaron la casa, me quemaron los libros……"

Fue esa una práctica habitual, persistente y hasta festiva que se aplicó en Alemania, luego en España, en Venezuela cuando Pérez Jiménez y durante los gobiernos de Betancourt, Leoni y por carabineros y policía política chilena una vez derrocado Allende.

En aquellos días cuando las fuerzas represivas recorrían las ciudades chilenas, allanaban en masa cuanto espacio les resultase sospechoso, detenían de manera indiscriminada a ciudadanos y saqueaban bibliotecas, lanzaban los libros a la calle y con ellos hacían enormes hogueras. Parecían convencidos que en ellos estaba la culpa de la rebeldía popular y que constituían armas poderosas, herramientas eficaces a las que había que "neutralizar". Eran los libros las "Brujas de Salem" y una manera cómo las clases dominantes, a través de aquellos cuerpos represivos, desataban su odio y temor a la verdad. Esto me hace recordar una frase, creo que de la película "Queimada", de Gillo Pontecorvo, donde protagonizó Marlon Brando, en la cual se dice un poco quizás procazmente, "las ideas son como las ratas, el barco se hunde pero ellas llegan a puerto seguro, montadas en alguna tabla".

La crónica periodística de Venezuela de los tiempos de Betancourt y Leoni, por sólo nombrar estos dos personajes y gobiernos, está llena de relatos más o menos parecidos a este:

"En la madrugada, la policía política, Dirección General de Policía (DIGEPOL) detuvo a cuatro subversivos. Uno de ellos, identificado como fulano de tal, mayor de edad y tres menores. En el allanamiento se les incauto material tan peligroso como pintura, brochas y abundante literatura subversiva. De esta, se encontró libros de Marx, Engels, Pablo Neruda y hasta de Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco".

La anterior no es una nota imaginaria, ni un sarcasmo, está fundamentada en lo que la crónica recogía todos los días. Como aquella cuando asesinaron en la ciudad de Puerto La Cruz a un joven y al día

siguiente, la prensa que recogía las notas ya redactadas en los mismos cuerpos policiales que practicaban aquellos repulsivos actos, informó de la manera más formal, como quien hace la crónica de una fiesta:

"Anoche, a tal hora los cuerpos policiales abatieron al joven de 17 años, Henrique Rodríguez, mientras éste cumplía labores subversivas".

En el año 1977 escribí el siguiente artículo denunciando lo que en él se habla:



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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