Me puse a leer el libro de Orlando Araujo titulado Narrativa Venezolana contemporánea, porque es un tema que me apasiona, el de la narrativa y si uno puede hallar algo que le ponga en el contexto dentro del cual se escribieron las obas que uno ha leído o piensa leer, ayuda bastante a la comprensión e interpretación de ellas. Aunque pudiera alguien pensar que eso más pudiera predisponernos, en lo que no faltaría razón. Todo eso es posible, pero los trabajos como ese de Araujo, por algo él lo escribió, son necesarios, ayudan, pues ocurre que los poco inteligentes no disponemos de todos los instrumentos y recursos para entender debidamente. Para cualquier docente, obras de de ese tipo son importantes para el aprendizaje de la literatura.
En ella hay un intento de Araujo de poner las obras que analiza dentro del marco histórico y estructural en el cual vivió el escritor y el correspondiente a la obra misma y eso sin duda es un esfuerzo y aporte de gran valor.
Como uno ha vivido casi obsesionado por los acontecimientos de las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, los de nuestra juventud, en virtud que habiéndonos visto envuelto en ellos como militantes, y haber vivido por años llenos de dudas, haber dado por un tiempo nuestro respaldo, por aquello de la "lealtad" o fidelidad, para luego por cansancio y seguir con las mismas dudas, ponerse a un lado, suelo escribir cosas que aquello aluden.
No hace mucho escribí un artículo del cual cito de inmediato este relativamente largo texto y del cual pongo un link para quien desee pueda leerlo completo, en el cual hago una referencia crítica a la lucha armada venezolana de las décadas arriba mencionadas.
"…….Pero abundan los analistas en el campo de la izquierda que no dudan, al hacer el balance de aquel proceso histórico, en juzgar muy mal la lucha armada en Venezuela. Un viejo amigo, quien participó en aquellos hechos, al resumir los acontecimientos, suele decir:
"Teníamos mayoría casi aplastante en el movi-
miento obrero, en el frente magisterial; los es-
tudiantes universitarios y hasta de secundaria
estaban con nosotros. Como también los docen-
tes universitarios, las autoridades de aquellas ca-
sas de estudio, los gremios de diferente tipo, los
transportistas, empleados; es decir, Venezuela
casi toda estaba con nosotros. Lo estaba en bue-
na medida el Ejército, prueba de ello fueron los
alzamientos de Carúpano y Puerto Cabello. Y para
más, a manera de cerrar el balance, en un momento
dado, tuvimos mayoría en el poder legislativo y opta-
mos por irnos a la guerrilla, al monte, donde no tenía-
mos a nadie."
Estando allí, en aquel como bucólico estado, el aparato represivo del puntofijismo y el imperialismo acabó sin dificultades con los sueños en los montes, sierras y ciudades." https://www.aporrea.org/ideologia/a240526.html
Estoy convencido, que salvo algunas referencias a ese proceso, generalmente para exaltarlo y particularmente exaltar a quienes en él participaron como dirigentes y hasta mártires, cualidad esta última que tiene mucho de acierto, no ha habido hasta ahora un intento serio de abordar ese asunto de manera global y autocrítica. Ha privado el juicio romántico, la intención de exaltar a determinados personajes, en un sentido u otro. Quienes aquello lideraron y promovieron, salvo algunas excepciones, hasta descalificadas, con razón o sin ella, por los avatares de la conflictividad política, han optado por olvidar y cuando mucho se limitan a narrar insustancialmente de lo acontecido. Se ha optado por olvidarlo, en el sentido de la crítica, para evitar conclusiones que pudieran afectar la imagen de quienes impulsaron en Venezuela y hasta América Latina la lucha armada y aventuras muy románticas como aquella que condujo al vil asesinato de Ernesto Guevara, en una sierra boliviana, estando casi en la soledad y muy lejos de esa descomunal indiada que siempre estuvo allí y años después acompañó al "indio" Evo Morales a llegar a la presidencia de un país, que cambiaba de primer mandatario casi todos los fines de semana. La lucha armada de ese tiempo entonces parece haber quedado allí, como una epopeya, como ya dije, para como los románticos cantarle a los héroes y hasta atribuirle todo lo que a cada quien se le ocurra. No la vemos como que realmente fue, un acontecimiento político merecedor de un análisis crítico profundo para sacar de ello el aprendizaje cierto y hacer las debidas correcciones. Pareciera más bien optarse por aquello ramplón y evasivo de "eso es clavo pasao", mientras lo adornan con discursos y desfiles de héroes.
Porque tal asunto siempre ha estado en el centro de mi atención, leyendo el libro de Araujo que antes mencioné, me llamó poderosamente la atención de lo escrito en la página 278, el siguiente texto:
"Durante la primera mitad de la década, el país vivió
prácticamente bajo un estado de guerra civil con
frentes guerrilleros rurales en oriente, en occidente
y en el piedemonte de los estados Lara, Portuguesa,
Barinas y Trujillo, que operaban conjuntamente con
las UTC de los centros urbanos. Frente a las guerrillas
hay un gobierno amplia y efectivamente respaldado
por los Estados Unidos y por la burguesía intermedia-
ria, identificados no solo por sus intereses tradiciona-
les sino por el pánico que les infunde la revolución
cubana. Como el petróleo tiene más importancia estra-
tégica que el azúcar, se comprende el género y el sen-
tido de aquel apoyo a un Estado policial y a una milita-
rización creciente que llevó –y aún continúa – a esta-
blecer una subordinación de los derechos civiles y hu-
manos al fuero y a la arbitrariedad militares."
Negritas nuestras.
Orlando Araujo vivió y murió por el socialismo. Incluso en el libro que estamos manejando, aparte de sus concepciones expuestas al abordar los temas de la narrativa venezolana, de manera expresa, deja sentada esas, sus ideas. Pero además, debo recordar, estamos hablando de un venezolano que compartió la lucha armada y particularmente la guerrillera, como la forma de lucha pertinente al movimiento popular en su tiempo.
Las negritas puestas en el texto anterior tienen el sentido de llamar la atención como Araujo creyó que, en un momento determinado, Estados Unidos pudo poner más énfasis e interés en lo que sucedía en Venezuela con respecto a Cuba. Es cierto, no cabe duda, que Cuba dado el rompimiento con Estados Unidos por distintos factores, el cuadro de la guerra fría y su posterior alianza con la URRSS, paso a convertirse en una referencia ecuménica en una América siempre vista con soslayo y como el patio trasero. Pero en fin de cuentas, como dijo Orlando Araujo, "el petróleo tiene más importancia estratégica que el azúcar".
La reflexión de Araujo nos lleva a replantearnos la pregunta ¿por qué nuestra dirigencia, siendo el cuadro aquel, el descrito arriba, lo que falta por agregarle que el partido de gobierno todavía estaba preñado de las contradicciones que dieron origen al MEP y las derivadas de sus relaciones con URD, partido dentro del cual se movían fuerzas de sentido contrario pero ambas opuestas al pacto con Betancourt, como las de Alirio Ugarte Pelayo y las José "Cheíto" Herrera Oropeza, Fabricio Ojeda y toda su militancia juvenil, optó casi con facilidad y prontitud, por la opción que no sólo nos condujo a la derrota sino casi a la desaparición? Hasta el FND de Úslar, el cual alude Araujo, no tenía, pese el origen clasista de su dirigencia más influyente, incluyendo al autor de "Lanzas Coloradas", no tenía relaciones lo suficientemente estrecha con el partido eje de la coalición gobernante.
Esta pregunta todavía demanda una respuesta y se vuelve más exigente al leer juicios como el de Araujo, pese este elude entrar en el centro o fondo del asunto. Uno pudiera comenzar por llamar la atención en el sentido que fuimos afectados por la guerra fría. Como además del ecumenismo de la Revolución cubana, privaron intereses y propósitos dentro del área y fuera de ella, por encima de los nuestros. Ahora mismo, en la actual coyuntura, se hace necesario tener claridad sobre aquello para no volver a cometer los mismos errores.