"El venezolano no oye con atención, le gusta distraerse, cuchichear con el vecino o vecina e interrumpir a quien habla", esta opinión aunque no precisamente en el orden de palabras que la describo, fue dicha en los años ochenta del siglo XX por quien ofreciéndome disculpas debido a su condición de exiliado en Venezuela, la expresó sinceramente en referencia a las discusiones políticas. Se trata de un universitario asilado acá en tiempos de dictaduras militares de la ultra derecha en el cono sur americano, tuteladas por intereses de EE UU igual que lo hacían con gobiernos civiles "democráticos", surgidos de elecciones (algunas muy dudosas), como en la Venezuela de la era AD- COPEI, que organizaban comicios "acta mata votos...", años 1959 a 1999.
Varias décadas más tarde, en la patria de Simón Bolívar único hombre en el mundo declarado varias veces "Libertador", ejemplo contra un imperio en búsqueda de la democracia sin hipocresías ni intereses malsanos, no parece que cambiamos. Nuestra Venezuela ha rescatado eso sí, el sueño de preclaros héroes republicanos, y accede al Siglo XXI con el firme propósito de ser ejemplo mundial socialista, por ello enfrenta despiadados ataques internacionales permanentes y engañosos con respecto a lo que vivimos, tildándonos de "gobieno fallido". Nos teme un sistema fracasado ideológicamente, creador de migraciones masivas que abandonan a diario sus países de origen rumbo a Europa, donde los desprecian, pese a que proceden de ex colonias europeas, aunque dominadas económicamente por USA.
Enfrentados a una oposición no democrática, frustrada y creyente en el apoyo del capitalismo salvaje, acá sufrimos locuras de adversarios a la revolución que repiten errores sin acatar recomendaciones sensatas. En el campo socialista vencedor se anuncian y se anuncian cambios, recibidos con recelo por casos de escasa responsabilidad en el desempeño de Gobernadores, Alcaldes, Concejales, Diputados regionales y nacionales, o del propio equipo presidencial, con notables excepciones. No son aceptados quienes se comporten lejos de la esencia demócrata participativa revolucionaria, en actitud similar a la de los politiqueros expulsados en 1999, y comprobada su incapacidad de superarse. Seguimos en el gobierno o en la oposición, sin acatar con atención, e interrumpiendo a quien se los advierta moral y honestamente.