Cuando las armas sofisticadas se callan, por las razones que haya para esa extraña disposición, las burdas y más ordinarias copan la escena. Pero pudiera ser que el mutismo de aquellas no sea por una decisión voluntaria de quienes las portan y hasta las manejan hábilmente, sino que quienes enmohecen y, en efecto, han enmohecido, hasta de un lado u otro, y se especializan en la guerra sucia, sienten apremiante necesidad, por razones de subsistencia, que aquellos callen. Es, para estos, indispensable llevar el debate al más bajo nivel, donde pueden darlo, pues la superioridad de los primeros los tiene como en el ostracismo. Es como instintivo que cada guerrero procure llevar el combate al terreno donde lleva ventajas.No hay nada más incómodo para un político de agallas que un debate para el cual se siente desarmado y donde su pequeña quincalla de palabras no sirve, es insuficiente. Es ancestral la fobia compartida entre políticos de poco nivel cultura o desarmados e intelectuales, suelen ser como aceite y vinagre. A aquellos incomoda sentirse inferiores y limitados al hablar ante el juicio "inquisidor" de estos. A los intelectuales siempre les produce risa, rabia y dejos de subestimación comprobar las limitaciones de quienes gobiernan o dirigen. Por esto es habitual ver a un político pragmático que mucho abunda, colocado en la incómoda situación de hablar donde hay un intelectual, llenar a éste de elogios para ganarse su conmiseración.
Es fácil aquello de aquí no hay nada que hacer sino deshacernos del enemigo como sea y hablen las armas por nosotros, actitud siempre asumida por quienes se miran derrotados, que no es más que la realidad y sus precarios recursos, lo que impregna aquella, no les hagan vencedores por encima de cualquier otro interés. Quienes sustituyen las razones, grandes motivos y hasta la sensatez por el odio, estando en puestos diferentes y polos opuestos se atraen o se repelen drásticamente que, aunque parezca contradictorio, en esencia el asunto no lo es. Son caimanes de un mismo pozo o charca y sólo en ella se sienten a sus anchas. Por eso suelen, quizás hasta con demasiada frecuencia, ajuntarse para sabotear todo aquello que tome el camino que transitarlo demanda altura, sensatez, hasta clase y desprendimiento.
En estos días, en una reunión donde se intentaba hablar de historia, escuché con asombro como un aficionado, llenaba de elogios a un viejo guerrero, tanto como ubicarlo al lado y hasta por encima del Mariscal Sucre, porque su admirado era de aquellos que se metía en medio del combate y luchaba al lado de los suyos cuerpo a cuerpo. Pasó por alto cosas como que, si Alejandro Magno y Napoleón hubiesen hecho eso o el cumanés lo mismo en la batalla de Ayacucho, los resultados hubiesen sido otros. Por ese mismo concepto, el general Bermúdez, ya en su retiro en Cumaná, según se cuenta, cuando recibió la noticia de ese resultado, dijo con sorna y hasta convencimiento. ¡Coño! ¡Así serán de flojos los españoles del sur que se dejaron joder por Toñito Sucre"!. El general Bermúdez fue de esos que se metía en el combate cuerpo a cuerpo, porque fueron los tiempos de una guerra todavía de pequeñas escaramuzas y ejércitos diminutos, sin negar sus enormes aportes guerreros a la lucha por la independencia. Olvidó además el hablante que, el general al cual se refería quien en aquella reunión a la cual hice referencia, no le hizo falta aquella insípida ayuda, pues alcanzó la gloria y no justamente por eso, "sino", como hubiese dicho alguien, "todo lo contrario" . El propio Bolívar y tantos otros guerreros venezolanos de aquellos de los inicios de la guerra independentista, por razones elementales de entender, se vieron obligados a dar ese tipo de batalla. Generalmente se comienza, es como que la realidad sea una perogrullada, por los niveles más bajos. Pero se llega a la grandeza militar sólo cuando se puede comandar en los niveles que lo hizo con destreza el Mariscal de América. Porque las águilas se mueven en lo alto.
Ahora estando en un momento crucial, el de la demanda colectiva y hasta multitudinaria, de abrirle cauces al diálogo, al trabajo diplomático de finura y altura, debate en la calle necesariamente puntual y profundo, persisten los empeñados en que aquello no suceda y sigamos metidos en la charca y bajos niveles, donde ellos se mueven mejor. Es ya habitual, la prensa diaria está llena de eso, que funcionarios gringos enrarezcan el debate diciendo cosas que pudieran ser insulsas y anti diplomáticas, destinadas a torpedear las labores de quienes dialogan. El mal gusto, la violencia y la desfachatez les hacen falta.
Todos los factores, desde el gobierno de Noruega hasta quienes hablan en nombre de gobierno y oposición de Venezuela, han venido dando señales, aunque débiles, de ciertos avances en las negociaciones. Pero mientras eso sucede, portavoces del gobierno de Estados Unidos producen declaraciones claramente destinadas a sabotear el proceso. En efecto, el encargado de Latinoamérica en la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone-, hace pocas horas, declaró a EFE, diciendo. "Es momento que Estados Unidos y los países del Grupo de Lima le ofrezcan una salida (a Maduro) en un tiempo definido. Y si no la toma, las medidas se van a endurecer mucho, mucho más".https://www.clarin.com/mundo/unidos-advirtio-nicolas-maduro-corto-plazo-dejar-poder_0_RYchmv2Bj.html
Es un lenguaje guapetón, totalmente al margen de diplomacia, pues no sólo agrede a Venezuela sino que pretende imponerle conducta al Grupo de Lima. Pero además, le resta absoluto valor a la soberanía venezolana, en cierto modo representada entre quienes dialogan en Barbados y sobrepone la voluntad de Estados Unidos y particularmente de Trump y si quienes no le toman la palabra tendrán que ver como ellos van a "endurecer las medidas, mucho más". Es un tómalo o déjalo, el verbo propio del patán y quien poco elegante y respetuoso tiene que decir.
Pero no se quedan en la palabra ordinaria, falta de talento y educación, respeto al derecho de la gente, sino que amenazan con nuevas agresiones; ya eso no lo ocultan, pues les interesa imponer la matriz que sus deseos deben formar parte de la política de los latinoamericanos. Y en esto apareció un avión que surcó el espacio caribeño y entró en el venezolano. Es una amenaza concreta de guerra que tiene como fin, más que otear nuestro espacio que conocen al dedillo, impactar sobre la reunión de Barbados. Es el lenguaje anti diálogo, el de los perversos y cuyo discurso carece de sensatez, generosidad y hasta belleza.
Y en esto se nos vino el apagón. "Con el apagón que cosas suceden", dice la letra de aquella canción que popularizó Toña la Negra. Él revivió la polémica sobre las causas. Sabotaje o falta de mantenimiento, que podrían ser las dos. Lo cierto es que, como las declaraciones del vocero de Estados Unidos arriba citadas, la presencia del avión, sin ser invitado, este incidente del apagón marchan en el mismo sentido e intención. Es necesario imponer sobre el diálogo, paz y la convivencia entre venezolanos el lenguaje de la fuerza y los violentos; el mismo de quienes menos tienen que decir y demasiado aspiran, aunque emerjan de las ruinas de la guerra y la miseria de las multitudes.
Y ellos, los pocos suspicaces y hasta de bajas pasiones y poco por decir, aprovechan el impacto, el estallido de las pasiones y toman el escenario para llenarlo de procacidad y violencia. Es el momento de los gritos, del absurdo y la pequeñez. Por algo es un apagón lo que se nos vino encima.